Comala, vasquito, Comala

Comala, vasquito, Comala

Unai López regresa a Vallecas para debutar con el Rayo en Primera tras haber ascendido a las órdenes de Míchel hace tres temporadas. El vasquito refuerza la zona medular rayista, a la que aportará calidad y creatividad.

Sí, hay que volver a los lugares que te han hecho feliz. Y Vallekas hizo feliz a Unai López. El 27 de mayo de 2018, el vasquito conseguía el ascenso a Primera División tras vencer por la mínima al CD Lugo. Sin embargo, su destino estaba lejos de Vallekas. A pesar de haber sido uno de los grandes artífices de la gesta, que significaría además el primer campeonato nacional de Segunda para el Rayo, Unai López tendría que volver a ‘su’ Bilbao para tratar de convertirse en el armador titular del conjunto euskaldun. Uno de los héroes del ascenso no iba a poder defender la franja en la máxima categoría.

Pero no hay mal que el tiempo no arregle, ni herida que no cure. Tres años y 58 partidos después, el mediocentro de Donosti vuelve a Vallekas, su Comala particular, su segunda casa, el lugar donde nos hizo tan felices. Un total de 3521 minutos separan al Unai que abandonó Vallekas de regreso a su hogar del que ahora deja atrás su casa para volver al barrio. Tres años en los que Unai apenas ha podido desplegar su fútbol con continuidad en su San Mamés. El Toto Berizzo apostó por él como mediocentro titular, de hecho, cinco de los seis partidos que disputó en su primera campaña de regreso fueron bajo las órdenes del argentino, pero su destitución y la llegada de Gaizka Garitano al banquillo rojiblanco lo relegaron a una posición mucho más inestable.

Ese mismo verano, el nombre de Unai López volvió a sonar como refuerzo para la medular del conjunto vallecano. La lógica era clara: si no funciona en Vizcaya, puede hacerlo en Vallekas. Con Garitano en el banquillo desde el inicio liguero, Unai López comenzó la temporada de la partida en el encuentro frente al FC Barcelona (el del golazo de tijera de Aduriz en las postrimerías). En esta campaña, el mediocentro, por fin, pudo desplegar su fútbol en casa. El vasquito no permaneció más de cuatro partidos consecutivos sin pisar el verde (y hay que tener en cuenta que esta racha, la más larga, tuvo que ver con una lesión muscular que lo apartó dos semanas más una tercera en la que aún no estaba recuperado al 100%). El jugador devolvió la confianza con un tanto, cuatro asistencias y un trabajo incombustible en la sala de creación. La siguiente temporada parecía que sería la de su confirmación en el Athletic Club y así lo confirmó el comienzo de la campaña: 11 partidos de los 17 que dirigió Garitano hasta su destitución.

Con Marcelino, la irregularidad de minutos volvió a ser el lastre principal para el juego de Unai. Desde su llegada hasta el final de la campaña pasada, el donostiarra disputó 15 partidos (8 desde la alineación y 7 desde el banco), pero algo no parecía convencer al técnico asturiano. El último año de Unai López en Lezama será recordado por ser el de las dos finales de Copa. En la primera, contra la Real Sociedad, no pisó el césped. En la segunda, un par de semanas después, sí resultó ser de la partida, aunque el Barcelona al que le había arrebatado la Supercopa meses antes en una prórroga frenética no dejó opciones y se impuso con claridad. Mucha culpa de que el Athletic alcanzase a disputar ese encuentro la tuvo el mediocentro, con un papel importantísimo durante la vuelta de la semifinal ante el Levante en el Ciutat, en la que disputó 115 minutos y solo fue sustituido por Vencedor cuando el Athletic consiguió ponerse por delante y encarrilar el pase.

Tres años después, y tras un periplo con luces y sombras, Unai López vuelve al terreno de juego en el que desanudo la mejor versión de sí mismo. El mediocentro aporta algo diferente al conjunto vallecano en la zona de creación. La pausa que podría faltar en determinados momentos, dentro de un sistema de juego que aboga más por lo vertiginoso que por lo calmo; la corchea que, por un instante, detiene el forte que atrona. Además, el vasquito auxilia con una trenza casi letal de pensamiento rápido y ejecución. Lo que en cine se conoce como montaje en plano: la anticipación de lo que vas a necesitar en la sala de edición. La llegada de Unai conlleva un profundo enriquecimiento de la plantilla y del elenco del que dispone Iraola en el centro del campo. El jugador, con 25 años y más maduro que a su marcha, puede encajar tanto en la compañía de Pathe Ciss como en la del jefecito Óscar Valentín, dos pulmones que pueden limpiar la mesa de dibujo del creativo.

El vasquito vuelve a Vallekas y debutará en Primera con su Rayo. Y los aficionados que pudimos disfrutar de él en su mejor campaña deportiva sonreímos. Sí, hay que volver a los lugares que te han hecho feliz. Es harto necesario. Comala, vasquito, Comala.