Estaría bien

Estaría bien

Los sucesos del ‘Lunes negro’ siguen coleando. Jesús Villaverde los analiza y señala a los culpables.

Estaría bien que, por una vez, alguien nos hiciese caso. O ya no eso, pero que al menos nos tratasen como a simples personas. Estaría bien, sí, que la directiva se preocupase de la que es (aunque a menudo parezca olvidarse) SU GENTE, SU AFICIÓN. Sería genial, algún día, entrar en Twitter y ver que el Rayo juega el próximo partido en Vallekas el sábado a las 18 horas. Porque, sí, aunque seamos del Rayo, de Vallekas, y unos putos delincuentes a ojos de quien tiene ojos pero no quiere ver, nos mola ir a ver a nuestro equipo. Estaría bien también, más bien sería la hostia, entrar ese mismo día en Twitter y leer que Martín Presa no se ha vuelto a bajar los pantalones. O que, simplemente, aunque haya tenido que acatar esos infames horarios que semana tras semana nos colocan, el club ha emitido alguna queja en defensa de los horarios dignos, que en definitiva sería una queja en favor de su hinchada, esa de la que tanto alardea cuando le interesa.

Estaría bien.

Igual de bien que salir del estadio casi a medianoche un lunes, con el enfado propio de un 0-1 frente a un rival directo como el Córdoba, y no tener que leer que nadie se ha caído en un vomitorio porque ni siquiera las luces estaban encendidas. Estaría bien, en definitiva, que por una puñetera vez seamos tratados como personas y no como ganado. Porque no está bien, NO LO ESTÁ LE PESE A QUIEN LE PESE, que se trate, por poner un ejemplo, a las personas que acuden al fondo como escoria. Ni que por querer introducir un bombo y unas cuantas banderolas (¡oh, dios, cuán peligrosos elementos!), y dejarse la garganta por el equipo alguien se tenga que someter a cacheos, identificaciones, multas y todo tipo de “lindezas” por parte de la autoridad al servicio de la LFP. Tampoco que se la ley pase por el forro de quien corresponda según el poder económico del club de turno. Porque eso se llama abuso y generalmente proviene de una actitud fascista.

También estaría bien, incluso sería de agradecer, que desde el club, plantilla y jugadores se fuese un poco solidarios con todo esto. Porque sí, amigos, es cierto que el estadio sin Bukaneros es un muermo, pero precisamente por eso es necesario no permitir lo que ocurre en torno al fondo desde hace varias semanas para que a nadie se le quiten las ganas de animar a la franja. Porque seguro que los primeros que no se sienten bien con la no animación son los que deciden, ante tales atropellos, no animar. Pero antes de hinchas, y de locos por el Rayo, son personas. Y como ellos mismos dicen en la entrevista concedida a este medio: antes de nada va la dignidad. Eso sí que no se negocia; faltaría más.

Dignidad que no parece existir por ningún sitio cuando uno baja a hacer uso de los servicios del estadio. Es otro de los ejemplos del trato que desde hace años recibe el socio que acude a Vallekas sin que nadie se preocupe de hacer nada. Yo ya he encargado unas botas de agua para las próximas jornadas. Verdaderamente da asco. Igual que da repugnancia sentarse en asientos (que pagamos por “alquilar” durante la temporada, ojo) cuya frondosidad no tiene nada que envidiar a los bosques amazónicos y cuyos “regalitos” de las palomas podrían pasar a convertir la zona en yacimiento arqueológico de interés sin mucha demora. Estaría bien que en lugar de tanto perrito, tanta hamburguesita y tanta chorrada de jueguecitos patrocinados en el descanso de los partidos, el club se prestase antes a cuidar a sus aficionados y no tenerlos entre mierda. Porque aunque muchos escojamos la vía rápida de “tomarnos las cosas con humor”, lo cierto es que estamos muy hartos.

Estaría bien. Más que bien. Pero, claro, igual para que todo eso ocurra la solución es que haya un cambio de directiva. O si no, a unas malas, que se deje de acudir al campo y organizar una verdadera huelga de animación y asistencia conjunta. La dignidad y las ganas de alentar a la franja las tenemos todos, aunque estas últimas a muchos se les están acabando. Y eso sí que no.

Jesús Villaverde

(Foto: Álex Calvo)

 

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