Stalingrado

Stalingrado

El Rayo de Iraola buscará mantener su condición de invicto en Vallecas ante un Barcelona que llega entre necesidades y urgencias. Los franjirrojos buscarán resistir en su fortín y ondear la bandera de la victoria ante un gigante herido.

El 28 de julio de 1942, Iosif Stalin emitió la famosa orden 227: “¡Ni un paso atrás!”. Pocos días antes, el 19 de julio, la ciudad de Stalingrado había quedado en estado de sitio total. A partir de ese momento, no se permitiría la entrada ni la salida de ningún civil con el fin de preparar una resistencia organizada ante la inminente invasión de la Wehrmacht, que avanzaba imparable hacia el Volga.

De esta manera, la Unión Soviética se enfrentaría al ejército nacionalsocialista en una guerra totalmente novedosa para los germanos. Los generales soviéticos Emerenko y Chuikov comandaban la defensa de la ciudad en un tipo de batalla desconocida hasta entonces para su enemigo, que tendría que sobrevivir en una ciudad ruinosa y de la que cuyo contrincante se conocía cada milímetro de terreno.

Prescindiendo de connotaciones, el Barcelona de Ronald Koeman tratará de asediar Vallekas hoy, miércoles, con la intención de provocar la primera rendición franjirroja en su inexpugnable feudo. Las dinámicas son profundamente antagónicas para un equipo con aspiraciones de salvación y otro que debería de aspirar absolutamente a todo. Para los vallecanos, además, ilusiona la sensación de haber recuperado su fortín en el inicio de temporada. Cuatro triunfos de cuatro posibles, doce goles a favor y solo dos encajados convierten Vallekas en su particular Stalingrado: una ciudad ruinosa de la que sus anfitriones conocen cada recoveco.

No hay duda de que gran parte de la temporada pasa por hacerse fuertes en Vallekas. Lo sabe Iraola, el Chiukov rayista, que dispondrá de su plantel de soldados al completo, exceptuando la baja de Martín Merquelanz, que no podrá presentar filas debido a su lesión de larga duración. Por su parte, el Barcelona sí presentará algunas bajas delicadas en su inteligencia militar y en su retaguardia. Ni Frenkie de Jong, ni Dembélé, ni Pedri estarán sobre el verde y, la verdad, se antojan ausencias de esas que pesan en la conciencia. Tampoco comparecerá el central Araujo, lo que dejará al veterano Piqué como único mariscal culé. Por su parte, Ansu Fati es baja de última hora y tampoco estará hoy en Vallekas. Sin embargo, el cínico “es lo que hay” del Barça no es excusa para los del técnico neerlandés: cualquier líder quisiera jugarse las habichuelas con esos tipos en su retaguardia.

Choque de dinámicas y estados de ánimo, guerra táctica con dos rivales con voluntad de redención tras sendas derrotas y una pelea cuerpo a cuerpo para conseguir avanzar cada milímetro de territorio. El mapa de la contienda está preparado. Vallekas sueña con derrotar, por fin, a uno de los grandes. Pero nada hay más peligroso que un gigante herido. La esperanza es ver un buen partido de fútbol. El único deseo: que tras el pitido final de Mateu Lahoz el calendario nos devuelva al día 2 de febrero de 1943 y las orillas del Volga sean una fiesta roja. Pero para tocar la gloria habrá que resistir. Se presenta un duelo futbolístico de más de doscientos días en el que debemos estar preparados para sufrir, sudar sangre y confiar en que los Falcaos, Isis, Álvaros García o cualquier otro de nuestros hombres anticipen Halloween disfrazándose de Vassili Zaitsev. El enemigo está a las puertas. Rayistas, ¡ni un paso atrás!