Fran Beltrán ya forma parte de la historia franjirroja y ahora toca escribir un nuevo capítulo en Primera División
Existen determinadas situaciones en las que, ni aún con muchas palabras, el mejor de los entendedores es capaz de extraer una conclusión válida o comprensible. La salida de Fran Beltrán, el mayor diamante de la cantera rayista en los últimos años, es una de ellas. Pasados varios días y una derrota ante el Belenenses, de la Primeira Liga portuguesa, es hora de dejar de intentar justificar el movimiento, de buscar culpables y, en definitiva, de continuar con los sueños que existían con su presencia, porque sí, es una baja sensible, pero sin duda no letal.
La plantilla ha sufrido un retroceso en calidad con respecto a algunas jornadas atrás, siendo Elustondo y Jesús Mena, jugador del Rayo B la pasada campaña, los únicos militantes en la zona baja de la medular. Este factor, sin embargo, no implica que la próxima temporada vaya a estar caracterizada por ello. Vendrán ilusionantes fichajes que reforzarán todas las líneas, de calidad y nombre, o al menos así lo dictan los ocho millones que la salida del jugador del Celta de Vigo ha dejado en Vallecas. No debe olvidarse, sumado a esto último, la hasta ahora continuidad de otras piezas claves del conjunto franjirrojo, como Óscar Trejo, Álex Moreno o Adrián Embarba, así como la llegada de otros como Kakuta o Pozo.
Pese a este bache en el camino por mantener la categoría y, por qué no, pelear los puestos de UEFA, hay plantilla suficiente para encarar un camino cuyo fin puede ser inimaginable, para disfrutar cada paso y solventar todo tropiezo con la esperanza de que el barrio y su equipo, como toda fiera difícil de domar, se levantará cada vez que caiga. Vallecas y el Rayo son constancia, lucha, esfuerzo y, por encima de cualquier otro aspecto, amor. Quien por comodidad o deseo de cambio abandona los ladrillos de la Avenida de la Albufera por un lujoso dúplex en la ciudad no posee su lugar en la misma. En esta misma senda, quien navega la Ría de Vigo en lugar de domar las olas de un mar pirata, actuando en contra de sus propias palabras, por el mero hecho de ascender económicamente, no tiene sitio en el Rayo Vallecano. Es por ello por lo que debemos olvidar lo sucedido y no renunciar a aquello a lo que realmente aspiramos, huya quien huya.
Así, es momento de olvidar y levantar la vista hacia los objetivos, con la seguridad de que el mejor canterano que el club posee, la verdadera clave del éxito del mismo, defenderá por siempre la franja con el poder de su garganta; caiga quien caiga, esté quien esté.