El Rayo vence al Lugo en casa (2-0) y consigue alejarse a 7 puntos del descenso. Los de Míchel ofrecieron una de sus versiones más completas para borrar del campo a un equipo de playoff. Lass brilló como revulsivo.
Nota aclaratoria: Esta crónica no estará acompañada de las imágenes de nuestro fotógrafo Iván Díaz debido al veto selectivo del Rayo a nuestro medio. Sin embargo, se puede ver una fotogalería del nido de porquería y ruina en el que Raúl Martín Presa y asociados están convirtiendo una institución de 93 años. No queríamos terminar esta nota sin agradecerle a todos los “compañeros” de prensa y al grueso del rayismo su “apoyo incondicional”. El silencio, a veces, lo dice todo.
Cuánto ha cambiado este Rayo en solo un par de meses. La franja se ha lavado la cara, se ha acicalado y luce más bonita que nunca en este curso. Comparecía el Rayo en busca de su segunda victoria consecutiva con la novedad de Pablo Íñiguez en el once titular. Y salió con ganas, con mucha fuerza. No había pasado ni un solo minuto cuando los locales ya podían haberse adelantado en el marcador. Javi Guerra y Ebert se intercambiaron los papeles para que el primero sirviese un centro en bandeja que el alemán envío por encima del travesaño. La grada, incondicional, rugía.
El Rayo se había presentado en el césped con las máximas que Míchel anunció en su primera rueda de prensa. Posesión y presión de la salida rival. Un método que, a la vista de los resultados, le funciona a los de Vallekas. Dos ocasiones más de Embarba pudieron abrir el marcador antes del pitido del colegiado. Sin embargo, el guardameta Roberto sofocó las dos amenazas con sendas intervenciones. Especialmente plástica fue la segunda, con la que despejó un tiro que buscaba la escuadra con una estirada de fotografía.
No tuvo mucho más la primera mitad en cuanto a disparos entre los tres palos. El guion del partido ya estaba escrito y solo quedaba desarrollarlo. Así, los de Míchel dominaban el centro del campo -gran partido de Trashorras y Fran Beltrán- y buscaban desequilibrar al Lugo, pero la casi totalidad de los centros desde los flancos terminaban en las manos del arquero del cuadro lucense. Por su parte, la escuadra de Luis César se defendía con intentos de contragolpe que nunca llegaron a fructificar. El héroe de La Condomina, Paulo “Magneto” Gazzaniga, no tuvo que emplearse en exceso durante la primera mitad. Apenas tocó el balón con las manos el meta argentino.
La segunda mitad comenzó como un calco de la primera. En el minuto 3, Patrick Ebert, muy activo durante toda su participación, mandaba fuera un pase de la muerte de Embarba tras una buena jugada del extremo. Poco después, Calavera emuló a los virtuales defensas del FIFA para sacar, en la línea, una falta directa del propio Ebert que ya se colaba en el marco gallego. La jugada inmediatamente posterior significó la única ocasión de peligro del Lugo, pero Joselu remató fuera el contraataque visitante. El minuto 58 fue el destinado a cambiar las tornas. Míchel puso en liza al guineano Lass, a la postre revulsivo y revolucionario, y la banda derecha volvió a tener el plus que la fatiga había arrebatado a Ebert, que se lo dejó todo. La notable mejoría en la actitud del alemán se puede leer como el reflejo del cambio de toda la plantilla con la llegada del míster vallecano.
La entrada del extremo africano no hizo sino acrecentar el asedio rayista a la retaguardia rival. Una buena jugada personal del internacional guineano repelida por Roberto fue el prólogo de la alegría. En el minuto siguiente, una cabalgada por banda izquierda del interior franjirrojo finalizó en un penalti inexistente que materializó Javi Guerra. Sin estar el malagueño en su mejor momento, acumula ya ocho dianas, la mayoría anotadas con Míchel en el banquillo. El Rayo ya había colocado la primera piedra de su triunfo, pero siguió buscando el marco lucense con ahínco. Primero Embarba, con un disparo cruzado que rozó el poste y otro al lateral de la red, y después Álex Moreno, tras robar un balón en la salida y obligar a Roberto a demostrar su calidad, estuvieron a punto de ampliar la renta.
Entretanto, Míchel ya había realizado la otra sustitución ganadora. Manucho entró al verde en el lugar de Javi Guerra en el minuto 74 y solo cuatro más tarde el angoleño culminaba con el segundo tanto una buena jugada del Rayo por banda derecha. Galán mandó un balón envenenado a la espalda de Kravets, Lass lo recogió como una bala y se lo puso a Manucho, que se disfrazó de Gomis tanto en el remate como en la celebración tigresa. La conexión africana daba sus frutos y conseguía poner distancia en el marcador para llegar con más tranquilidad al pitido final. O eso parecía, porque en Vallekas nunca se vive la tranquilidad total. Así lo demostró el Lugo con dos acercamientos peligrosos. El primero, en la jugada inmediatamente posterior al gol, con un cabezazo de Joselu al larguero en boca de gol. Y el segundo, cuando el partido agonizaba, con un remate con el que Gazzaniga asistió a su cita habitual con la intervención de mérito tras una pérdida de Trashorras. El capitán se quiso poner en la piel de Xavi Hernández, pero su giro fue interceptado. Eso sí, una mancha no hace borrón en el muy buen partido del centrocampista gallego, director de orquesta de los de Vallecas junto a un Fran Beltrán al que la grada mimó tras su renovación hasta 2020. Hasta para eso estuvo atento Míchel, que lo retiró del campo a falta de dos minutos regalándole la sonora ovación de una hinchada entregada a su talento y su entrega. Solo quedó tiempo para que el colegiado equilibrase las equivocaciones con un gol legal anulado a Santi Comesaña. Pero ya daba igual, el Rayo encadenó su segundo triunfo consecutivo y volvió a traducir en puntos su sobresaliente estado de forma.La franja coge vuelo. El efecto Míchel existe.
Texto: Jesús Villaverde
Imagen de archivo: Iván Diaz