El Rayo Vallecano se ha impuesto al RCD Espanyol, algo que ha sucedido en los cinco duelos que pericos y franjirrojos han disputado con Iraola en el banquillo
El Rayo Vallecano ha derrotado en la tarde de noche de hoy al RCD Espanyol por 0-2 en el RCDE Stadium. Este era el quinto duelo que le enfrentaba a Andoni Iraola al conjunto perico en los tres últimos años y ha completado un pleno de victorias. El técnico de Ursubil se ha convertido en la bestia negra del espanyolismo y muy posiblemente no veamos al bueno de Andoni veraneando en la Ciudad Condal en los próximos años.
Iraola, el hombre de la sonrisa eterna y la tranquilidad absoluta, debió pensar que lo que funciona es mejor no tocarlo, por lo que al verde de Cornellá decidió salir con el mismo once que tan buen resultado le dio ante el FC Barcelona. A priori, un once de garantías para buscar la victoria, pero el inicio de partido no fue el esperado y el equipo no era capaz de hilvanar una sola jugada de ataque, sin lograr dar dos pases seguidos y totalmente ahogado por la presión alta a la que le sometió un Espanyol que, en su estreno ante su público, quería dar buena imagen y salió decidido a llevarse los tres puntos.
Si el partido ya pintaba feo de por sí, para un Rayo que no había comparecido en los primeros minutos del choque, Lejeune iba a resultar expulsado al ver dos tarjetas amarillas en apenas dos minutos de juego. La primera tarjeta llega tras una falta clara sobre Balliu (acabó sangrando por la nariz) que no consideró como tal Figueroa Vázquez, que iba a ver como el partido se le empezaría a escapar desde ese momento. Poco después, en un salto con Joselu, el central galo impactaba con el brazo sobre el delantero perico y el colegiado le mostraba la segunda amarilla. Si alguien es capaz de enseñarme a saltar con los brazos pegados al cuerpo como si fueras la pieza larga del Tetris, se lo agradecería de corazón.
Con Lejeune en el tunel de vestuarios, Iraola reinventaba a Pathé Ciss, en lo que muchos pensaban que sería algo circunstancial y que Mario Suárez saldría en breve para recomponer el equipo. Pero no, Iraola ha hecho gala de su fama de hombre tranquilo y no se descompuso pese a jugar con 10, manteniendo a Ciss atrás, en una decisión que ha marcado el devenir del choque viendo el partidazo del senegalés. Sin ver como el resultado peligraba, el Rayo seguía grogui, sumido en un pequeño caos interno que se plasmaba en situaciones tan inexplicables como la tarjeta que iba a ver Dimitrievski en el minuto 23 por pérdida de tiempo. Dimi, querido, ni Javier Clemente ordenaba a sus equipos perder tiempo tan temprano, igual a eso le tendrías que dar una vuelta para la próxima. Otra muestra del descojone franjirrojo que se estaba viendo sobre el césped, fue la caida de Sergio Camello tras un golpe de Sergi Gómez, que a la postre desembocó en la expulsión del zaguero catalán. Con el jugador cedido por el Atleti tendido en el suelo, sus compañeros siguieron atacando y jugando el balón ante la sorpresa de los propios futbolistas del Espanyol, durando la situación hasta que los locales robaron el balón y Figueroa Vázquez decidió hacer lo que tuvieron que hacer los franjirrojos, detener el partido. Mientras se atendía a Camello, Martínez Munuera, desde el VAR, alertaba al trencilla sobre la jugada entre Sergi Gómez y el delantero rayista, lo que propició que el colegiado fuera al monitor a revisar la jugada. Una vez vista la acción, mostraba tarjeta roja al jugador perico, igualando las fuerzas y quedándose ambos equipos con 10 efectivos.
Diego Martínez sí decidió mover ficha y dio entrada a Calero en lugar de Nico Melamed -hasta el momento, había sido el mejor de los suyos-, recomponiendo el centro de la defensa. Andoni no se inmutaba -da igual cuando lo lean- y siguió con el plan previsto pese a que no estábamos viendo la mejor versión de su equipo. Corría el minuto 35 cuando Isi Palazón, nuestro particular «Golden child», se hacía con un balón en tres cuartos de campo y aguantaba cuantos envistes recibía por parte de los jugadores locales, hasta que consiguieron derribarle. El de Cieza se perfiló para golpear el balón o eso nos hizo creer a todos, ya que tocó en corto para que Unai se la devolviera y en un golpeo perfecto y ajustado al palo, Isi conseguía adelantar a un Rayo Vallecano que, hasta entonces, no se había asomado por el área del Espanyol. Golazo y celebración muy acorde a lo que la mayoría de los rayistas gritamos tras tremendo gol: «Viva la madre que te parió, Isi».
Al descanso y tras nueve minutos de prolongación, se llegó con ventaja en el marcador en un partido en el que el buen juego brilló por su ausencia y las tarjetas y las expulsiones acapararon prácticamente todo el protagonismo.
En la segunda mitad se dio la vuelta a las tornas y el partido ganó en intensidad y vistosidad, dejando en un segundo plano las acciones polémicas y disciplinarias por parte del colegiado. Sorprendió el cambio de Isi y Trejo a los 11 minutos de juego, para dar entrada a Salvi y a Óscar Valentín. Sacar a Óscar siempre es bien, pero apenas había comenzado la segunda mitad como para pensar en cambios en el Rayo. Solo dos minutos después iba a llegar la sentencia del partido con el segundo gol rayista. Tras un saque de esquina se iba a producir una buena combinación entre el propio Óscar Valentín y Álvaro García, ganando este línea de fondo y superando a su marcador para poner un balón envenenado al borde del área pequeña, que dejaría pasar Catena con una apertura de piernas para que Pathé Ciss solo tuviera que empujar el balón al fondo de las mallas. Jugada ofensiva de muchos quilates, volviendo Álvaro a mostrarse como un puñal letal, Catena como un delantero metido en el cuerpo de un defensa central y Pathé Ciss llegando como un auténtico tren de mercancías emulando a Radamel Falcao.
El partido se encarrilaba para un Rayo que en la segunda parte había cambiado el chip y había pasado de Jekyll a Hyde. En la última media hora de encuentro, el Espanyol trató de recortar distancias en el marcador, pero se encontró con los palos de la portería rayista, primero Edu Expósito y Puado hasta en dos ocasiones. Tal y como reconocía Isi al final del partido, habíamos tenido esa dosis de suerte necesaria para no encajar goles.
¿Será la suerte del campeón que dicen tener los equipos que ganan siempre? Seguramente no, pero lo que sí podemos afirmar sin ánimo de equivocarnos es, que el Rayo Vallecano, Iraola, sus jugadores y la hinchada que estoicamente hace noche en Payaso Fofó anhelando conseguir un abono de fondo, dormimos líderes.
Sueñen bonito, rayistas.
Texto: Alberto Leva
Imagen destacada: Alejandro García / EFE