Ayer volvimos a ver las dos caras de este Rayo Vallecano, la buena en la primera parte y la gris en el segundo acto.
Dicen que cada cual tiene a su media naranja, que cada yin tiene su yang, cada héroe su antagonista, y cada bien su parte de mal. El Rayo Vallecano, tras una primera parte de ensueño y una segunda a olvidar frente al Athletic Club, comparte dicha afirmación, al menos en el día de hoy.
Volvía el fútbol a Vallecas para disputar el partido aplazado de la jornada 3 entre los madrileños y los bilbaínos, y lo hacía para intentar calmar las ganas de victoria de aficionados y jugadores rayistas, aunque, tras la disputa de los noventa minutos y el 1-1 final, la espera deberá proseguir.
Comenzaba el encuentro de forma ilusionante para el elenco franjirrojo, con una primera parte casi perfecta del cuadro dirigido por Míchel, en la que los locales dominaron el partido y sometieron al Athletic a un asedio futbolístico constante. La primera acción de peligro para el Rayo llegaría en el minuto trece, con un gol anulado a Raúl de Tomás por una mano existente, aunque de dudosa voluntariedad. Sin embargo, sólo once minutos después se produciría la primera alteración del marcador, con José Ángel Pozo como protagonista. El mediocentro andaluz condujo hábilmente la pelota, sorteando a los defensores para buscar espacios y soltando la pierna para convertir un auténtico golazo desde fuera del área.
Tras cuarenta y cinco minutos de fútbol con el Rayo Vallecano como protagonista, llegaría el descanso, y con él una inversión de los papeles. Era el conjunto vasco quien ahora monopolizaba el juego, por lo que su primera ocasión no tardaría en llegar. En el minuto cuarenta y ocho, un recién incorporado al césped, Raúl García, aprovechaba un gran centro para rematar hacia la portería de Alberto con muchísimo peligro, salvando este de manera providencial. Únicamente dos minutos después, el navarro volvía a encontrarse con un balón aéreo que, de nuevo, mandaba a la portería del meta rayista, quien lograba atajar. Sería en el minuto sesenta y seis, en cambio, cuando el “22” de los leones recibiría recompensa por su constancia. Tras enviar con la testa un balón al poste, Iker Muniain, aprovechando una sucesión de errores defensivos, en palabra del propio Míchel “evitables”, empujaba la pelota a placer al fondo de la red, poniendo el uno a uno en el luminoso. Sin embargo, no iba a ser la única ocasión de los vascos, pues en el ochenta y seis la tuvo Aritz Aduriz para poner el 1-2, de nuevo por alto, pero su disparo se marchó desviado.
A nivel individual, cabe destacar la labor de los jugadores de la medular, con un Pozo excelso que volvía a la titularidad, un Imbula pletórico en la conducción de balón y regate, y un Santi Comesaña simplemente espectacular en todas las facetas del juego.
Como conclusión, los de Míchel se introdujeron de lleno durante la primera parte en el tan buscado “camino a seguir”, desplegando un fútbol de calidad, sólido en defensa, seguro con la pelota y, en suma, encogiendo a todo un Athletic Club. Todo cambió, es cierto, en una segunda mitad que desplomó la ilusión hasta entonces generada, pero el sábado espera el Girona y, mientras tanto, lo hace tras ver al mejor Rayo de la temporada, al menos durante cuarenta y cinco minutos. Una mitad ya existe, sólo falta la otra media naranja.