Reconocimiento a Tito tras sumar su partido 150 en Primera División con el Rayo Vallecano
“A working class hero is something to be…” (John Lennon)
Los héroes son más héroes cuando son silenciosos. Y de silencio y trabajo sordo sabe mucho Roberto Román Triguero. Tanto que todavía muchos no lo terminan de ubicar cuando se le menciona por su nombre completo. Si hablamos de Tito, la cosa cambia. No hay duda de que el 2 es el ídolo en la sombra del Rayo Vallecano. El capitán. El que siempre, transcurra como lo haga el viaje, rema más fuerte. El que nunca tiene una mala palabra ni un mal gesto.
El lateral derecho del Rayo acumula 191 partidos con la franja. El miércoles podría igualar a otro de los mitos en activo, Piti (192), para convertirse en el jugador de esta plantilla que más veces ha vestido la camiseta. Siete años en los que ha dejado claros su compromiso y su esfuerzo constante para con el escudo que representa y que, yo, como aficionado rayista, espero que no deje de defender hasta su retirada. Porque no hay mejor comodín que él para la defensa. Porque el entrenador que esté en Vallekas puede alinearlo con la seguridad y la confianza del cometido bien hecho.
El hábitat natural de Tito es el carril derecho de Vallekas (o de cualquier campo en el que el Rayo se dispute los puntos). Sin embargo, ya lo hemos visto en diversas posiciones con equivalentes garantías. Esta temporada, sin ir más lejos, ha jugado partidos en el lateral contrario, el siniestro, y también en el centro de la defensa. Y siempre con idéntico desempeño. Compromiso, sacrificio y constancia. Desde su llegada a Vallekas, procedente del Alcorcón, previo paso por el equipo de su debut, el Alcalá, y por el filial del Mallorca, esa siempre ha sido su seña de identidad. La del currante que se ensucia la ropa para que el colectivo salga adelante airoso, la del tipo que, si le vienen mal dadas, se arremanga y se compromete a dar más de sí mismo hasta revertir la situación.
Hace poco ruido, pero siempre está ahí. En el último partido frente al Villarreal, su aparición 150 en Primera División con el Rayo (en este dato solo es superado por otro de los capitanes, Roberto Trashorras, con 166), la banda izquierda fue suya. Significativo, teniendo en cuenta que el alcalaíno es el mayor ejemplo de TRABAJADOR (sí, en mayúsculas y resaltado) que hay en la plantilla de la Agrupación. El working class hero de Vallekas. Desde allí fue capaz de secar todos los intentos de ataque del “submarino amarillo” (hoy la cosa parece ir de Beatles), pero también de rearmar el juego de ataque franjirrojo e, incluso, poner un delicioso centro a pierna cambiada a la cabeza de Miku para darle un hálito de salvación al equipo y la grada.
Y lo mejor de todo es que lo hace con la naturalidad del que no se concede demasiadas medallas, del que conoce a la perfección que ese esa es su labor, del profesional que disfruta de la tarea bien hecha, pero que cuando la termina vuelve al sitio, borra su media sonrisa característica, se recompone y vuelve al tajo como si nada hubiese acontecido. Ese es Tito, nuestro CAPITÁN. Un tipo que a base de trabajo ha conseguido suplir con garantías (¡y qué garantías!) un hueco que, cuando Coke, otro de los grandes capitanes, salió rumbo al Ramón Sánchez Pizjuán, parecía difícil de cubrir. Un tipo que ahora, en cambio, se ha convertido con orgullo, dignidad y perseverancia en el heredero del mítico 2 de Cota.
El árbitro pitará el final del partido y, si el Rayo ha conseguido la victoria, él volverá a sonreír levemente mientras abraza a sus compañeros. Probablemente sabiendo que sin su despliegue el triunfo no hubiese sido posible, pero concediendo siempre, sin dudar, los méritos al ejercicio del conjunto. Y sin decir nunca una palabra más alta que la otra. Porque él es así, es un tío de equipo, un obrero del fútbol como cada vez quedan menos. La perfecta definición de humildad, sudor y voluntad. O, por qué no, de valentía, coraje y nobleza. Un futbolista del que puede estar orgulloso el proletariado. Pocos le buscarán en zona mixta, menos aún le destacarán como el hombre del partido, pero siempre, desde la posición en la que parta, habrá aportado su inconmensurable grano de arena en la victoria. Y la grada de Vallekas sabrá (o debería) reconocerlo como el héroe sigiloso que demuestra ser en cada jugada. Ya lo dijo Carlos Sánchez Blas: Tito y 10 más. Siempre. A working class hero.
Jesús Villaverde Sánchez