El Rayo Vallecano recibirá en el día de hoy, a las 16:00, al RCD Espanyol, líder de la categoría, tras dejar malas sensaciones en su última visita a Tenerife.
Anoche paseé sobre una Vallecas dormida, que se protegía de octubre con el calor de algunos valientes transeúntes de mirada baja y ojos entreabiertos. La Avenida de Pablo Neruda, en un momento en que moría por calentar mis manos con las últimas líneas de la historia del vate y su cartero, fue testigo de mis andares consumidos, del eterno camino fugaz hacia mi destino. Solos yo, mi cansancio y esta «anti-previa» empujándome la espalda.
Mi ligera pero atrevida experiencia me ha demostrado que el nivel de mis escritos futbolísticos está íntima y peligrosamente ligado a lo que el Rayo muestra en el césped. Robando a Jorge Valdano su célebre discurso, el fútbol ―y todo lo que lo rodea― es un estado de ánimo. Así pues, la ilusión, la motivación y los productos que derivan de ellas no son más que consecuencias de ese furor o derrotismo pasional.
En ese nocturno caminar de vuelta, pensé en lo difícil que resulta opinar sobre un cero a tres en Ponferrada, rememorar la siesta que se perdió por once hombres dormidos en el Rodríguez López o escribir sobre la visita de la mejor plantilla de la categoría en los últimos años. Mi estabilidad anímica no termina de acomodarse a estos vaivenes de exuberancia y drama a partes iguales.
El RCD Espanyol de Vicente Moreno, a las 16:00, visitará en el día de hoy el Estadio de Vallecas, desde lo alto de la clasificación. El conjunto «perico», que aún no ha encajado en lo que va de competición, suma trece puntos de quince posibles y acumula tres victorias consecutivas, dos de ellas a domicilio. Asimismo, la vuelta del club catalán al barrio dos temporadas después trae consigo el regreso de dos grandes nombres del pasado franjirrojo: Adrián Embarba y Raúl de Tomás.
Los de Andoni Iraola, por su parte, se han proclamado victoriosos en los dos choques disputados en su estadio. El último de ellos, en una situación similar a la actual, supuso una exhibición futbolística que sirvió para recoger los restos de una dura derrota ante la SD Ponferradina de Jon Pérez Bolo. No obstante, los locales poseían el peor goalaverage de los nueve primeros clasificados al inicio de la jornada (+2), frente al gran registro de los visitantes en este aspecto (+7).
Anoche paseé sobre una Vallecas en calma, que se protegía de la soledad de sus calles iluminadas soñando con tiempos mejores. Bajo sus farolas, noté el filo de esta «anti-previa» clavarse en mi cuerpo soñoliento, supe lo complicado que resulta escribir sobre el Rayo, volví a sentir lo duro que es sufrir esta franja, y recordé, entre los brazos de mi barrio dormido, que nada de ello sería más difícil que sentirme lejos de este escudo.
Imagen: Rayo Vallecano