Ganar al Getafe es como escuchar la mejor de las baladas. Camello fue ayer el solista que se encargó de escribir la partitura de dicha balada
El fútbol es tan jodidamente raro que el niño que durante años soñó con marcar goles a pares en el Metropolitano, lo consigue con la camiseta de otro equipo distinto a la de su Atlético de Madrid, y lo hace en un partido en el que ni siquiera juega el Atlético de Madrid en dicho campo.
Sergio Camello ingresaba en la cantera del Atlético de Madrid con solo 9 años y allí se formó como futbolista y persona, llegando a debutar con el primer equipo, el sueño de todo canterano. Pero seguro que, Sergio soñaba con marcar algún día un doblete con la elástica rojiblanca, ya fuese en el Metropolitano. O, tal vez, en el Calderón, tal y como canta nuestro admirado Leiva (Eme, cuando te meta un gol, voy a ser un killer, que todo el Calderón me lo chille). Aquel chaval que soñaba con dar un bocado al mundo, en verano cogió las maletas y pensó que Vallecas iba a ser su rincón favorito de Madrid.
Él no se acordará, pero en su primer amistoso con la Franja en Las Rozas, le dije que iba a ser un gran año y que se iba a sacar la chorra a paseo. El tiempo me dio la razón y aquel chaval de aspecto tímido, cuando zarpa el barco (Santa Inés) se le pone el alma pirata, le crecen cuernos y rabo en vez de un par de alas blancas, y se transforma en el mismísimo diablo para las defensas contraria.
Hasta el día de hoy, Camello esta temporada había jugado 14 partidos ligueros, siendo titular en la mitad de los mismos y no sabía lo que era marcar en dicha competición. Sí lo había hecho en Copa del Rey ante el Atlético de Lugones. Poco bagaje goleador para un jugador que la temporada pasada anotó seis goles y el primero de ellos llegó en la séptima jornada.
Pero el 2024 le tenía esperado un gran inicio de año al tipo del pendiente y el coche escarabajo. Dicen que a la Avenida de la Estrella Polar llega primero el invierno. Si esto es así, en segundo lugar llega a San Blas -Canillejas y en una tarde fría, con un horario más propio de cafelito, Spotify y manta, volvía al Metropolitano, ese estadio que soñaba ver lleno y coreando su nombre. El sueño se ha cumplido solo al 50%, puesto que solo 11.000 sobre 70.000 espectadores se daban cita en el templo rojiblanco. Por suerte para Sergio y para los rayistas, los 300 hinchas de la Franja que allí estaban, corearon su nombre tras marcar un doblete que le daba al Rayo los tres puntos. Un regreso a un estadio que, hace años, fue nuestra casa durante un tiempo.
Con estos dos goles, ponía fin a esta mala racha y seguro que en su interior pensaba que «si me dieron por muerto, déjales que brinden y hagan sus plegarias«, mientras sacaba esa guitarra invisible para celebrar su doblete de dianas. Aunque el 34 de la Franja estuviera en su peor momento (goleador), cruzó al otro lado y luchó con esas bestias gigantes. La afición y tus compañeros solo quisieron decir que no dejaron de creer, por grande que fuese la sensación de vertigo constante, aunque dijeras «no te preocupes por mí«.
A partir de hoy, Ese, cuando metas un gol, vas a ser un killer. Que todo Vallekas te lo chille. No será el Calderón en cuanto a capacidad, pero como buen rock and roll star, no necesitas llenar Las Ventas o el Wizink para dar tu mejor versión, y, aunque seamos una sala de conciertos pequeña y modesta, tenemos una acústica de puta madre y una legión de fieles que te seguirán en cada acorde que des.