La cantera del Rayo Vallecano nos ha regalado una nueva alegría este fin de semana, pero no conviene descuidarla lo más minimo.
La cantera del Rayo Vallecano siempre se ha caracterizado por ser una de las más brillantes de Madrid, tal vez, no en cuanto a número de jugadores que hayan llegado a la élite, pero sí como una verdadera alternativa a los siempre potentes Real Madrid y Atlético de Madrid. Esto no pasa desapercibido en el resto de la geografía española y solo hay que ver como en los últimos años, a los ya habituales clubes madrileños, se han sumado equipos como Girona, Deportivo de la Coruña, Betis, Sevilla, etc. a la hora de pescar en la cantera franjirroja.
Este año no podemos decir que nuestros equipos estén brillando en exceso, de hecho la temporada está siendo dura e incluso algo cruel para algunos de ellos. Esto no quiere decir que los chicos y los cuerpos técnicos no estén dándolo todo por este escudo, sino que a veces salen las temporadas atravesadas y, pese a los esfuerzos por salir de estos baches, los resultados no acaban de acompañar. Todo mi ánimo y apoyo hacia todos ellos, ahora es el momento de estar a muerte con estos equipos y lejos de reproches solo vale arrimar el hombro todos, desde los que mandan hasta el aficionado de a pié.
Con este panorama, se avecina un mes de junio cuanto menos movido en el Ensanche de Vallecas y con mucho trabajo por delante en las categorías inferiores. Algo que va a ser mucho más que un reto teniendo en cuenta la nula infraestructura de la que dispone el Rayo Vallecano. Raúl Martín Presa nunca ha visto o no ha querido ver a la cantera como el activo más importante de un club como el Rayo Vallecano. Cuando de poner en una balanza el cuidado a los más jóvenes del club y la morterada televisiva, siempre ha caído descaradamente del lado de la segunda opción Hay equipos, igual de modestos o más que el Rayo Vallecano, que han apostado por su cantera, por dotar de los medios necesarios para seguir creciendo, por mejorar los campos de entrenamientos o sus instalaciones y los resultados están ahí.
Una vez dicho todo esto, y a pesar de los pesares, aún hay ciertos halos de esperanza viendo a equipos como el Benjamin A que este fin de semana se ha proclamado campeón de liga con una autoridad brutal, tanto en el partido disputado ante el Atlético de Madrid como a lo largo del campeonato (aún restan cinco jornadas para finalizar). Es impresionante ver como chavales de estas edades asimilan y llevan a cabo ciertos conceptos del juego, que difícilmente veremos en algunos jugadores profesionales. Verles competir es todo un gustazo para los que nos gusta el fútbol, el Rayo Vallecano y, por añadidura, las categorías inferiores. Hay que destacar la ambición de un equipo que pese a ganar holgadamente el partido y saberse campeón, seguía trabajando y peleando del mismo modo que lo hacía tras el pitido inicial. Ambición que, en ocasiones, hemos visto en el fútbol profesional transformada en menosprecio al rival con caños, ruletas o bailecitos absurdos y provocadores. Nada de esto se vio en los campos de Arroyo de la Media Legua el sábado. Se vio a un equipo serio que respetaba al rival y que antes de celebrar su título, saludó deportivamente a los contrarios. Estos gestos que, a priori, pueden pasar inadvertidos o quedarse en un segundo plano, hay que destacarlos siempre, porque esos son los valores del Rayo Vallecano. Y eso es mérito del cuerpo técnico, en el caso del míster, de Alberto Madrid, es algo que ha mamado desde la cuna.
Esta generación de benjamines puede dar muchísimas alegrías a un club como el nuestro, pero el Rayo Vallecano debe y tiene la obligación de buscar los mecanismos para hacer ver a esos padres que celebraban la victoria con una pasión propia de cualquier hincha franjirrojo, que tal vez haya clubes en los que sus hijos podrán tener más medios, pero jamás unos valores y un cariño como el que le va a dar la familia rayista.
Todo esto va en el debe de los responsables del club, pero también es cierto que la afición debería recompensar un poco más el esfuerzo titánico que hacen nuestros equipos de cantera en cada partido e ir a apoyarlos aún más. Pero no solo al Benjamín A por ser campeón, sino a los que no ganan siempre porque serán los que más lo necesiten. En Vallecas aceptamos que nos gusta ser del equipo que menos gana, pero que con más pasión celebra esos triunfos. Traslademos ese ejemplo a las categorías inferiores y tratemos de llevarlos en volandas lo que resta de temporada, porque ellos sí lo merecen y, sobre todo, lo agradecen.
Personalmente, es algo que intento hacer dentro de mi limitado tiempo libre cada fin de semana, por todo lo anteriormente dicho, pero es que, además, con el juego de lo más pequeños disfruto como un enano, tal y como he hecho este sábado con el desborde de Nacho, la potencia de Manu y Lucas, el oportunismo de Agudo y Blanco (los Adris), la calidad de Enzo, la picardía de Iker o Diego, la jerarquía de Miguel y Raúl, la sobriedad de Paulo o la habilidad de Rober. No quiero olvidarme de Byron, Fer o Hugo (el Zamora de la competición) que esta semana les tocó descansar y vivirlo desde fuera, pero han hecho una grandísima temporada también.