Circo vallekano

Circo vallekano

En Payaso Fofó hay un club de fútbol en el que sus gestores se empeñan cada día en homenajear al genio circense

“Buenas noches, amiguitos y amiguitas. Por fin el circo vallekano ha llegado a vuestra ciudad.No tenemos trapecistas, ni elefantes, ni payasos, ni mujeres barbudas. Prepárate porque lo quevas a ver y oír es el maravilloso mundo fantástico ¡del circo vallekano!”

Tal es la situación que rodea al Rayo en los últimos años que ni siquiera estoy seguro de no haber utilizado la canción de Ska-p para hablar del club con anterioridad. Porque sí, nosotros también tenemos muchas cosas, un amplio catálogo de variedades por la que suspiraría cualquier explotador de freaks. Uno empieza a pensar en lo idóneo de que la sede oficial del equipo se encuentre en la calle Payaso Fofó. Lo próximo será lanzar una carpa que cubra el estadio de tribuna a tribuna y ¡voila! Al menos, que la lona sea franjirroja.

En un principio, lo que pretendía con esta pieza era, simplemente, reescribir la canción en tono de humor (al más puro estilo Leva), pero la verdad es que, a estas alturas, y con la casa como está, tan sumamente patas arriba, de lo que menos ganas tiene uno es de bromas, para qué engañarnos. Efectivamente no tenemos mujeres barbudas, ni trapecistas, ni elefantes, no tengo tan claro lo de los payasos, pero desde luego que nuestro abanico de peculiaridades es digno de la feria ambulante que podíamos ver en la serie Carnivale.

Tenemos de todo. Tenemos un presidente que nunca se ha preocupado por su club, ni siquiera desde un punto de vista empresarial. Tenemos un “director deportivo” vigente (aquí podríamos poner comillas dobles) que en cuanto ha olido la Segunda ha empezado a marear al personal para abandonar el barco el primero. Un “trabajador” que, según varios medios, ya trabaja para otra entidad cuando aún le resta un año de contrato en su actual puesto. Tenemos un entrenador al que un día se comió su propio personaje y que lleva mareándonos con la misma canción cuatro veranos (“que sí, que no, que nunca te decides”, pónganle música, que ahora en verano ya apetece). Tenemos, entre tanto, señores, ¡un equipo en Oklahoma!

Raul Martin Presa

 También tenemos, claro, que no falte una comunicación nula y un barco abandonado a la deriva durante 17 días ya. Cero informaciones oficiales, pero no pasa nada, no hay que ponerse nerviosos. Cero dramas, siempre smile. Tenemos un estadio aparentemente vacío para el año que viene. Al menos, lo que no parece tener el club son ganas de llenarlo. Tenemos un palco de autoridades vacío en unos cuartos de final de Copa del Rey juveniles, y los equipos femeninos olvidados por la entidad, mientras que Don Raúl tiene, eso que no falte, ¡por favor!, una preciosa entrada de palco para una final de Champions que ni fu ni fa. Como decía un tweet (disculpe el autor, no recuerdo quién fue para citarle como merece): “ojalá cuando el presidente acabe la celebración de la Champions de su equipo, ponga en marcha las cosas en el mío”.

 

El circo de la Albufera es inabarcable. También tenemos, por ponernos cinematográficos, la sombra de una duda. Y nadie que diga ni una palabra sobre nada. Tenemos una entidad que funciona a golpe de rueda de prensa, en el que cada cual convoca a su gusto y antojo a los periodistas un día sí y otro también. Y un máximo responsable que, entre viaje y viaje, a lo mejor alguna vez se entera de algo de lo que esté pasando aquí. O de cuál es el equipo al que representa. Y tenemos una afición, la que más sufre el esperpento, que ya no sabe cómo pedir que algo se mueva; una hinchada que, como Luz Casal, anda “loca por volver a saber de ti” (esta frase admite la entonación con ritmo). Que lo próximo será asaltar las taquillas y ponernos nosotros mismos a trabajar. Aunque, bien mirado y lejos de sorna, igual esa es la solución real: el club para sus aficionados. Y todos los que no lo quieran, que se vayan de una vez. Porque tenemos muchas cosas, mucho circo, mucha habladuría, mucha pantomima, pero pocos hechos concretos y cada vez menos esperanzas.

CIRKO

“Y ya lo ves, ¡qué desilusión!, las ganas del rayismo están en peligro de extinción.”

Jesús Villaverde Sánchez