Pese al resultado cosechado por las guerreras franjirrojas, para nosotros siempre serán ganadoras.
Si alguien busca en estas líneas una crónica del partido Rayo Femenino-FC Barcelona directamente le invito a que redirija su navegador en busca del Marca o el As digital. Básicamente, no escribo una crónica de un partido de fútbol porque ayer se enfrentaban en la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano dos equipos en desigualdad de condiciones. Uno, el FC Barcelona, que compite en Primera División y otro, el Rayo Vallecano, que juega en Primera División. Podrían parecer iguales ambos conceptos, pero para nada lo son. Para poder competir se requiere una seria de condiciones mínimas que, por desgracia, el Rayo Vallecano no tiene a día de hoy.
Sin embargo, tampoco quiero hacer de este artículo una crítica exacerbada hacia un presidente al que le sobra esta sección, pero no tiene el valor de hacerla desaparecer, o bien un profundo lamento por nuestra nula o escasa suerte en la actualidad por tener que padecer a un gestor que no ve las posibilidades que el fútbol femenino comienza a ofrecer (curioso que su asesor, Tebas, sí haya reparado en ello).
Mi intención en estos párrafos y como bien indica el titular, no es otro que el de agradecer a nuestras jugadoras, a esas guerreras franjirrojas, que pese a jugar en inferioridad de condiciones ante prácticamente todos los rivales (hasta el momento han sido todos), jamás bajan los brazos, no dan un balón por pérdido, dan la cara hasta el último segundo del último minuto y, lo más importante de todo, honran y dignifican la franja que con tanto orgullo lucen y defienden.
Ayer por ejemplo había gente que catalogaba el duelo como la lucha de David contra Goliat (“Metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”), pero en realidad si el Rayo Femenino hubiese sido el David de turno, a la hora de meter la mano en la bolsa no habría ni piedra ni onda y si querían derrotar a Goliat (Barça) hubiesen tenido que hacerlo a collejas o a capones.
A día de hoy, creo que los que seguimos al equipo somos conscientes de cuál es nuestro objetivo en la temporada y que además no será fácil conseguirlo, por eso es importante (este año más que nunca) estar cerca del equipo, celebrar sus victorias y apoyarle a muerte en las derrotas. Pese a su juventud, me consta que la ilusión puede con creces al desaliento, pero es lícito y humano que las chicas o incluso el cuerpo técnico (también jovencísimo) tenga momentos de dudas, de pesimismo, pero todos juntos y remando en la misma dirección vamos a llegar a buen puerto, porque la tripulación es cojonudo a pesar de que el capitán no sea Jack Sparrow (más bien Esparrago). Y además de conseguir el objetivo, si logramos un botín aún mejor, que nadie descarte a las guerreras para nada.
Normalmente cada lunes, elegimos a la mejor jugadora del partido, a nuestra Matadora Ortiz. Pues bien, esta semana no hay ganadora (algunos cafres dirían que por lo mal que juegan, a esos que les conteste el Diego) porque en nuestra humilde opinión y por los motivos anteriormente expresados, todas son merecedoras de tal distinción. Como dice nuestra amiga en común, Lola, ¡sois enormes! No bajéis los brazos porque en Vallecas llevamos hasta las últimas consecuencias aquello de «siempre a las buenas y siempre a las malas te animaré».
¡Gracias guerreras!
Texto: Alberto Leva
Fotos: Miguel Angel Mena