A eso de las 14:00 de este sábado arrancará en Vallecas un nuevo partido, pero hay semanas en las que el fútbol es lo de menos.
Siempre me ha resultado fascinante la capacidad que tiene el Rayo para hacer creer a la opinión pública que tiene los conocimientos y la potestad suficientes como para poder decir algo con cierto rigor y sentido. Aprovechando la ausencia de titulares, los mecenas de la comunicación y sus fieles seguidores se levantan de nuevo de su aterciopelado sillón, asoman la cabeza a un barrio que dice ser de Primera División, vierten su peste y cierran la ventana hasta que vuelva a haber un pedacito de carne que morder.
Con frecuencia, se amparan en el argumento del fútbol como ente únicamente deportivo para criminalizar a una afición que utiliza sus colores como motor de su lucha por la igualdad social. Resulta paradójico, no obstante, que quienes apelan a la separación entre fútbol y política sean los mismos que profesan un odio constante motivado por la corriente ideológica de la hinchada vallecana.
En 1999, dos investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Cornell llevaron a cabo un estudio que acabaría por dar nombre al conocido como efecto Dunning-Kruger. Se trata de un «sesgo cognitivo que provoca que las personas menos competentes en un determinado campo sobreestimen sus habilidades y aquellos más competentes las subestimen». En otras palabras, Cristina Roda (autora del artículo citado) vendría a explicar con jerga científica aquello de que «la ignorancia es muy atrevida».
Cuando estalla una bomba mediática en Vallecas, este efecto se eleva al máximo exponente. Los mismos individuos que con un poco de suerte destinan algo de atención a un resumen del Rayo por semana, afilan sus garras y arañan sin ton ni son a quienes verdaderamente conocen la verdad de la que los invasores dicen ser los portadores. No deja de impresionarme cómo a lo largo de la historia los foráneos pretenden imponer su modo de vida a los legítimos habitantes de la tierra.
Hay clubes tan pequeños que sólo tienen títulos; clubes tan diminutos que sus aficionados piensan que el escudo no existe más allá del fútbol. Lo que hace tan especial al Rayo es que lo deportivo es la excusa. Aquí, ni vale todo por ganar, ni vale cualquiera para animar, porque sí, se reparten carnés de rayismo, y los racistas, xenófobos, homófobos y fascistas nunca lo tendrán. Los que desprecien al barrio, a su gente y a su historia, tampoco.
La Franja está por encima de cualquier jugador y miembro de la institución, y por tanto cualquier momento que sirva para luchar por ella será el instante perfecto para hacerlo. Vallecas es la solicitud de contrato para sus jugadoras, la exigencia de pago a sus entrenadores de cantera, la defensa de su fútbol formativo, la lucha por unas instalaciones dignas y seguras… La reivindicación de tres valores innegociables. Todo lo que se salga de ello no es ni será bienvenido. Que nadie nos diga cómo vivir nuestra historia.
Por cierto, jugamos contra el Getafe.