Stuck in the Middle with You

Stuck in the Middle with You

La contracrónica de la goleada del Rayo frente al Getafe (3-0) nos recuerda una famosa secuencia de ‘Reservoir Dogs’, una de las películas más míticas de Quentin Tarantino.

Nota previa 1: La lectura de este artículo puede resultar más sugerente si suena de fondo la canción Stuck in the Middle with You de Stealers Wheel.

Nota previa 2: Este artículo no quiere suponer, en ningún caso, una apología de la violencia. Todo es aleg(o)ría.



Hay un policía ensangrentado, amordazado y atado de pies y manos a una silla en mitad de un garaje. Un tipo de camisa blanca y tirantes lo encañona con su revólver. “¿Alguna vez has escuchado los Supersounds de los 70 de K-Billy?”, le pregunta, mientras le muestra el filo de una navaja que limpia cuidadosamente, antes de encender la radio. Parecen viejos conocidos.

Una voz pausada, radiofónica, introduce los primeros acordes del Stuck in the Middle with You. Los Stealers Wheel parecen colarse en los pensamientos del tipo que, sentado, mira con temor y resignación a su enemigo: “No sé por qué vine aquí esta noche. Tengo la sensación de que algo va mal”. El tipo de blanco, cheira en mano, comienza a bailar de manera improvisada, se acerca y se aleja, da una media vuelta al ritmo de la música, continúa con pasos azarosos que provocan una mirada de temor en su víctima.

“Aquí estoy atrapado, en el medio, contigo”. El Getafe de Míchel llegaba a Vallecas como el policía de Reservoir Dogs lo hace al garaje: magullado, lleno de heridas y ensangrentado. Y poco tardó el conjunto de Iraola en atarlo a la silla de pies y manos. A pesar del primer amago de resistencia, un libre directo que botó Enes Ünal al travesaño, Trejo era Michael Madsen. Caño aquí, recorte allá, pisada en el medio, balón al hueco… hasta que asestó el primer navajazo en la cara de su víctima, un Getafe que, aturdido, había tratado de defenderse merced a un evidente penalti de Djené, a las claras, su jugador más inestable.

“Es tan difícil ocultar está sonrisa en mi rostro”, continúan la voz desinhibida de Ariel Bender. Lo era, también, hacerlo para los seguidores franjirrojos. Dominaba el Rayo la escena, de pie, bailando una coreografía que acumulaba control del esférico, de los espacios, multitud de pases y flirteos con las campanillas en forma de regates y detalles de brillante. Bebé, Balliu, Trejo, Isi, Pathé Ciss… Una performance colectiva que hacía las delicias de la hinchada local y desesperaba a los jugadores visitantes, que se enzarzaban en peleas, luchas y faltas antideportivas como respuesta. No importaba. El Rayo bailaba, se gustaba, acompasaba su juego al ritmo de los Stealers. Disfrutaba de su enorme superioridad ante su enemigo íntimo. Era tal la tortura que infligía al Getafe que hasta Tarantino hubiese retirado la cámara como hace mientras Madsen le corta la oreja al agente.

“¿Te lo estás pasando tan bien como yo?”, le dice, justo después de mutilarlo. La respuesta es no, no lo pasaba bien el Getafe ante su rival. Los franjirrojos seguían gustándose y bailaban sin llegar a asestar el golpe de gracia. Lo tentaron en la salida de una falta botada desde la derecha, pero el tanto de Saveljich no subió al electrónico por estar en posición incorrecta.

“No vayas a ningún lado, ahora vuelvo”, le dice el señor Rubio a su víctima. Y tras el descanso, el Rayo volvía a dominar el plano.

Por unos momentos, pareció que el Getafe amagaba con levantarse de la silla. Sin embargo, Iraola buscó herramientas en el maletero y, a la manera en que Michael Madsen encuentra el bidón de gasolina, él encontró a Radamel Falcao. Espoleó el colombiano a sus compañeros y a la grada, que seguía disfrutando el plan. Nos encanta que los planes salgan bien. Cuando ingresó en el pasto, la canción ya nunca se detuvo y el baile fue una constante en el pequeño garaje.

Pathé Ciss roció de gasolina al tipo de la silla con un testarazo que desvió a gol el remate previo de Catena al saque de esquina del vasquito Unai López. Y Falcao, al contrario que en el magnífico guion de Quentin Tarantino, prendió la llama tras anotar el tercero. El pase de Ciss fue un espectáculo que culminó un soberbio control orientado y un remate que no era solo un remate sino el mechero encendido que no consigue lanzar Madsen en el final de la secuencia. El Rayo sí lo consiguió, el Getafe no tenía un Tim Roth que rescatase sus latidos débiles en Vallecas. “¿Te importa si duermo en el suelo? No creo que pueda soportar nada más”.

Los franjirrojos consiguieron salir airosos, victoriosos y con la cabeza muy alta de un garaje en el que los azulones se debaten, deportivamente hablando, entre la vida y la muerte. Los payasos a la derecha, los bromistas a la izquierda; aquí estoy, en el medio, atrapado contigo”.