Infinitas prórrogas

Infinitas prórrogas

Hace tanto que lo vi, que apenas recuerdo su forma y talante. La última vez estaba abatido – creo que lo sigue estando – porque su entorno, antaño amplio y cómodo, se achicaba con el paso del tiempo, hasta el punto de impedir su libertad de movimientos. En este tiempo en que nos hemos visto obligados a separarnos, he preferido desconectarme de él, aunque el fuego de nuestra amistad me abrasaba como nunca las entrañas.

Según he podido saber, volverá al barrio mañana, a eso de las 20:00, a reunirse con unos hombres de Albacete. Por lo visto, la tertulia se produjo hace ya varios meses, pero, debido a circunstancias que aún nadie consigue comprender, se vio pospuesta a días, semanas y, finalmente, meses después. A la cita, podrán acudir únicamente aquellos que formaban parte de la nómina de asistentes y posibles invitados a la pasada reunión. Se sabe, no obstante, que Silvestre, uno de los manchegos, no podrá acudir por exceder los límites en la última ocasión, por lo que sus compañeros contarán con un hombre menos para tratar de lograr sus objetivos.

El trámite será breve, de unos cincuenta minutos, y estará cubierto por un telón cuya opacidad impedirá que nuestro reencuentro pueda producirse. Podremos estar al tanto de todo lo que suceda en ese lugar y agitar nerviosamente las piernas esperando noticias que nos acerquen a lo que buscamos, pero la vuelta de la amistad, ese abrazo que tanto anhelamos, deberá esperar.

Hace tanto que lo sentí, que apenas puedo resistir el tiempo que me queda para volver a ver al club de mi vida volviendo a su casa. He contado cada minuto, cada segundo que restaba para que llegara el día de mañana, mientras llenaba el vacío que su ausencia me generaba lamiendo las mieles de otros escudos de la Germania. No sé qué es esto que se acerca, ni siquiera sé si podemos llamarlo fútbol… De hecho, sé que no podemos. Sin embargo, algo que siempre ha definido este barrio y su franja es que este club, en todas sus formas, es mucho más que un equipo de fútbol.

El Rayo goleó, sin saltar al verde, a la mayor pandemia de la historia contemporánea europea, gracias a la unión de la gente que realmente lo representa. También fue el Rayo quien abrió el marcador en este partido de infinitas prórrogas, al colocar una pancarta en apoyo a nuestros vecinos sanitarios, quienes llevan meses jugándose la vida por nosotros, y tampoco entonces se saltó al Estadio de Vallecas. Ahora, llega el momento de jugar el encuentro menos importante de esta liga, uno que sólo vale tres puntos, uno cuya celebración es lo menos importante en este momento, pero uno en el que nuestro escudo, al fin, podrá evadirnos a todos de una situación sin parangón.

En estas circunstancias, probablemente sea una osadía asegurar que vuelve el fútbol, y desde luego no es mi intención pecar de osado. No vuelve el deporte que conocemos, ni su esencia, ni su base, ni sus canteras, ni su gente, ni su ambiente, ni tan siquiera su emoción… No vuelve el fútbol, no lo ha hecho en todo este tiempo, pero el Rayo, ese misterioso ente abatido por su entorno, vuelve a su barrio, si es que en algún momento se ha ido…

 

Bajas: Alberto, Santamaría, Pozo, Dani Moreno, Isi, Jorge de Frutos, Bebé, Qasmi y Juan Villar.