Crónica Elche CF 2 – Rayo Vallecano 0

10/02/2015
Crónica Elche CF 2 – Rayo Vallecano 0

El Rayo roza el ridículo en el Martínez Valero en un partido en el que mereció ser goleado.

Días como hoy son propicios para señalar culpables y hacer desfilar en el patíbulo a más de un tuercebotas sin actitud ni agallas, pero desde estas líneas, que al final acaban siendo muy personales, he decidido hacer un llamamiento a la calma en un alarde de frialdad y en homenaje, por qué no decirlo, a un gran amigo que hace unos cuantos años me enseñó a contar hasta diez. Cuando hablo de tuercebotas no me refiero sólo a los pollos sin cabeza que ayer deambularon sin orden ni concierto por el verde del Martínez Valero. También podría referirme al entrenador que, después de haber fantaseado con objetivos inalcanzables durante buena parte de la temporada, pierde el duelo táctico con su rival -míster del hasta ayer colista de la categoría- de forma abrumadora desde antes de empezar el partido, o al secretario técnico que le mandaron comprar -o pedir prestado-, si no un solomillo, sí al menos un buen filete de ternera, y ha vuelto a casa con una hamburguesa de vaca vieja que nadie quiere. Y, por supuesto, puedo estar pronunciando la palabra tuercebotas mirándome al espejo desde la grada -ayer el sofá de mi casa-, por alarmista, calentón e ignorante. Por contribuir a la crispación a través de mi teléfono móvil, como si fuera un Sigfrid Soria cualquiera.

Para el Rayo Vallecano, ganar ayer no era una opción, sino una obligación para no asomarse al abismo. Pero no hubo suerte, porque el Rayo Vallecano no se presentó a jugar anoche en Elche. Desgraciadamente para los franjirrojos, el equipo ilicitano sí que acudió a la cita, y con las ideas bien claras. En realidad, angustiar al Rayo no supone una tarea muy ardua, basta con presionar arriba con cierta alegría para que el cruce de cables sea instantáneo. Resulta asombroso el empeño de Paco Jémez en sacar el balón jugado bajo amenaza de azotaina a unos defensas -sean tres, cuatro o catorce- con enormes carencias técnicas que comparten con Raúl Baena, experto en otros menesteres que poco tienen que ver con la circulación del balón. Y si Trashorras -el favorito de esos comentaristas deportivos que aún llaman Teresa Rivero al Estadio de Vallecas– tiene que bajar a recibir, se queda sin gasolina antes de la hora del bocadillo. Es entonces cuando viene el pelotazo, una solución en absoluto censurable dadas las circunstancias pero inútil en el caso del Rayo, que no cuenta con nadie capaz de luchar por un balón aéreo.

Angustiar al Rayo no supone una tarea muy ardua, basta con presionar arriba con cierta alegría para que el cruce de cables sea instantáneo.

Si a todo esto le sumamos que Leo Baptistao no está -quizá se deprimió viendo de reojo el derbi del sábado, a sabiendas de que jamás va jugar un partido así, o quizá siga lastrado físicamente, o puede que se le junten ambas cosas-, y Bueno volvió a ser el hombre invisible, el Rayo no existió en campo contrario. De hecho, ni tiró a puerta en la primera parte. La contribución de Paco Jémez para alimentar este desaguisado fue doble. Por un lado, volvió a cortar las alas a Jozabed y Álex Moreno, las dos grandes alegrías que había tenido el Rayo durante la primera vuelta, en favor de Aquino -ojalá todos los laterales de la liga fueran Ansaldi, pero no es así- y del ya mencionado Trashorras. Por otro, el cordobés volvió a insistir en los extremos cambiados de banda, un recurso que no funciona en ninguna de sus variantes. Kakuta en la derecha se convierte en un jugador perdido y limitado -fue incapaz de forzar la segunda tarjeta de Albacar, un tipo al que es relativamente fácil hacer perder la cabeza- cuyo único recurso es bombear balones al área que no remata nadie; y Aquino simplemente deja de existir. Más aún, incluso.

Por todo esto y por esa exasperante falta de actitud, el Rayo Vallecano cayó con estrépito en el Martínez Valero. Y gracias, porque una manita hubiera sido justa. Lo más sorprendente es que el Elche falló lo fácil y atinó con lo más difícil: un zapatazo de Damián González que sorprendió a un descolocado Toño -gran actuación la suya, pese a todo- y una jugada alucinante, poco antes del final del partido, en la que ningún defensor franjirrojo logró parar a Garry Rodrigues, que rebotó como una bola de pinball entre la pusilánime zaga rayista antes de asociarse con Fayçal para finiquitar definitivamente el partido. A esas alturas, por cierto, ya estaba el Rayo con diez, después de que Baena cumpliera con su habitual costumbre de ser expulsado en Elche, en este caso por perder los papeles con el árbitro a menos de un metro.

Se puede mirar el calendario del Rayo Vallecano y sentir mareos, pero no sería justo. A Paco Jémez le pagan -y muy bien, por cierto- por enderezar el rumbo como sea. Con Miku o con Manucho, con gorrito para el frío o a calva descubierta, con traje o con los vaqueros del Pull & Bear. Como sea. Para eso le llaman de Jot Down y le hacen entrevistas trendy, de las de leer en la tetería escuchando jazz latino. Ahora, puntuar ante Villarreal, Athletic y Levante antes de ir al matadero del Camp Nou se ha convertido en una necesidad o el suelo va a temblar, y mucho, en Vallecas y alrededores.

Álex Calvo

(Foto Morells – EFE)

https://www.youtube.com/watch?v=5Fj6bH318B8

Alineaciones: Elche CF: Tyton; Damián Suárez, David Lombán, Enzo Roco, Edu Albacar; Mario Pasalic, Adrián, Aarón (Rodrigues 73’), Fayçal Fajr, Víctor (Coro 89’); Jonathas (Cristian Herrera 86’).

Rayo Vallecano: Toño; Tito, Ze Castro, Amaya (Jozabed 77’), Insua; Baena, Trashorras, Álvaro Bueno (Manucho 69’), Aquino (Alex Moreno 46’), Kakuta y Leo Baptistao.

Goles: 1-0: 21′ Damián Suárez; 2-0: 83′ Garry Rodrigues.

Tarjetas: El colegiado amonestó con tarjeta amarilla a Bueno (25′), Leo (35′), Albacar (47′), Baena (71′ y 75’, expulsado), Fajr (87′) y Jozabed (88′).

Estadio: Manuel Martínez Valero.

Asistencia: 14,162.

Árbitro: Teixiera Vitienes.

 

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