Leicester City, la rebelión del más modesto

Leicester City, la rebelión del más modesto

A veces el pez chico se come al pez grande, y esto es lo que ha ocurrido con el Leicester City en la Premier League.

Imaginemos.

Madrid, lunes 8 de mayo de 2017. Gol de Karim Benzema en el Santiago Bernabéu. A falta de cinco minutos, el Valencia puede perder todas sus opciones por el título, que está a punto de recaer, por primera vez en la historia de la competición, al otro lado de la Castellana. La temporada de ensueño del Rayo Vallecano va a alcanzar por fin su merecido premio. Y lo va a hacer con la épica en off en el último momento. Podía haberlo hecho ayer, domingo, pero la franja roja solo pudo alcanzar el empate a 1 en el Vicente Calderón, en un partido en el que el Atlético de Simeone luchaba por desplazar al Betis de la cuarta plaza y asegurarse una vacante en Champions la siguiente temporada.

El pitido del colegiado desata la locura en las calles de la barriada, que se inundan de gente celebrando la gesta. Apenas un año antes, la celebración era similar, aunque el mérito era totalmente opuesto: el Rayo había logrado la permanencia tras ganar en casa en el último partido contra el Levante. Los jugadores de la plantilla suben videos a las redes sociales y celebran la proeza vallecana. Por primera vez, el título de Liga es para el equipo del barrio obrero, que se ha alzado a base de trabajo y sacrificio frente a las grandes fortunas de Madrid, Barcelona y Atlético, y que ha sido perseguido en la carrera por la Liga por otro outsider, aunque de más categoría, como es el Valencia.

Stop.

Paremos de hacer periodismo-ficción. Es literalmente imposible que lo anteriormente relatado tenga lugar en nuestra competición nacional. España no es así. Y nunca creo que lo llegue a ser. Pero la gesta del Leicester City, reciente campeón de la Premier League inglesa, invita a pensar en las diferencias y en las posibilidades remotas que existen de que algún equipo que no sean vikingos o culés, si acaso entrarían en la ecuación los indios de las últimas campañas, se proclamase campeón. Pero, ¿y lo bonito que sería una Liga arrebatada por el Rayo a los todopoderosos y omnipresentes Madrid, Barcelona y Atleti?

La Premier es diferente. En todo. Muchos no se atreven a decir que sea la mejor liga del mundo, pero desde luego siempre es la más competitiva. Más allá de que uno de los modestos de la categoría (habría que entrar a analizar también las diferencias económicas existentes entre los clubes ingleses) se proclame triunfador, da envidia ver como las posibilidades de “campeonar” recaen cada año en varias escuadras y no solo en dos, tres como máximo.

 

Evidentemente, el Rayo no es el Leicester. Y, seguramente, nunca le dejarían serlo. El club del centro de Inglaterra es un modesto, sí, sobre todo comparado con los escudos a los que les ha arrebatado el título (Manchester United, Arsenal, Chelsea, Manchester City, Liverpool e, incluso, aunque a menos altura, el Tottenham, dignísimo subcampeón). Pero el reparto televisivo hace que los modestos en Inglaterra puedan disfrutar de más opciones. Que, de vez en cuando, puedan asestar algún derechazo a la mandíbula de sus contrincantes para dejar de ser un mero sparring. Tanto a la hora de incorporar estrellas, sobre todo provenientes de otras ligas (aunque tampoco ha sido el caso delLestah), como a la hora de competir en un rango más reducido de oportunidades, Englandisdifferent.

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Por ejemplo, sería imposible que en España el Leganés subiese este junio a Primera División y en dos temporadas se proclamase campeón. Por decir, podemos decir que, incluso, es improbable que gane un solo partido a los tres grandes. Y como el Leganés, prácticamente, otros 16 equipos de la competición. Imposible, así de claro. Pese a las diferencias entre la Premier y la Liga, es justo reconocer igualmente la enorme gesta del LCFC, compitiendo y ganando en inferioridad de condiciones contra los grandes de la isla.

Confieso que nunca me había fijado en exceso en el Leicester City hasta esta temporada. Desde la distancia, siempre me sedujeron más las burbujas incesantes del West Ham o el You’ll never walk alone del Liverpool. Ni siquiera sabría explicar bien el por qué. Una cosa romántica, supongo. O quizás es que a quien esto firma se le enamora desde el cántico. Sin embargo, este año, como todos, excepto los spurs, reconozco que he sido un poquito de los foxes. Las huestes comandadas por Ranieri (yo, Claudio) se han convertido en el equipo de casi todos los que animan a un modesto a lo largo y ancho del mundo. De todos aquellos hinchas que no exigen a su presidente un desembolso de 500 millones cada verano para tener siempre a los jugadores más mediáticos en sus filas. Así, el pequeño David ha ido ganando adeptos en su lucha constante frente a Goliat, los elementos y la lógica. Porque nadie esperaba que los zorrosterminasen ganando la Liga. Por eso, yo, como hincha de un conjunto humilde y modesto que se enfrenta cada domingo a presupuestos y estructuras infinitamente superiores a todos los niveles, he sentido como muy cercano el camino recorrido por los azules. Y, en silencio –porque solo la franja me hace levantar la voz–, he celebrado cada gol de Mahrez (qué genio), cada centro de Albrighton, cada blocaje de Kasper Schmeichel, cada corte de los gigantes Morgan y Huth, la entrega incansable de Okazaki, las arrancadas de Kanté, los balones en largo de Drinkwater o el grito de “yeees” que el rebelde proletario Jamie Vardy ha provocado en 22 ocasiones a la hinchada del King Power (antiguamente Leicester City Stadium; incluso a los modestos les absorbe el fútbol moderno). Y por eso, también, me ha emocionado ver el video de Christian Fuchs en el que la plantilla se vuelve loca en casa del delantero tras saberse campeones de Liga y reconocer en ello una hazaña futbolística probablemente irrepetible.

La plantilla del Leicester festejando el título de Liga en casa de Vardy
La plantilla del Leicester festejando el título de Liga en casa de Vardy

Y sin embargo, tras reconocer una cierta satisfacción en la gesta de los de Ranieri, la del humilde que se destapa con una victoria impensable para todos, me queda el sabor agridulce de saber que, en España, nunca podré ver una cosa parecida. Que es prácticamente imposible que el Rayo, por poner como ejemplo el escudo que llevo dentro, logre semejante hazaña de una temporada a otra. Sería harto improbable que el sistema actual del fútbol español lo permitiese. Por eso uno se alegra de la victoria incontestable del Leicester en Inglaterra. Por la bofetada que supone a la concepción de fútbol de galaxias. Por la demostración de que sin estrellas de relumbrón y con esfuerzo, ilusión y sacrificio, los que nunca ganan pueden ser capaces de conseguirlo. Porque, a veces, si le dejan plantar cara, Don Quijote puede llegar a vencer a los molinos.

Jesús Villaverde

1 Comentarioen este Artículo

  1. En España se ha permitido, y hasta hace no mucho, ahí está el super Depor para mostrarlo. O equipos como la Real Sociedad luchando ligas… y fue todo en este mismo siglo. Pero el nivel al que ha decaído el fútbol es imposible que vuelva a ser lo que era. El Sevilla y el Valencia si acaso sí pueden aspirar a conseguir algo similar a lo del Atleti (pero no es nada sencillo), pero es imposible para los demás.

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