Nos toca ser humildes

13/09/2019
Nos toca ser humildes

El conflicto entre afición y junta directiva sigue latente, durando ya más de lo deseado por todos.

Fue mi abuela Araceli la que me enseñó la palabra humildad. No en su discurso, jamás la nombró, sino en la manera de ser y estar. Inmigrante andaluza en el Pozo del Tío Raimundo, tiró adelante con bien poco, siempre con una sonrisa y sacando las garras cuando hacía falta. A veces las cosas le salían bien y a veces no tanto. No pasaba nada, lo aceptaba con humildad, se recomponía y volvía a tirar del carro para sacar adelante las vidas que le rodeaban.

Hemos perdido la batalla, sí, y no estaría de más reconocerlo, aceptar que nos hemos venido arriba con un órdago porque teníamos dos reyes pero lo que acompañaba no era bueno. Y toca recomponerse, reconocerse y pedir disculpas, si cabe, porque el proceso no ha sido el mejor y mucha gente se muestra confusa, engañada e incluso enfadada, por qué no decirlo.

Evidentemente no somos tan buenos como nos creíamos, pero somos mucho mejores de lo que ellos se creen. En nuestras manos está el demostrarlo pero para ello deberemos utilizar la cabeza y centrar nuestros esfuerzos en que los y las rayistas que han desistido por principios o por desgana vuelvan a estar en el campo, vuelvan a alzar la voz y sientan al Rayo como siempre lo han sentido, como una parte muy importante de sus vidas. En definitiva, volver a ser una piña, pequeñita pero con mucho sabor.

No quiero leer más mierdas (perdón), no quiero ver como familias que llevan toda una vida yendo al campo a animar y a luchar por su equipo más que yo se quedan fuera del barco porque entonces me dan ganas de bajarme a mi y no quiero que unos tipos sin escrúpulos acaben quedándose y destruyendo lo que yo amo sólo por dinero y cabezonería.

Nos toca ser humildes, sí, eso de lo que tanto presumimos. Nos toca hablar, nos toca reparanos y aceptarnos en la diversidad que siempre hemos tenido y luego… Luego vamos a recuperar nuestro equipo, reinventándonos, denunciando en los juzgados, en la administración, en la grada, en la calle, en nuestras mentes con nuestros sueños porque si nos quitan eso, sí que habremos perdido la guerra y nuestro Rayo acabará muerto, de eso ya no hay duda.

De peores hemos salido (o no) pero es lo que tiene el espíritu vallekano, que aunque nademos en el fango, siempre salimos adelante con la cabeza alta y los puños apretaos. En todo caso, el éxito de lo que nos propongamos pasa inevitablemente por estar unidos, por demostrar empatía hacia el resto y por seguir luchando como sólo nosotros y nosotras sabemos. No hay más.