La licenciatura del «Niño»

04/06/2018
La licenciatura del «Niño»

Míchel ha logrado ser el primer entrenador que logra ser Campeón de Liga de Segunda División con el Rayo Vallecano. Ha demostrado ser joven aunque sobradamente preparado, como rezaba el famoso anuncio.

El 20 de febrero del año pasado, era destituido Rubén Baraja como entrenador del Rayo Vallecano. El «Pipo» era el segundo técnico que ocupaba el banquillo franjirrojo en tan solo 26 jornadas ligueras, dejando al equipo decimosexto, con solo un punto de renta sobre la zona de descenso. Tan solo un día después, alguien en la zona noble de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano levantaba el particular teléfono franjirrojo y debió pronunciar el tan repetido chascarrillo de «suena Míchel».

Los que desmandan en el Rayo Vallecano sabían que ya no había margen de error y, con un equipo a la deriva, tocaba dar un golpe de efecto que lograse reactivar a una plantilla que parecía parte del reparto de The Walking Dead, más que un equipo de fútbol. La oportunidad le llegaba al eterno capitán con un escaso bagaje en los banquillos, ya que había dirigido al Juvenil A franjirrojo tan solo en 24 partidos. Muchos le iban a achacar esta falta de experiencia como técnico para sembrar dudas en cuanto a su elección, quizás el hecho de ser profesional de esto de la pelotita a lo largo de 22 temporadas, te aporta «algo» de experiencia. En cualquier caso, ya es noticia que en este país alguien firme su primer contrato sin exigirle experiencia previa en el puesto.

Tenía 16 partidos por delante para cambiar la cara de un equipo del que nadie sabía a qué jugaba, cuál era su propuesta futbolística o  ni siquiera si era capaz de mantener la categoría, rondando viejos fantasmas de infiernos de Segunda División B entre todos los rayistas. Con una plantilla en la que había jugadores poco o nada comprometidos con los anteriores entrenadores, jugadores sobre los que planeaba la sospecha de borrarse de partidos importantes o con otros que ni estaban ni se les esperaba, tenía que lidiar durante los cuatro meses que quedaban de competición.

Recuperó a jugadores que parecían perdidos para la causa, hizo que jugadores que hasta entonces habían pasado casi desapercibidos por la categoría brillaran con luz propia, y con todo esto consiguió que el equipo finalizara duodécimo el campeonato, llegando a asomar la cabeza entre los 10 primeros e ilusionando a los más optimistas con alcanzar un puesto de play off de ascenso.

Después de este ejercicio de resurrección, el club tenía que renovar a Míchel sí o sí, y a este le tocaba la difícil misión de ilusionar a una parroquia que llevaba dos años sumando decepción tras decepción. Como ya puso de moda Vicente Del Bosque con su transición dulce, a Míchel le iba a tocar la nada sencilla tarea de sentar o mandar a un segundo plano (incluso a un tercero) a pesos pesados de ese vestuario, como eran Trashorras, Zé Castro, Rat o Javi Guerra. Difícil labor la del «Niño», como le llama el gran Isi, que a la larga hemos comprobado que lo ha hecho a las mil maravillas. Tampoco ha debido ser fácil dejar fuera a alguien con el carisma y el nombre del Chori Domínguez, cuya llegada fue un auténtico bombazo entre el rayismo, y que, siempre visto desde fuera, parece que el míster ha manejado con impecable mano izquierda. Posiblemente el caso del Chori sea muy parecido al que a él le tocó vivir en sus dos últimas temporadas en activo, en las que jugó mucho menos de lo que estaba acostumbrado y, tal vez, eso le ha ayudado a manejar mejor la situación.

Tampoco han faltado las voces críticas que no han entendido que Embarba lo juegue prácticamente todo con él (56 de los 58 partidos de Míchel) y tanto en el final de temporada anterior como en la presente temporada ha sido cuando hemos visto al mejor Embarba, que ha dado un rendimiento soberbio y los números del extremo han cerrado muchas bocas (la primera la de un servidor). Del mismo modo, parecía sorprendente que Míchel depositara su confianza en un jugador de 37 años para liderar la defensa franjirroja. A la vista está que el rendimiento de Dorado en esta temporada y media (48 partidos jugados) ha sido excepcional y fruto de ello se ha ganado una merecidísima renovación  por una temporada más.  La reconversión de Álex Moreno desde el extremo al lateral zurdo también hay que apuntarlo en el haber de Míchel y, a pesar, de que mucha gente no logra entenderlo o lo cuestiona, que esta haya sido la mejor temporada en la carrera futbolística del catalán (40 partido jugados) avala la decisión tomada por el entrenador.

Algo que tenía muy claro cuando cogió al equipo , era la idea de dar galones al «enano» como llama cariñosamente a Fran Beltrán, del que hablaba y habla maravillas y no se cansa de alabar el grandísimo jugador que es y que va a ser en un futuro no demasiado lejano. Paradójicamente no jugó ni un solo minuto en su estreno en el Coliseum Alfonso Pérez, pero desde entonces, el de Seseña ha sido indiscutible para el técnico (ha disputado 53 de los 58 partidos de Míchel).

Con sus detractores y con sus fieles, Míchel ha conseguido algo importante y es que solo se hablara de fútbol en lo que a la plantilla se refiere. Atrás quedaron tristes capítulos que los rayistas nos hemos visto obligados a presenciar en los últimos años y que, ojalá no se vuelvan a repetir. Ha competido con un grupo de 15/16 jugadores y ha logrado obtener una regularidad que le ha llevado a no perder más de dos partidos seguidos y a estar invicto a lo largo de 10 jornadas consecutivas en el inicio de la segunda vuelta, siendo el equipo que menos ha perdido en la Liga 1|2|3 (ocho derrotas).

Fruto del gran trabajo realizado por un cuerpo técnico encabezado por Míchel y rodeado de gente muy rayista e involucrada en el proyecto que ha encabezado el «ocho de Vallekas», no solo se ha logrado que la hinchada se vuelva a enganchar con su equipo, sino que el equipo vuelva a Primera División y además haciendo historia, logrando ser Campeón de Liga, hecho inédito hasta ahora en Vallecas.

Apenas 15 meses después de haberse matriculado en la complicada carrera de entrenador profesional, el «Niño» logra licenciarse y lo hace con sobresaliente además. Por delante, la apasionante aventura de entrenar al equipo de su barrio en la que llaman la mejor Liga del mundo, un reto solo a la altura de gente que ama a la Franja como la ama él. Serán 38 jornadas de pasión, entrega y mucho trabajo, las que esperan al capitán del navío franjirrojo, pero confío en que dentro de un año vuelva a aporrear teclas para contarles a todos ustedes que el «Niño» se ha doctorado con matrícula de honor.

Texto: Alberto Leva

Imagen destacada: Iván Díaz