Tras el debut del pasado sábado frente al Real Oviedo, al guardameta Juan Carlos solamente le faltaba posar con la camiseta del Rayo Vallecano ante las cámaras. Una presentación modesta para un futbolista que es de sobra concido por los dirigentes del club, un chico que vuelve al conjunto franjirrojo con ganas de comerse el mundo, de triunfar en el equipo que él considera como su «casa».
El joven guardameta, respaldado por el director general del equipo, Luis Yáñez, y el director deportivo, Felipe Miñanbres, entró a sala de prensa con la satisfacción de haber cumplido un sueño. «Muy contento de volver al Rayo, al primer club que me dio la oportunidad de jugar a nivel profesional», afirmó Juan Carlos. Tras dar tumbos por varios conjuntos españoles, ahora podrá defender la franja durante las dos próximas campañas y, para obtener la confianza del míster, aseguró: «Aportaré toda mi ilusión, juventud y ganas de crecer para que el equipo continúe mejorando».
Además, Miñambres quiso ponerlo como ejemplo desvelando que el portero «ha hecho un gran esfuerzo económico«. Una reducción de salario que mostraba el amor a estos colores, por lo que el director deportivo no dudó en expresar que estaba seguro que el jugador «dará todo por la franja». Por otro lado, pese a haber tres porteros en la plantilla, Juan Carlos explicó que no tiene ningún miedo pues «es una competencia sana y trabajaré lo máximo posible para ganarme un puesto». Sin duda, un chico ambicioso que ya sabe cuáles son las exigencias de Paco Jémez en esa demarcación y que espera vivir «una campaña llena de éxitos, consiguiendo el objetivo y que todos podamos disfrutar del juego del Rayo Vallecano».
Después de la rueda de prensa llegó el momento que tanto esperaba: vestirse de corto. El portero saltó a uno de los campos de la Ciudad Deportiva con una indumentaria amarilla, parece haberse puesto de moda entre los porteros, y con el dorsal número ’13‘ a la espalda. Posó sin ningún reparo ante todos los fotógrafos y atendió a algunos aficionados que aparecieron por las instalaciones. Luego, con una sonrisa de oreja a oreja, se despidió de los presentes y enfiló el vestuario. La próxima vez que le vean será en el terreno de juego, en su casa, en Vallecas.
Texto e imágenes: Antonio Rodríguez
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