El verano fatal

El verano fatal

Jesus Villaverde analiza la ‘extraña’ planificación del Rayo Vallecano de cara a la presente temporada

“… que a una primavera en calma siempre le sucederá un verano fatal.”

Nacho Vegas y Christina Rosenvinge. Verano fatal.

 

A día de hoy, tras perder 3-0 con el Celta en Balaídos, el Rayo tiene exactamente las mismas limitaciones que tras rascarle un punto al Valencia en Vallekas el domingo anterior. Ni más ni menos. Ni tanto entonces, ni tan poco ahora. Lo que sí puede ser cierto, aunque esto ya no pasa de ser una opinión personal, es que el nivel de la plantilla parece estar más cerca del 3-0 en contra que del 0-0 a favor. La situación es la misma; con exactitud, de hecho. Siguen faltando los mismos fichajes que faltaban entonces, siguen existiendo las mismas carencias y la plantilla sigue pareciendo igual de limitada que lo parecía ante un Valencia cargado de suplentes y muy fallón, al que se le sacó un punto casi milagroso fundamentalmente por dos motivos: la negación de sus delanteros de cara al gol en la primera parte y porque a coraje y valentía muy pocos nos ganan, pero no por juego.

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Incluso siguen aconteciendo episodios cuanto menos extraños en torno a la franja, a veces parece que más pendiente de otras cosas que del fútbol. Porque no es normal, por mucho que sea el Rayo uno de los equipos con menos presupuesto de la Liga, que a menos de 48 horas para el cierre de mercado aún falten, como mínimo, tres jugadores titulares en una plantilla que los necesita como el comer. Y digo que no es normal, no porque no comprenda la dificultad que conlleva hacer efectivos los traspasos con la política de fichajes que lleva desarrollando el Rayo desde hace ya bastante tiempo, sino por esa misma política. Es cierto que, en su día, con el equipo tratando de librarse de la acumulación de deuda, los fichajes tenían que ser a coste cero, cesiones y jugadores que llegasen libres buscando la tan ansiada resurrección que suele proporcionar Vallekas.

Así hemos disfrutado de jugadores como Chori Domínguez o, más recientemente, la pareja Bueno-Kakuta, que conformaban el 75% por ciento de la plantilla de la temporada pasada y a los que va a ser muy difícil encontrar sustitutos. Pero no menos cierto es que algunos, no sé si la mayoría, pensábamos que esa política iría dando paso a una política de fichajes que permitiese ofrecer algo más que esa resurrección a los jugadores que se dispusiesen a venir a Vallekas. En este sentido, por ejemplo, no es muy lógico que equipos de nuestra Liga, de nuestras condiciones socioeconómicas, como el Éibar (con una gran campaña de refuerzos), o incluso equipos de Segunda División, hayan logrado contratar a jugadores que, supuestamente, estaban en nuestra órbita para reforzar el equipo. El gol se paga, se debe pagar, aunque solo sea un poco. Y claro, si no lo haces, tienes que jugártelo con lo que tienes, que no es otra cosa que un Manucho peleón, lleno de corazón, pero sin demasiada puntería, y un Miku en horas bajas del que se espera, o por lo menos yo espero, algo más en las próximas fechas.

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No es nada normal tampoco –y esto no creo que nadie me lo discuta– perder varias fichas con jugadores impuestos por patrocinadores (que sí, que Chendong no tiene la culpa, lo sé). Pero tampoco tiene sentido que se traiga un jugador con el que posteriormente no se va a contar, o eso parece, como Cissé. Por no hablar de la decisión, me temo que de Paco, por la psicosis de las lesiones, de contar con tres fichas para la portería. Si nos ponemos a contar son ya varios los espacios que estamos quitando a una plantilla a todas luces corta. Tampoco parece normal que, por mucho cariño que le tengamos, estemos esperando a un jugador durante meses como si fuese Diego Armando Maradona. Un jugador que, a todas luces, está manejando los tiempos en busca de algo mejor; un jugador del que ni siquiera conocemos su estado de forma actual, lo que comporta un gran riesgo para una plantilla como la nuestra.

