Nadar sin guardar la ropa

Nadar sin guardar la ropa

Reparto de puntos entre Osasuna y Rayo Vallecano (1-1) en un partido en el que los dos pudieron llevarse los tres puntos. Magnífica primera mitad del Rayo, que se diluyó en la segunda.

Habían pasado treinta segundos de partido y Raúl de Tomás ya había podido poner por delante al Rayo en El Sadar. El delantero, que venía de anotar un hat-trick ante un débil Lorca, no consiguió materializar las ocasiones más claras del encuentro. La primera, tras un pase de Embarba que lo dejaba solo ante la meta de Osasuna.

Nevaba en Pamplona y el Rayo había salido con chispa. Varias ocasiones durante la primera mitad lo corroboraron. Embarba probó desde lejos a Sergio Herrera y Raúl de Tomás volvió a estrellar un rechace en boca de gol contra las piernas del guardameta osasunista. La tromba sobre Pamplona no era otra que el Rayo Vallecano de Míchel.

Los franjirrojos dominaban el juego a su antojo. Las triangulaciones entre Unai López, Fran Beltrán y Trejo (mucho más desaparecido, aunque dejando detalles de calidad) demostraban la autoridad en el control de los tempos del partido. Más arriba, Chori Domínguez brillaba en la asociación con Embarba, que corría kilómetros en busca del premio del gol. El argentino ofreció un máster de control y distribución de juego en los cincuenta y ocho minutos que disputó. Sin embargo, las ocasiones se sucedían en las dos porterías. El juego más directo de los de Diego Martínez les acercó tímidamente a la meta de Alberto con un cabezazo desviado de David Rodríguez y un magnífico balón de Roberto Torres al que no llegó ningún ariete rojillo por no demasiados centímetros. El resto lo barría Dorado, el hombre más regular en la campaña franjirroja.

Pero estaba escrito que era el Rayo el que se iba a adelantar. Y así lo merecía. En la frontera del descanso, Trejo descargó sobre el Chori en la medular y el Comandante envió un pase en profundidad que el control de Embarba hizo bueno. No lo dudó ni un instante el extremo rayista, que disparó un zurdazo implacable que se coló en la red de Herrera. Golazo en el momento psicológico y un Rayo que parecía que, de seguir así en su juego, podría amarrar los tres puntos en la segunda mitad.

Todo cambió tras el descanso. El Osasuna cambió la cara y el Rayo de Míchel volvió a dar un paso atrás. Y nada tuvo que ver la primera parte con lo que dejó la segunda mitad del encuentro. Kike Barja hacia lo que quería con Álex Moreno y llevaba la práctica totalidad del peligro rojillo. De forma incomprensible, una jugada de barullo en el área no terminó en gol local. Fue el propio Barja quien estrelló su remate en el poste de Alberto García. No obstante, minutos después, un envío del extremo osasunista a la cabeza de Oier iba a cristalizar en el merecido empate para el Osasuna. Una falta lanzada por Quique obligó al guardameta de los vallecanos a emplearse a fondo y, más tarde, el arquero sacó un mano a mano con David Rodríguez que ya suponía el 2-1 para los locales.

Parecía el Rayo acogotado y pareció que podía perder su botín en los últimos instantes del partido. Y quizás conscientes de ello, los rayistas dieron un paso adelante en los minutos finales para terminar el encuentro más lejos de su área. Incluso pudo revertir la situación y llevarse los tres puntos. Unai López filtró un pase milimétrico a la carrera de Bebé, que se entretuvo y marró la ocasión más clara de la segunda parte para el cuadro de Míchel. En el rechace, con Embarba solo en posición franca, Raúl de Tomás decidió lanzar un disparo que se marchó al cielo de Pamplona que tanto había amenazado el duelo en las horas previas. La avaricia rompió el saco y dinamitó las posibilidades de victoria del Rayo en El Sadar. El empate fue el resultado más justo entre dos equipos que se repartieron el partido en sus dos partes. El Rayo nadó, mucho y bien, sobre todo en los primeros cuarenta y cinco minutos, pero no consiguió guardar la ropa.

Jesús Villaverde Sánchez.