El Rayo Vallecano B logró tres puntos en un partido épico, heroico y raro hasta decir basta. El colegiado fue el triste protagonista del choque
El Rayo Vallecano B se jugaba la vida en la mañana de ayer y, pese a seguir en una situación muy delicada, el triunfo por la mínima (0-1) le otorga una bola extra a jugar el próximo domingo en Alcalá.
Si no estuviste en Serranillos del Valle o no tuviste la oportunidad de ver el partido del Rayo Vallecano B ante el FC Villanueva del Pardillo, tal vez puedas pensar que te estoy contando una crónica de sucesos más que una crónica futbolera. O incluso puedas llegar a pensar que, lo que vengo a relatar en las próximas líneas, es todo ciencia ficción y fruto de mi imaginación. Creo que puedo afirmar sin ánimo de equivocarme que, el de ayer es uno de los partidos de fútbol más inauditos e increíbles de los que he tenido la fortuna de presenciar, si no el que más.
¿Es posible presenciar un partido de fútbol dentro de otro partido de fútbol? Rotundamente sí. Ayer hubo un partido durante 70 minutos, con sus pugnas, sus alternativas en el dominio del mismo, con más o menos tensión por lo que había en juego, pero sin más. A partir del minuto 70, comenzó el partido del desquiciamiento general, provocado por Kilian Conde Clemente, el trencilla del choque, que quiso ser mas protagonista que los 22 futbolistas. De hecho, debió pensar que 22 tipos le podían robar esa cuota de protagonismo y empezó a marcarse su particular Diez Negritos con los futbolistas del filial franjirrojo, y fue quitándose del medio jugadores hasta dejar al Rayo con ocho efectivos para terminar el encuentro.
Un partido que alargó hasta en 10 minutos en la segunda parte y, posteriormente, decidió alargar aun más el añadido en otros dos minutos largos. Y es que el bueno de Kilian debió gustarse y ya se sabe, que cuando uno está a gusto en un sitio, le cuesta arrancar y marcharse. En esos casi 13 minutos, hubo tiempo para que el Villanueva del Pardillo hiciese dos tantos, que iban a ser anulados por el colegiado, con el consiguiente enfado del cuadro local. Porque, ¿Para qué tener a 20/22 personas de un equipo encabronadas, cuando puedes doblar la apuesta y acabar por llevar al límite a ambos equipos? No he tenido la oportunidad de ver repetidos los goles, aunque en directo parece muy claro que hay juego peligroso y parece estar bien anulado. Pero cuando entras en esa dinámica de encadenar errores, querer demostrar que la tienes mas larga que los futbolistas y que en lugar de templar los ánimos, sacas el bidón de gasolina para avivar aún más el fuego, está claro que vas a terminar recibiendo las críticas de unos y de otros.
Volviendo a lo puramente futbolístico, es evidente que el partido no va a pasar a los anales de la historia como una oda al buen fútbol. El choque era un duelo de necesidades y estaba claro que, el que cometiera menos errores tenía muchas papeletas para llevarse el gato al agua. Y así fue, en una primera parte de dominio alterno, un gran balón servido por Álex desde el costado izquierdo iba a ser rematado de primeras por Cuéllar, que entraba desde atrás y lograba batir a Damián. Apenas un minuto antes, en una jugada muy similar entre ambos protagonistas franjirrojos, Cuéllar no acertaría a abrir el marcador, lográndolo a la segunda.
Tras el gol llegaron minutos de confusión para el bando local, con muchas imprecisiones en los pases, perdidas de balón o despejes erróneos de su guardameta. En ese lapsus de tiempo, el Rayo B trató de presionar en bloque alto para tratar de transformar ese nerviosismo en un segundo tanto que dejase noqueado al rival. Pero no iba a llegar ese gol de la tranquilidad y, poco a poco, el Pardi se hacia con la posesión del cuero, pero el poco peligro venía de disparos algo lejanos o desviados de Rulo, posiblemente el mejor futbolista local en la mañana de ayer.
Al descanso nos marchamos con la ventaja en el marcador y el convencimiento de que era un día en el que tocaba apretar los puños y sufrir, tal vez, como no se habia sufrido en toda la temporada. Lo que no vimos venir ninguno, ni siquiera Raúl Martín Presa o David Cobeño desde la grada, era lo que el árbitro nos tenía guardado como colofón final del partido.
