GIGANTES SIN BARBA

30/06/2015
GIGANTES SIN BARBA

Nuestro compañero, amigo y socio, Carlos Sánchez Blas no quiere dejar pasar la oportunidad de escribir unas lineas sobre nuestros juveniles de oro, a los que cataloga «gigantes sin barba».

“¿Con qué se puede comparar esto, míster?” “Buf, pues sinceramente es como que el Rayo Vallecano gane la Liga en Primera División”.  Diego Merino, extasiado y sumergido en la enorme fiesta que albergaba el vestuario del Alfonso Murube de Ceuta, contestaba con decisión a esta pregunta que le hice en la antena de Radio Marca. El Rayo juvenil, (¡cómo me gusta eso de “el División de Honor”!), acababa de conquistar la primera Copa del Rey de la historia del club. Un entrenador de sólo ¡26 años! y un grupo de gigantes sin barba han entrado en la historia de una franja acostumbrada a alimentar de forma irracional la fábrica de sueños.

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La película que ha rodado este año el Rayo de los mozos mola mucho. Es un guión maravilloso, repleto de giros, con un suspense interminable y con una moraleja vital muy edificante: a veces los pequeños se convierten en gigantes. Campeones de Liga en Madrid (2ª vez en la historia), semifinalista de la Copa de Campeones (competición que aglutina a los mejores equipos de España) y campeones de la Copa del Rey… contra el Madrid, un equipazo mayúsculo. El éxito es descomunal, honestamente creo que irrepetible. Pero la manera de lograrlo también esconde un romanticismo digno de la manera de pensar de los hinchas del equipo vallecano.

El MiniRayo ganó la Liga con un gol de Raúl Uche en el minuto 93. El MiniRayo ha ganado la Copa con un penalti parado por Javi Ruiz en el 95. Una pena máxima concedida por Pablo Clavería, capitán del equipo que ya ha debutado con Paco Jémez en Primera División. “Metí la mano porque pensé en aquella acción de Luis Suárez contra Ghana”. A sus 18 años, y a caballo entre la intuición y la responsabilidad, Clavería se sacrificó por el bien común. Y le salió bien. Pablo es un tío que siente esa camiseta, sólo había que verlo antes, durante y después de levantar al cielo ceutí ese trofeo que ya está en la constelación rayista. Ajeno a todo, colgado de una nube, sin reparar ni siquiera en el saludo que a su lado quería compartir con él Felipe Miñambres. Esa imagen es el Rayo. Esa imagen es la leche.

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Bueno, todo es la leche. Es la leche que Mayoral y Lazo, buenos como ellos solos, no tocaran un balón en toda la segunda parte. Es la leche ver jugar al pequeñito Juancho. Es la leche el cohete que lleva dentro Akieme. Es la leche la calidad de Pep Biel. Es la leche ver defender a Nico. Son la leche todos. TODOS. Y es la releche que estos muchachos llegarán a la Estación de Atocha después de un interminable viaje que incluyó barco-avión-autobús-bicicleta-sidecar-camión-triciclo-caballo y fueran recibidos a pie de vagón por la hinchada vallecana. Gracias a todos los que habéis estado pendientes siempre de estos muchachos. Y gracias a vosotros, gigantes sin barba, por demostrarle al mundo que en el fútbol todo es posible. No olvidéis que vosotros ya estáis en la historia del Rayo Vallecano. Y eso muchos lo sueñan y sólo los elegidos lo logran.

Carlos Sánchez Blas

 

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