No me quieras, pero no me dejes morir

05/02/2018
No me quieras, pero no me dejes morir

La sección femenina del Rayo Vallecano pasa por horas bajas y reclama la atención que merece la sección más laureada de este club

Querido Raúl:

Soy tu sección femenina, esa que compite en la Liga Iberdrola, anteriormente llamada Primera División o Superliga femenina. Soy aquella que venía en el lote que compraste por algo más de 900 euros, la misma que congregó a miles de rayistas un día entre semana en el Estadio de Vallecas, orgullosos de nuestras gestas europeas. Raúl, soy la misma que levantó títulos nacionales e hizo que la Fuente de la Asamblea celebrara algo más que ascensos.

Sé que no se puede vivir del pasado y de los recuerdos, pero fue tan bonito sentir el cariño y la admiración de la parroquia rayista, que a veces es imposible no echar la vista atrás y recordar a las Natalia, Keka, Chabe, Burgos, Sonia, Willy, Vanesa Gimbert,… muchas de ellas vistiendo la elástica de la selección nacional, llevando el nombre del Rayo Vallecano más allá de nuestras fronteras. ¿Te imaginas salir del territorio nacional, visitar otros estadios, otras ciudades y otros clubes europeos, Raúl? No, no lo imaginas, tú lo viviste gracias a mí. Recién aterrizado en nuestro barrio, ya pudiste gozar del privilegio de ir a Londres a defender la franja ante el Arsenal. Inolvidable, ¿verdad? Claro, por eso me cuesta tanto no sentir nostalgia del pasado y recordar con lágrimas en los ojos que una vez fuimos referentes en el fútbol nacional, que una vez competíamos de tú a tú allá dónde fuésemos.

Te cuento todo esto, Raúl, porque a día de hoy no paso por mi mejor momento, no te pìdo que me des los mimos que me daba Teresa Rivero, no, pero al menos que repares en mi existencia. ¿Qué nos ha pasado, Raúl? ¿Cuándo se nos rompió el amor, si alguna vez lo tuvimos? Siempre me has dicho que soy una carga para ti, que gasto más de lo que gano, pero ahora eso no es así e incluso hago que a final de año mis números pasen del rojo al verde esperanza. Esperanza en un futuro mejor, en el que vuelva a sonreír, a no tener este sentimiento de soledad que a día de hoy se apodera de mí, de saber que me siento valorada, que hay alguien al que le importo, de no tener que morderme las uñas cada 30 de junio por no saber qué triste y gris futuro me aguarda.

Raúl yo no quiero que gastes en mí lo que despilfarraste en Oklahoma o lo que no supiste negar a la hora de renovar a compañeros de franja con carreras tocando a su fin, sin el compromiso y la pasión que han demostrado todos y cada uno de mis integrantes. Gente que muere por la franja, que cada verano se lleva de vacaciones en su maleta la incertidumbre de no saber su futuro, de no saber si me volverán a ver más, de no saber qué tal estaré o ni siquiera si estaré.

Sé que gestionar un club de fútbol no es fácil, que implica mucho trabajo, viajes a China o a Arabia Saudí, por eso mismo no quiero ser una carga para ti, mírate en el espejo de otros clubes como el Atlético de Madrid, Levante, Athletic de Bilbao o Valencia, y haz que un equipo de gente preparada se encargue de mí. En el club tienes a mucha gente muy válida para desempeñar esta función y seguro que darían hasta la última gota de sudor por hacer de mí algo importante, algo de lo que estar orgullosos todos cada semana. Piénsalo, Raúl, no es tan difícil de hacer, tienes las materias primas y los mimbres necesarios para hacer grandes cosas. Tener a gente como Natalia Pablos, Alicia o Miguel Quejigo (entre otros) en nuestro club no se paga con dinero, algo que tampoco piden o exigen, ellos quieren lo que yo quiero, un trato justo, digno, competir como lo que somos, un club de Primera División y no un club de Juegos Municipales.

En Vallecas siempre hablamos de la solidaridad, la igualdad y los valores que tiene este club, este barrio y nuestra hinchada, pero a veces siento que en lo que se refiere a mí son palabras vacías, carentes de sentido y de contenido. Viajar 12 horas en autobús, no contar con medios para entrenar o dormir en hostales/hoteles de una estrella son nuestro día a día, obstáculos que sorteamos con una sonrisa en la boca porque amamos a esta franja.

Pero, Raúl, esa sonrisa se va apagando, la alegría se va tornando en desilusión y ese mirar hacia arriba que nos llevó a ser el orgullo en Copa de la Reina empieza a ser solo un recuerdo lejano. Jamás te he pedido nada, al contrario, creo que en esta historia de amor-odio he sido yo la que más ha puesto de su parte para que lo nuestro funcione, pero ahora necesito que seas tú el que dé un paso adelante y demuestre que de verdad sientes algo por mí. Si no es así, solo voy a pedirte una cosa y, es que no me dejes morir lentamente, que no tenga que sufrir una agonía permanente. No lo digo por mí, que al fin y al cabo soy una simple sección más (para ti), hazlo por las personas que me acompañan cada semana, te pido que, si alguna vez te los cruzas, los mires a los ojos y veas si se merecen esto que están padeciendo.

No espero respuesta por tu parte, querido presidente. Me valdrá con saber que al menos me has leído y por una vez me has echado cuentas, aunque hayan sido solo cinco minutos de tu valioso tiempo.