En la reanudación, Jorge Vallejo no iba a tocar nada, con Expósito y Aitor en el centro del campo haciendo un trabajo brutal, liberando a Manu Navarro con total libertad de movimientos entre líneas, cayendo a bandas o tratando de filtrar pases a Cuéllar. Losada en banda derecha aprovechaba la profundidad de Marco, un lateral de largo recorrido, para intentar irse al centro en busca de poder soltar un latigazo letal con su zurda. Y en defensa el equipo muy serio, con un gran Arribas a pesar de jugar algo condicionado por la tarjeta amarilla vista a los 18 minutos de juego.
Cumplida la hora de juego, el míster franjirrojo decidió dar entrada a Ybarra y a Sergio Alonso en lugar de Alex y Cuéllar, ambos con claros signos de fatiga tras 60 minutos .y exigentes en el plano físico. Había cambio de fichas, pero el sistema y la idea de juego trataba de ser la misma, presión en el centro del campo y transiciones rápidas por banda para intentar cogerle la espalda a la defensa local. En el minuto 67, Iván Ramos iba a suplir a Expósito, omnipresente todo el partido, siendo clave en el juego de contención en el centro del campo rayista.
Apenas dos minutos después de entrar al campo, Iván veía cartulina amarilla y la falta cometida iba a desencadenar la antología del disparate del colegiado. En los típicos duelos de defensas y delanteros mientras se prepara el lanzador para botar la falta, Ander, futbolista del Villanueva del Pardillo, caía al suelo dando varias vueltas de campana y echándose las manos a la cara como si le hubiese atropellado un autobús. Para sorpresa de propios y extraños, en lugar de penalizar tan burda y mala teatralidad, el árbitro mostraba tarjeta roja directa a Jaime, que se quejaba amargamente de tan solo haber tocado con su pecho el hombro/espalda de su rival.
Con la expulsión de Jaime, Jorge Vallejo tuvo que reajustar el equipo y dió entrada a Guzmán, retirándose Manu Navarro. De esta manera, el equipo perdía creatividad arriba, pero ganaba músculo en una defensa que se había quedado sin uno de sus efectivos. Entre tanto, Marco visiblemente acalambrado, tenía que ser atendido en banda y el equipo se defendía como gato panza arriba con solo 9 jugadores. Viendo esa circunstancia, el juez del partido debió pensar que era el momento de darle una vuelta de tuerca a todo y dejar al equipo con 8 futbolistas en cuestión de un minuto. Iván Ramos primero y Arribas posteriormente veían la segunda tarjeta amarilla, ambos por protestar. Según el acta arbitral, Iván Ramos es expulsado en el minuto 73 y no en el 89, minuto en el que ve la segunda amarilla realmente.
Se veía venir que el añadido iba a ser largo y el asistente avisaba a ambos banquillos que nos iríamos al minuto 100. Con los tres expulsados asomando la cabeza por la puerta del vestuario, con miedo a que el árbitro les pillara un paso fuera del mismo y con un servidor informando de lo que sucedía y el tiempo que restaba, tocaba defender ya a la heroica los ataques de un Villanueva del Pardillo que, con tres futbolistas más, se podía permitir el lujo de volverse sobre el área rayista. Este asedio tuvo premio en el minuto 95, llegando un gol local que el árbitro anuló por fuera de juego a instancias de su asistente, con el consiguiente enfado del banquillo local. Enfado que se vería acrecentado cuando, acto seguido, un balón lateral iba a ser rematado de chilena desde el interior del área, colándose en la porteria defendida por Mario y siendo anulado el tanto por juego peligroso sobre Guzmán. En ese momento, el partido se convirtió en voces y protestas por parte de ambos banquillos, con nuestros tres castigados al borde de un ataque de nervios.
Como el señor Conde Clemente lo estaba gozando cual cochino en una buena charca de barro, 10 minutos de añadido le debió parecer poco y se sacó de la manga otros casi tres minutos más. Con la afición rayista desplazada a Serranillos (familiares en su práctica totalidad) pidiendo la hora desde la grada y el banquillo rayista en un sinvivir, el trencilla se dignó a poner fin a esta tragicomedia que él mismo se habia encargado de formar con sus decisiones y su actitud.
El triunfo nos deja dos lecturas positivas: la más importante es que el filial sigue con opciones de permanecer en Tercera y la segunda es que los corazones de todos los que allí nos encontrábamos parece a prueba de bombas tras los más de 100 intensos minutos de partido.
El domingo habrá que repetir machada en Alcalá, algo que no se antoja sencillo, pero con la actitud de hoy puede lograrse y llegar al último y definitivo match ball en casa contra el Canillas una semana después.