Momento de cambio para las manecillas del reloj vallecano

27/10/2018
Momento de cambio para las manecillas del reloj vallecano

Nueva derrota del Rayo Vallecano con una imagen muy pobre, algo que comienza a ser habitual a lo largo de la temporada.

De nuevo el Rayo Vallecano se quedó a medias. Desperdició 45 minutos, regalando goles y anticipando la llegada de los Reyes Magos y una sensación preocupante de resignación.

Se levantaba la mañana fea, grisácea y lluviosa en Girona, presagio de lo que iba a suceder unas horas mas tarde en el césped de Montilivi. El partido era a la una del mediodía, aunque quizás alguien en el Rayo se pensó que era horario Premier League, o tal vez se equivocaron al adelantar la hora de sus relojes, haciéndolo sábado en lugar de domingo.

Sea como haya sido, el Rayo llegó a destiempo, de hecho, llegó bien tarde al partido frente al Girona. El cuerpo de los jugadores estaba presente, sus ganas, actitud, valentía y rapidez creo que estaban en el hotel y tan solo aparecieron tras el descanso. Es posible que, con el estreno de esas calcetas con reborde amarillo chillón, pensaran que no eran el Rayo Vallecano, sino un equipo senior que juega en una liga amateur cada domingo, a modo de pachanga.

El fútbol propuesto hoy por el Rayo era infame desde el principio, sin encadenar dos pases seguidos, sin rumbo, sin saber a que jugar, timoratos. En la empanada general, Gálvez regaló un penalti tras una mala salida de Amat hacia la banda, pero que ocurrió cuando Alberto ya tenía el balón en las manos. En el segundo gol, Gálvez se vistió una vez más de Rey Baltasar para regalar otro gol al conjunto local. Ahí murió el partido, si es que lo hubo.

El Rayo en la segunda parte lo intentó, con mas casta y garra por parte de los viejos del lugar, que con fútbol. Curioso que fuera Gálvez quien recortara distancias en el marcador. Anecdótico. Los cambios dieron otro aire al equipo, pero insuficiente por tiempo, fuerzas y alma. Y es que, este Rayo transmite la sensación de querer, y de no poder.

Como he comentado en otras ocasiones desde el banco un entrenador en ocasiones, debe mandar un mensaje al equipo, tocar una tecla, aleatoria inclusive. En ocasiones así se encuentra el camino. Míchel, por su parte, ha decidido no variar su plan mental de juego, dar los galones a los suyos, morir con “sus” guerreros. Los mismos que, tras el día de hoy, mucho me temo que le han dado la estocada final.