Paco Jémez, el último samurái

Paco Jémez, el último samurái

«Jémez prefiere que su nombre se equipare a la gloria de perder de forma valiente, que de sumar victorias pírricas de forma cobarde».

Paco Jémez tiene alma de samurái. Durante sus dos temporadas y media en Vallekas hemos podido dar buena cuenta de ello. Los guerreros samuráis japoneses consideraban su vida como una ofrenda al honor que suponía morir y dejar el mundo en la gloria. Para ello rechazaban cualquier tipo de muerte no gloriosa. Para estos guerreros era mejor quitarse la vida a dejar que otros lo hicieran, caer en las manos del enemigo o vivir con la deshonra de haber fallado al código de honor. El samurái se practicaba el “harakiri” cuando su existencia estaba cercana a alcanzar alguno de estos puntos.

Paco Jémez es el heredero metafórico y futbolístico de esos guerreros. Su nombre empieza a asociarse demasiadas veces con el término “suicida”. Y no es extraño. Con una predisposición brutal para seguir sus creencias hasta el final, el entrenador rayista prefiere que su nombre se equipare a la gloria de perder de forma valiente, que de sumar victorias pírricas de forma cobarde. Yo, en cierto modo, lo apoyo. Aunque no sé si le seguiría tan incondicionalmente en cada uno de sus “harakiris”.

Se puede ser valiente de muchas formas. Muchas veces no es preciso hinchar el pecho y quedarse esperando que el filo de la espada penetre la piel. Se puede practicar un fútbol bonito sin necesidad de sacrificar elementos clave. En el partido frente al Espanyol, Jémez se asestó una puñalada desde el minuto uno de la primera parte con una alineación que disponía una defensa de tres sin ningún central. ¿Extraño, verdad? Pero así es Jémez, para lo bueno y para lo malo. Ese día el experimento le salió mal y el Rayo se desangró en casa ante un rival prácticamente inoperante.

Sin embargo, no contento con aquel escarmiento, el pasado domingo en Getafe, el míster dispuso la misma alineación, con la salvedad de que sí había un central en la línea defensiva. Abdoulaye asistió al enésimo “harakiri” de Paco Jémez, al salir a Getafe con la única compañía de dos laterales para defender la portería de Toño. No obstante, esta vez, y tras los primeros veinte minutos de ineficacia futbolística (gol en contra y un par de ocasiones incluidas), la jugada le salió bien. El equipo se trajo los tres puntos ante un equipo que mostró poco más y poco menos que lo que hizo el Espanyol dos semanas atrás.

Por suerte, esta vez el corte no fue mortal, ayudado quizás por el parche que él mismo colocó en la brecha cuando, tras remontar el resultado adverso, colocó otro defensa en la línea y pasó a Tito (comodín invalorable) a la posición de central. No se puede decir que eso suponga una lección ante sus propios errores (que en Valencia por ejemplo costaron la eliminación de la inútil Copa del Rey, al dejar la línea de tres incluso ganando 2-4 a pocos minutos del final); Jémez es inescrutable. Tal vez en el próximo partido vuelva a disponer la línea de tres aunque se ponga por delante del marcador. Evidentemente, sus razones tendrá; nadie se tira piedras contra su propio tejado. Pero a cualquiera de nosotros nos va a llevar al “harakiri” en cualquier jornada. Y si no al infarto.

No hace falta decir que, obviamente, existen buenos motivos para utilizar esa defensa de tres. Incluso muchos de los que estén leyendo esta columna serán de los que prefieran utilizarla. Y sus motivos tienen; yo los comprendo, pero no soy capaz de compartirlos. Considero la defensa de tres un recurso para remontar un partido (en esa situación sí es útil); si la presentas de inicio el mensaje que das al equipo es el de comenzar el encuentro en desventaja. Y no sé cuál es exactamente el resultado de ello. Sin embargo, el cómputo a mitad de temporada, dos partidos antes de finalizar la primera vuelta, es de 20 puntos (siete más de los que tenía el equipo a estas alturas del año pasado). Con lo cual, y pese a los infartos que pueda inducirnos a los aficionados, no se puede decir que sea malo en absoluto. Sí suicida, pero así es Paco Jémez: una especie de causa y a la vez solución de todos nuestros problemas, un entrenador insondable. El último y honorable samurái.

Jesús Villaverde

(Foto: Antonio Luquero)

 

  1. […] sabe si algún día lo conseguiremos con el entrenador que ha batido todos los récords posibles con La Franja. Paco Jémez fue, sin querer, un protagonista más del programa incluso sin haber podido estar […]

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