Mi puto Rayo, mi puto barrio

27/04/2023
Mi puto Rayo, mi puto barrio

En días como el de ayer, el orgullo rayista y barrionalista se multiplica por un millón

Para mucha gente el fútbol solo son 22 tíos corriendo detrás de un balón, afirmación que hacen porque, posiblemente, jamás han visto un partido de fútbol en el Estadio de Vallecas.

El fútbol en Vallecas es una liturgia muy complicada de explicar si nunca lo has vivido o, al menos, alguien te lo ha contado. Ayer Vallecas fue la olla a presión que a muchos ha enamorado y ha hecho que la Franja le cruzara el pecho para siempre. Ingenuo aquel que piense que este ambiente de fútbol y barrio se vive solo cuando nos visitan los transatlánticos del fútbol español. Se dio la circunstancia de que el rival de turno era el Barça, pero este clímax franjirrojo se ha vivido anteriormente también ante el Granada, el Recreativo de Huelva o el Zamora, en Primera, Segunda o Segunda División B.

Que un miércoles a las 10 de la noche se viva un ambiente como el que hubo ayer en Vallecas antes, durante y después del partido, es muy complicado de encontrar en el actual fútbol moderno. Que sí, que el rival era el Barça y siempre mola ganarles, pero la hinchada rayista sabía que ganar les invitaba a seguir una temporada más siendo el Matagigantes de la Primera División, y les daba la oportunidad de volver a soñar con viajar por Europa. Y para lograr esto, no siempre basta con la valentía, el coraje y la nobleza de Andoni y los suyos, tener a 14.000 personas alentando ayuda, y ayuda tanto como se pudo ver en la noche de ayer.

El «Rayito Matagigantes», «Vallekas alé» o «la Vida Pirata» solo fueron el broche de oro a un día que miles de rayistas no olvidaremos. Desde horas antes, ya se palpaba en la previa que era partido de los de las grandes ocasiones. Abrazos cómplices, frases como «hoy se la liamos al Barça» mientras los tercios fresquitos eran testigos de multitud de tertulias en todos los bares cercanos al templo franjirrojo. Los Belubiers en el parque haciendo su particular  previa, mientras una de sus integrantes trataba de recoger camisetas para hacer que la Franja llegue al corazón de África. Hace falta un corazón enorme, para llenar la maleta de camisetas de tu equipo y repartirlas entre gente a la que vas a hacer la vida un poquito más bonita durante un período de tiempo. Con gente como Eva, el rayismo gana, con y sin hache intercalada. Volver a ver a Paco sacar botellines por la ventana de un Líder abarrotado dentro y fuera, pero, a su vez, un tanto huérfano sin la figura del añorado Poli por allí en la calle.

Del partido basta con decir que hubo magia en Vallecas, tanto en el verde como en la grada. Una afición que apretaba casi tanto como un tío que le explicó a De Jong como se las gastan los de Ajofrín. Sigo pensando que, si se llamase Osquinhar Valentinao o Valentinovic, su valor tendría una cifra con muchos ceros. Por suerte, a Óscar le disfrutamos en Vallecas y espero y deseo que sigamos haciéndolo por mucho tiempo. No, no voy a esconder que siento debilidad por Óscar. Si su partido fue descomunal (se comió a Gavi, Pedri y Frankie), no se quedaron atrás el resto de sus compañeros. ¿Qué decir del capitán? El día que cumplía las 35 primaveras, el Benjamín Button de la Franja se quería regalar una gran victoria ante el futuro campeón de Liga. Como nos tiene acostumbrados, fue el encargado de poner los destellos de calidad en el partido, sin importarle que delante tuviese a estrellas mundiales del equipo de las palancas. Si el capitán sonríe, la grada disfruta con su fútbol, que tal vez no esté par 90 minutos, pero prefiero una hora de un guiso futbolero de Trejo a una barra libre de fútbol rácano y ramplón de entrenadores o equipos que son expertos en estas suertes.

Otra de mis debilidades esta temporada es Sergio Camello. En pretemporada tuve la suerte de charlar con él tras un amistoso y le dije que estaba convencido de que haría un gran año y que muy mal se tendría que dar para no jugar con la chorra fuera (perdón por la expresión, pero es que soy bastante políticamente incorrecto y al final de este artículo lo podrán corroborar). Su partido ayer fue brutal (uno más) y digno de abrir inmediatamente un crowdfounding para hacer que se empadrone en Vallecas de por vida. Sergio, si el Atleti tiene dudas sobre tí, no vas a estar en ningún lado mejor que en Vallecas. Fran García, como Camello, se irá este verano, pero lo hará sabiendo que en Vallecas deja a esa primera novia con la que fue a la fila de los mancos a la sesión golfa de algún cine. Si por lo que sea, ese matrimonio no funciona, nosotros estamos dispuestos a esperarte, Fran.

No quiero ni puedo ni debo olvidarme de Alejandro Catena. Ayer volvió a estar imperial ante, quizás, uno de los mejores jueves de la última década. Cate posiblemente esté viviendo sus últimos partidos con la Franja y le han llovido las críticas en los últimos tiempos, hasta el punto de llegar a pedir que no volviese a vestir la camiseta del Rayo. ¿Nos hemos vuelto locos o es que se nos han pegado las tonterías de los señoritos de Concha Espina? Un tío que se ha dejado la piel por este club, que se identifica con los valores del Rayo y de Vallecas, que siempre ha estado por y para los que le necesitan, ¿Vamos a darle la espalda por el simple hecho de buscar nuevos retos en su carrera? Estoy casi convencido de que no vas a leerme, pero me da igual y desde estas líneas vaya mi agradecimiento por estos años en Vallecas, siempre serás recordado como Catenbauer. Por cierto, te debo una tortilla de patatas y cumpliré antes de que la temporada acabe.

Después de más de un año sin pisar el Estadio de Vallecas y más de tres de exilio auto impuesto, ayer volví a vibrar con mi Rayo y con mi barrio. Sí, mi puto barrio, ese que a Rocío Monasterio dejó bien claro que los fascistas no son bien recibidos, que los queremos fuera y que lucharemos en las gradas, en las calles y en las urnas para echarlos a todos. Interrumpir los cánticos en su contra por un gol de nuestro Rayo contra el Barça fue orgásmico. La aldea franjirroja resiste y se rebela contra todo y contra todos.

¡Esto es Vallekas y aquí hay que mamar!