Alberto García, de profesión futbolista

27/06/2021
Alberto García, de profesión futbolista

En este artículo tratamos de agradecer su paso por el Rayo a una persona extraordinaria que tuvimos el honor de que defendiera nuestros palos y nuestro brazalete

Los que me conocen bien saben que me cuesta horrores juntar unas líneas para despedir a alguien a quien aprecio de corazón. Aún le debo esos párrafos a mis amigas Marta Perarnau y a la eterna Ali, cuyo artículo lleva un año en borradores guardados sin salir a la luz. La herida que me produjo su retirada aún no ha cicatrizado y si algún día tengo el valor de acabar ese texto, posiblemente solo lo lea ella en privado, como una de las miles de charlas que compartimos en sus últimos meses como futbolista en activo.

Soy consciente de que el hecho de no escribir estas despedidas, tal vez, sea una coraza para no mostrar el sentimiento de pena o vacío que en mí han llegado a producir, los agitadores de redes sociales o maestros en cabronismo tenemos una reputación de tíos duros que mantener. Con el adiós de Alberto me he propuesto abandonar esa coraza y hacer una excepción, creo que porque dentro de los innumerables futbolistas que he conocido, él es una agradable excepción. Alberto es el típico compañero de trabajo que en una oficina siempre lleva cinco o seis bolígrafos, por si a alguien se le estropea el suyo y tiene que prestarlo, es el típico vecino incapaz de ver a la señora Luisa la del tercero tirando a duras penas del carro de la compra y se lo lleva hasta el mismo umbral de su puerta. En definitiva, Alberto es esa persona que cualquiera que se precie quiere tener siempre a su vera, alguien que desprende un aura de bondad, sencillez y naturalidad que consigue rápidamente conectar con el prójimo.

Tengo la enorme suerte de contar con un gran amigo en la afición azulona, Perico Millán, un hermano que el fútbol me regaló en su día. Cuando Alberto aterrizó en Vallecas ya me avisó de que habíamos fichado a un buen portero y un maravilloso ser humano. El bueno de Perico fijo el listón de mis expectativas muy alto, y cuatro años después creo que el capitán lo ha rebasado con creces. Alberto consiguió ganarme en el primer contacto que tuvimos. Tras un entrenamiento del equipo en el Estadio de Vallecas, yo charlaba con Raúl Granado y Alberto se acercó, saludó a Raúl y antes de que yo pudiera decirle quién era o cómo me llamaba, él se presentó con un «hola, soy Alberto ¿Qué tal?». Puede parecer un gesto minúsculo, pero para mí fue todo un detallazo, sobre todo porque he sido testigo de cómo jugadores salen con la cabeza agachada delante de aficionados o prensa y no se dignan a dar siquiera los buenos días.

No puede ser casualidad que alguien que anuncia su retirada aglutine mensajes de cariño de compañeros de equipo, rivales y aficionados de todos los equipos por los que ha pasado a lo largo de estos 20 años de profesión. Esto está a la altura de muy poca gente y es algo que se consigue siendo un buen compañero, un profesional intachable y una persona íntegra con todo el entorno que rodea a una profesión no siempre sencilla. Es una fórmula que no parece compleja, pero muy pocos futbolistas la cumplen y Alberto lo hizo desde el minuto cero en Vallecas, aunque muchos confundieron ser un profesional como la Copa de un pino con ser «tribunero» o «populista» como se llegó a comentar en las redes sociales. Opinión que ha cambiado a lo largo de los años gracias al talante de nuestro capitán, sus actos han dejado que el tiempo le pusiera en el lugar del escalafón rayista que merecía.

Sereno, prudente y comedido, Alberto fue capaz de mostrar su lado más «canalla» o gamberro en el Estadio Reino de León con la famosa escena en la que se subió al capó del coche que andaba por allí en el campo. Una imagen que sorprendió del capitán, pero que causó furor entre los aficionados rayistas más activos en redes sociales.

Reconozco que tardé en ver los 25 minutos de vídeo que le ha dedicado el Rayo Vallecano, si con los dos minutos de Twitter enganché el berrinche, con el vídeo íntegro podría ser todo un drama. Una vez visto, me quedo con dos definiciones de Alberto muy cortitas, pero tremendamente acertadas,  que hacen el doctor Beceiro y Andoni Iraola. Carlos Beceiro habla de admiración y respeto hacia Alberto García y Andoni Iraola destaca el carisma del capitán, que cuando él habla todo el mundo calla y escucha atentamente. Hace poco tuve la suerte de compartir mesa y mantel con Alberto y Alicia (muéranse de envidia), y un amigo me preguntaba que cómo era Alberto en las distancias cortas y mi respuesta fue que es una persona a la que podrías estar escuchando horas y horas y jamás te cansarías de hacerlo, ya fuese de fútbol, de la vida o de los tramos horarios de la factura de la luz. En cuanto a lo que decía el doctor, poco más que añadir, porque el propio Alberto decía que Vallecas no tenía ídolos, pero sí tenemos referentes a los que admirar y respetar profundamente y él es uno de ellos. En lo más duro de esta pandemia y aún sin poder moverse de casa por la rodilla maltrecha, se encargó de que llegara su aportación para las Despensas Solidarias de Somos Tribu VK, lo cual no sólo habla de la implicación con un equipo de fútbol, sino del barrio que representa.

No recuerdo quién decía en el vídeo que conseguía sacar lo mejor de la gente que le rodeaba y también estoy absolutamente de acuerdo, ha conseguido que sus compañeros entiendan el sentido más amplio de la palabra capitán y así lo reconocía el propio Óscar Trejo. Cercano y preocupado siempre por su entorno de trabajo, para él sus compañeros no solo eran los futbolistas o cuerpo técnico del primer equipo, también lo son Enrique en taquillas, Marian en prensa, Paula Andújar o el entrenador del Alevín J. De hecho, cuando ha habido algún problema, Alberto ha sido a la primera persona que han acudido muchos de ellos y el capitán, dentro de sus posibilidades, ha intentado solucionarlos o mediar para tratar de arreglarlos.

Capitán, he comenzado diciendo lo jodidamente duro que es escribir este tipo de despedidas y voy a ir concluyendo, porque veo que no tendría fin y estoy convencido que has cerrado una etapa, pero comenzarás otra igual de exitosa que esta, porque vas sobrado de calidad humana y académica, eres una «rara Avis» entre los futbolistas profesionales. Ojalá te tengamos de vuelta en el Rayo Vallecano, creo que, tal vez, aún no es el momento y las cosas deben llevar su curso y que vengan cuando tengan que venir.

Gracias por tu entrega en el césped y por haber ganado infinidad de partidos realmente complicados fuera de él. El capitán se retira, pero permanece la persona y nos quedan muchas charlas por delante, amigo. Voy a ser muy poco original en mi despedida y voy a tomarle prestada su frase de cabecera a mi gran amiga y maestra Lola: «eres enorme, Alberto».