El Rayo consigue una victoria sufrida (2-0) frente al Sevilla Atlético en un partido grisáceo. Los de Míchel mantienen la tercera posición y se sitúan a tres puntos del ascenso directo.
El fútbol está minado de tópicos. Nunca hay que vender la piel del oso antes de cazarlo, con el nombre y el escudo no se gana, si no aprovechas tus ocasiones acabarás pagándolo, el buen entrenador es el que cambia los partidos… Todas se dieron cita ayer en el Campo de fútbol de Vallecas, donde se midieron las fuerzas el Rayo Vallecano y el Sevilla Atlético. Dos contextos diferentes que, sin embargo, no obedecieron a la que parecía la lógica antes del pitido inicial.
Repetía alineación Míchel. En Pamplona había funcionado el tándem formado por Trejo, que inició la jugada del gol, Chori Domínguez, que asistió, y Embarba, que materializó la ocasión, y el entrenador rayista decidió apostar por los mismos hombres. Sin embargo, la lógica le volvió a fallar. Ni Trejo, desapareciendo poco a poco salvo algunas acciones puntuales, ni Chori, en su partido más errático y gris. Algo menos Embarba, que al menos persistía, como siempre, en sus intentos. El que sí funcionaba era Unai López. Un asesino silencioso que domina a la perfección el juego, el tiempo del partido y que, por si fuera poco, se entiende bien con las bandas y con ese faro minimalista que es Fran Beltrán, algo más fallón ayer que de costumbre.
Avisó primero el filial hispalense, que a los siete minutos pudo adelantarse a la salida de un córner. Alberto repelió de forma poco ortodoxa el cabezazo de Mariano Konyk. El control del juego era muy disputado y el Rayo no conseguía hacerse con el dominio medular en el que Míchel basa su apuesta. El primer disparo peligroso de los locales llegó en el ecuador de la primera mitad, pero Unai López no acertó con los tres palos. Los chicos de Tevenet, por su parte, se defendían y trataban de salir a la contra con un Marc Gual por el que pasaba casi todo el juego de ataque de los sevillistas. Pero Dorado, el más regular de la escuadra vallecana, conseguía arreglar todos los rotos en la retaguardia. La temporada del cordobés está siendo notable como elemento vital desde el trabajo y el sacrificio sordos.
Al filo del descanso, la grada de Vallecas vivió el habitual momento de incertidumbre de cada semana. Un error en la salida de balón ayudó a que Aburjania consiguiese filtrar un balón a la espalda de la defensa. En la definición, Curro estrelló el balón contra la madera y salió repelida la posición de Alberto, que consiguió despejarlo a saque de esquina. Así acabó la primera mitad, con el poste salvando a los de Míchel. Tras la reanudación fue el guardameta el que se erigió como salvador franjirrojo. No había pasado el minuto de juego cuando Marc Gual recortó a Amaya en el pico del área y se sacó un disparo directo a la escuadra. El capitán franjirrojo alzó el vuelo y, a mano cambiada, consiguió una de esas intervenciones tan plásticas como vitales para el marcador final.
No lo veía nada claro Míchel, que a los siete minutos de la segunda mitad realizó un doble cambio para solucionar uno de sus mayores debes. El entrenador vallecano quitó a la pareja argentina formada por Trejo, completamente desaparecido, y Chori Domínguez, muy gris pese a haberlo intentado con varios (y buenos) cambios de juego en los primeros cuarenta y cinco minutos. En su lugar introdujo a Javi Guerra y Bebé y ahí empezó el Rayo a ganar el partido. Dos minutos más tarde, Unai López probó fortuna desde la frontal del área y Soriano desbarató el intento. Pero el Rayo parecía haber despertado del letargo y en el minuto 56, cuatro después de su ingreso en el terreno de juego, Guerra cabeceó a gol un córner de Embarba.
Con el marcador de cara, los de Míchel ya podían efectuar su fútbol de posesión y control del juego. Para fortalecer esa idea, el Capitán rayista introdujo a Elustondo -buenos minutos- y retiró del encuentro al ariete Raúl de Tomás, que no tuvo su mejor tarde, aunque mostró voluntad. No obstante, el Sevilla Atlético, lejos de entregar la cuchara, continuaba tratando de poner peligro en las transiciones y a balón parado. En los flancos, Embarba y Bebé se mostraban más incisivos y veloces frente a los defensores hispalenses, aunque ninguno de sus intentos alcanzaba a ver portería. Hasta que en el minuto 88, el extremo cedido por la SD Eibar se inventó un trallazo desde tres cuartos de campo que se coló como un tren en la meta defendida por Soriano, que solo pudo asistir con la mirada. Gran disparo del portugués, que cerró un marcador algo engañoso a la luz de lo vivido en una tarde dominical en la que, por fin, Míchel consiguió voltear el partido desde el banquillo. La franja roja se mantiene en tercera posición y mira de reojo al ascenso directo y a los duelos directos que disputará en Vallecas frente a Huesca y Cádiz. Pero eso tendrá que esperar; de momento, León medirá en siete días la fuerza con la que es capaz de soñar y desear este Rayo.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Imagen: Iván Díaz