Victoria muy trabajada del Rayo ante un Levante líder y ya en Primera División. Lass volvió a ser decisivo con su gol. Los franjirrojos se distancian de los puestos de cola.
La lógica dibujaba un partido efervescente. El Levante llegaba recién ascendido a Vallekas y el Rayo lidiaba con los fantasmas de su necesidad tras los últimos resultados de sus rivales directos. Todo indicaba que el equipo de Vallekas saldría al campo a imponerse con contundencia y celeridad en las luchas y los de Muñiz, obviamente, mucho más relajados. Pero Vallekas no invita a la lógica.
Salió con una idea clara el equipo de Míchel: presionar la salida de balón para dificultar la circulación del rival y ganar el encuentro mediante la posesión. Para ello, el eterno 8 del Rayo alineó un doble pivote con Trashorras y Baena que liberaba algo a Fran Beltrán, jugando más cerca de la mediapunta que de la defensa. Sin embargo, la otra parte del supuesto plan parecía no resultar y el Rayo daba la impresión de llegar algo falto de contundencia e intensidad a los duelos individuales. El resultado dio con unos primeros minutos en los que los locales hacían circular el balón con intermitencia y sin demasiado peligro más allá de una ocasión clara que Aguirre mandó fuera en el minuto 6 cuando ya casi se cantaba el primero en la grada. El Levante, por su parte, incluso pese a permanecer en estado de latencia buena parte de la primera mitad, ofrecía sensación de saber muy bien cuáles eran sus directrices. Los visitantes permanecían muy ordenados sobre el terreno y trataban de combinar con agilidad, pero la portería vallecana solía quedar muy lejos tras el robo.
No habían pasado todavía los diez minutos y Muñiz ya había realizado el primer cambio. Rober Pier dejó su lugar a Espinosa debido al virus estomacal que, explicado en rueda de prensa por el propio entrenador visitante, sacó del once a varios de los jugadores que iban a ser de la partida. En esas estaba el partido, un poco adormilado en el impasse de dominio entre ambos conjuntos, cuando Pablo Íñiguez se vistió de Xabi Alonso para romper las tres líneas rivales con un pase magistral a la espalda de la defensa. Embarba, tras un gran desmarque, recogió el regalo del 14 y batió por bajo a Oier. La entrada en el once del central burgalés está siendo una de las grandes alegrías del tramo final de temporada.
Así las cosas, con el marcador favorable para los intereses del Rayo, la lógica hablaría de un nuevo partido con mucho más control del equipo de casa, que movería el balón y buscaría el desequilibrio en la línea defensiva rival con más tranquilidad. Pero no. Otra vez la lógica fue escurridiza. Quizás atenazado por el miedo al resultado, como reconoció el propio Míchel en su comparecencia posterior, el Rayo cedió el balón y el control del partido. Y el Levante, sin hacer demasiado por ello, se fue aproximando al área defendida por Tomás Mejías, en su debut con la franja roja (rosa, en su caso). Avisó primero Rubén García, que puso a prueba los reflejos del meta tras un mal despeje, y poco después una cesión fatal de Amaya, muy impreciso en todo el encuentro, estuvo a punto de llevar el empate al marcador. Poco a poco, el Levante llegaba y, en el minuto 40, dos de los mejores jugadores de la categoría, Morales y Roger Martí, combinaron en la frontera del área para que el delantero batiese a Mejías con un tiro cruzado. La jugada vino precedida de un error clamoroso de Adrián Embarba con una pérdida tras cruzar de banda a banda la salida del balón. Lo que Embarba te da, Embarba te lo quita. Y viceversa, como veríamos más tarde.
La primera parte concluiría, poco después, con un remate de Amaya a las manos del guardameta granota a la salida de un córner. Y la segunda comenzaría con un Rayo algo dubitativo, quizás con las piernas agarrotadas por la importancia de los tres puntos en juego. Míchel retiró en el descanso a un Diego Aguirre completamente ausente para dar entrada a su revulsivo, el guineano Lass. Con el africano sobre el césped, el entrenador local buscaba la chispa, la velocidad y el desborde en banda que no había tenido hasta entonces. Sin embargo, el Levante parecía más entero y entró al campo con un mayor control de sí mismo que en la primera mitad. Los primeros minutos tras el regreso estuvieron llenos de imprecisiones y errores no forzados. Muy pronto avisó Roger con un disparo lejano desviado, que pareció despertar al Rayo. Baena enviaba un testarazo envenenado que Oier atajó con una de esas intervenciones de postal. La grada rugía y pareció espolear a los suyos, que a partir de entonces sí buscaron con más ahínco el gol que les volviese a poner donde querían en el electrónico. Y llegó. En el ecuador de la segunda parte, tras una serie de rebotes en el área en los que se pidió penalti por mano, Adrián Embarba recogió un rechace y, lejos de disparar a portería, como parecía lógico, el extremo franjirrojo picó el balón con clase por encima del meta levantino para que Lass empujase de cabeza bajo palos. Gran detalle técnico del interior rayista en la asistencia.
Los primeros minutos tras el gol franjirrojo parecieron calcar el guion de la primera mitad. El equipo de Muñiz daba la impresión de volver a controlar el partido y el Rayo volvía a dar la imagen de un equipo algo atenazado. Mejías evidenció este estado de nervios cuando estrelló un despeje sencillo en la espalda del atacante que presionaba.El esférico estuvo tentado de ir hacia la portería local, pero Quini lo rescató y se aseguró de enviarlo fuera de peligro. No obstante, pese a las contingencias, fueron los de Míchel quienes gozaron de las oportunidades más claras hasta el final del encuentro para sumar distancia al marcador. Lass rozó el palo izquierdo de Oier con dos grandes disparos y un omnipresente Adrián Embarba marró un mano a mano frente al guardameta que hubiese supuesto la rúbrica definitiva a un muy buen partido del extremo. Pero el partido estaba visto para sentencia y lo único relevante ocurrió ya fuera del tiempo reglamentario. Santi Comesaña entró en la provocación de la retaguardia levantina, que terminó el partido algo fuera de sí con un par de entradas feas y empujones sin sentido y sin balón en juego, y el colegiado mostró al gallego la segunda amarilla que le impedirá viajar a Alcorcón. Lo lógico hubiese sido, efectivamente, no entrar en la bravata y enfilar el camino de vestuarios con el buen sabor de una victoria importantísima en el bolsillo. Pero, ya saben, Vallekas no invita a la lógica.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Imagen: Iván Diaz