Todo es muy raro en torno a la planificación deportiva de esta temporada, como las cesiones de dos jugadores que se pensaba que podrían dar el salto a la primera línea de la plantilla, como Álex Moreno (cedido al Elche) o Johan Mojica (cedido, otra vez, al Valladolid); dos jugadores de banda que, si bien no llegan al nivel de otros que han pasado por sus posiciones, sí podrían haber sido recambios de garantías en una plantilla que adolece precisamente de eso: cierta longitud de maniobra. No sé cuál puede ser el problema, si la falta de comunicación entre unos y otros, las exigencias de los jugadores que tienen que llegar, la paupérrima política económica en torno a los refuerzos, las pretensiones del entrenador o cualquier otra cosa que, como mirada externa, se me escapa. Pero el caso es que, a falta de 48 horas para el cierre de mercado, y con dos jornadas que ya se han esfumado, aún no sabemos cómo de competitiva puede llegar a ser la franja esta temporada. Y la situación no se asemeja a la de otros años, en los que los últimos días faltaba un fichaje que completase lo que había; la realidad es otra, y es que este año lo que falta son tres pilares, tres saltos de calidad (concepto altamente manoseado en este verano rayista) que permitan competir con los rivales y colocarte, al menos, al mismo nivel.

Ya desde julio hay algo que huele raro en Vallekas, una planificación muy “extraña” en el aspecto deportivo que se une, por si fuera poco, a los tumbos que da la directiva en el resto de temas que rodean al club. Por ejemplo, desconozco el montante de la operación Oklahoma, pero me aventuro a pensar que, por escasa que haya sido, ese dinero hubiese venido de perlas para reforzar la plantilla, ávida y escasa de calidad para competir con garantías en Primera. Incluso, más allá de eso, el precio de esa adquisición hubiese sido una maravillosa ayuda para, por fin, acondicionar medianamente unas instalaciones –baños, entradas, iluminación– que dan verdadero asco-pena en nuestro estadio. Solo por poner unos ejemplos de que algo raro sobrevuela Vallekas. Pero no, la directiva parece más dispuesta a enfadar a sus aficionados con movimientos torpes y sin demasiado concierto que a ejercer correctamente su mandato.

Así, llegamos a la primera sFelipe Miñambres en rueda de prensaemana de septiembre con un punto sobre seis –aunque esto es lo de menos– y con un ambiente extraño entre la afición, los medios e incluso entre Paco Jémez y Felipe Miñambres, con el primero declarando en rueda de prensa que básicamente le importa un rábano lo que haga el segundo, echándole en cara cosas que posteriormente el segundo desmiente, y desestimando fichajes con sus mensajes tan velados como claros hacia la secretaría técnica, que, por otro lado, creo, hace lo que puede con las herramientas que el club le proporciona, que no deben ser muchas ni muy afiladas. No puede importarle poco a un entrenador lo que fiche su director deportivo. No puede importarle nada porque luego llegan casos como el de Cissé este año, que parece contar poco o nada, o como el de Boateng el año pasado, que salió de la franja habiendo jugado un único partido en Alcorcón.

Dicho todo esto, espero que mis palabras sean acalladas con algo que nos haga estar tranquilos. Confío en lo que Miñambres pueda hacer, siempre ha solido hacer buenas plantillas a nivel general con lo que ha dispuesto, y confío en que Paco consiga volver a darle identidad a un equipo que, esta vez, dispone de menos novedades. Pero sobre todo confío en los tweets del compañero Carlos Sánchez Blas, el periodista mejor informado siempre en torno a la franja, que asegura que lo que está por venir sí dará ese ansiado salto de calidad. A todo ello me encomiendo con fe casi religiosa. Veremos dentro de dos semanas con qué salimos al campo a enfrentarnos al Deportivo.

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