Tropiezo no es caída

Tropiezo no es caída

El Rayo pierde 1-2 ante el Betis el partido de ida de la semifinal de Copa. Álvaro adelantó pronto a los de Iraola, pero los golazos de Borja Iglesias y William Carvalho voltearon el marcador.

La vida es una eliminatoria a doble partido. Hay infinidad de posibilidades, y aunque la mayoría de veces la lógica se imponga, hay lugar para lo impensable. Lo normal sería creer que el Rayo, tras el tropiezo en Vallecas ante el Betis, está fuera de la Copa. Pero quien vio el partido sabe que nada más lejos de la realidad.

El día y la hora señalados por la hinchada rayista desde que se realizó el sorteo de la semifinal había llegado, y Vallecas se preparó para la ocasión. Esta vez sí, la gente pasó sin problemas a su localidad, y los hinchas del fondo no encontraron ningún impedimento para acceder con su indumentaria. De hecho, hubo tifo y todo a la salida de los jugadores. Igual algún incauto ya estaba afónico por haber cantado durante el calentamiento, pero la ocasión bien lo valía. En un marco impresionante salieron los onces titulares de Rayo y Betis para el primer asalto de la eliminatoria. Iraola formó con todo lo que tenía, manteniendo su marca de la casa copera, que es Mario Suárez de central. En los de Pellegrini, faltaban Joaquín y Canales, pero estaban William Carvalho y Borja Iglesias. Esos dos precisamente acabarían marcando la diferencia.

Aun estaba el común de los mortales asimilando que el partido había comenzado, que se estaba jugando una semifinal de Copa en Vallecas, cuando Balliu convirtió una recuperación en medio campo en la carrera de todos los tiempos. Tras sortear la entrada de Álex Moreno, el albanés alcanzó la altura del área y metió un centro que parecía esperar solamente Álvaro García. Con sutileza, la pelota botó en la frontal del área pequeña y encontró la cabeza del extremo utrerano, que en boca de gol no tuvo más que empujarla. El grito de la hinchada se oyó en Despeñaperros y Ferrol. Apenas se habían jugado 5 minutos cuando el Rayo se puso por delante. Toda una hinchada, todo un barrio, sentía más cerca que nunca que el sueño podía hacerse realidad. Poco importaba que quedase todo el partido por delante y lo que pasase después, ese momento no se lo quitaba nadie.

Lo malo de empezar ganando desde tan pronto es que el rival tiene mucho tiempo para responder. Y eso, teniendo por delante a este Betis, es además algo que sube el nivel de dificultad a niveles extremos. Casi de inmediato se puso el cuadro verdiblanco a buscar la pelota y arrinconar al Rayo en su área. La Franja lograba defender las acometidas verdolagas con cierta solvencia, pero en algún momento tenían fe los de Pellegrini en que saliera a relucir su talento para lograr la igualada. Al rato de tener Juanmi un mano a mano con Dimitrievski que mandó la vaselina floja y desviada, con la gente cantando «La Marsellesa», llegó el momento de Borja Iglesias. Le llegó el balón al «Panda» ante la corona del área, y a base de bailarse un zapateado, se hizo un hueco entre sus marcadores. Lo mínimo necesario para mandar el zurdazo fuerte y ajustado al palo, inalcanzable para Dimi. Festejaba el banquillo y la nutrida concurrencia de público visitante el empate, que si bien dejó herida en el alma de la hinchada rayista, no calló «La Marsellesa» ni bajó las bufandas.

Tras el empate, bajó una marcha el Betis, así que el Rayo podía volver a acercarse al área rival. Buscaban los locales a sus hombres de fuera. Por un lado, a Fran García y un Álvaro que se corría y tiraba todo lo que le echasen. Y por otro, un Balliu en modo moto y un Isi omnipresente, yendo a tope a cada pelota que pasase por su zona y llevándose la mayoría. Por fuera llegaban los balones, pero por dentro no había manera de finalizar las acciones. Estaba muy bien plantado atrás el cuadro andaluz, que además empezaba a dejar entrever que podría ser peligroso a la contra. La primera parte acabó con Dimitrievski rechazando un tiro a puerta de Borja Iglesias bastante mejor posicionado que su gol, pero sin la comodidad a la hora del disparar. Tablas y todo por ver al acabar la primera parte del partido, el primer cuarto de la eliminatoira.

Para la segunda mitad, los de Iraola fueron a tratar de lograr el dominio del juego y de ahí la ventaja. Pero aun estando mejor plantado que su rival, no parecía haber forma de romper la muralla de los de Heliópolis. Pasado el 60, el míster buscó frescura arriba con el cambio de cromos lógico, la entrada de Falcao por Sergi Guardiola. El rugido de la grada ante la entrada del «Tigre» fue realmente el punto álgido de la noche para el colombiano. Además, que cuando el Betis atacaba, lo hacía con mucho peligro y presionando fuertemente la salida del balón. Y cuando lograba controlar en las inmediaciones del área, el miedo se podía sentir, y no era para menos. Recibió en la frontal William Carvalho. Levantó la cabeza y vio a Catena tratar de taparle huecos. Con menos miedo aun que vergüenza le tiró un caño al de Móstoles para plantarse solo ante Dimitrievski y con todo a favor para definir raso al palo largo. Aquí ya sí que cayó el jarro de agua fría sobre la caldera de Vallecas. Entre la euforia y la incredulidad festejaba el Betis el ponerse por delante.

Iraola quemó las naves para tratar de evitar el tropiezo y poder ir a Sevilla con la eliminatoria igualada, más sabiendo que los goles fuera en Copa ya no valen doble. Entraron Nteka y Bebé por Santi e Isi para el último cuarto de hora, y luego lo haría Pathé Ciss por Trejo en el minuto 82. Aun así, parecían estar algo erráticos los recién incorporados, cansados y cargados los que seguían, y en modo existencialista los rivales al verse en ventaja y poder limitarse a tratar de sentenciar en alguna contra. Antes justo de mostrarse el cartelón con los 3 de descuento (justo en verdad, pues no hubo mucha pérdida de tiempo), más de uno cantó el empate, pero claro, no hay que gritarlo antes de tiempo. Bebé ganó la línea de fondo y metió el centro al pico de la pequeña, donde llegaba Nteka para rematar con todo, pero el pie de Rui Silva evitó lo que en cualquier otro caso hubiera significado el 2-2.

Así acabó la historia, al menos por ahora. Partido de fútbol bonito, disputado y noble, como prueba el hecho de que Sánchez Martínez solo amonestase a Óscar Valentín (de enorme actuación, una noche más) por una falta, a Rui Silva por demorar un saque de puerta y al segundo de Pellegrini por protestar. Festejaba la gente del Betis que pululaba por la grada el 1-2, la victoria en el partido. Mascaba el Rayo el tropiezo, que no la caída, en un partido igualado y vibrante que ennoblece tanto a los rivales como a la competición. Con cara de circunstancias, como es normal, y entre aplausos y cánticos de «Sí se puede» y de «Illa,illa,illa, ganamos en Sevilla», se retiraba la plantilla franjirroja por el túnel del fondo de Vallecas. El 3 de marzo se define todo en el Villamarín. Ahí irá el Rayo, con absolutamente nada que perder. El rendimiento como visitante, el rival que tiene delante, el resultado de la ida… Todo parece estar tan en contra de la Franja, tan chungo, tan rematadamente difícil llegar a la final… Que lo veo posible. La derrota se asume, así que en Heliópolis solo podemos vencer.

Informó Jorge Morales García. Imagen de Alberto Leva.