El banquillo bilbaíno inclinó la balanza en el duelo de Vallecas
El Rayo Vallecano recibía al Athletic Club de Bilbao en un duelo de aficiones hermanadas, que han disfrutado de una enorme previa gracias al horario de las 18.30 horas. Los aledaños del Estadio de Vallecas se veían teñidos de Franja y camisetas rojiblancas disfrutando de una cerveza, un buen aperitivo y un ambiente de fútbol de antaño. Cuesta tanto ver esto cada domingo, que no nos cansaremos nunca de destacarlo, por encima incluso de la mayor filigrana de Nico Williams o la mejor de las paradas de don Augusto Batalla.
Íñigo volvía a confiar en Randy Nteka de inicio como falso nueve o, la menos, no como delantero centro al uso. Si no le dio buen resultado en Sevilla, toca reconocerle al míster rayista que esta vez fue un acierto. Suyo sería el gol que abrió el marcador en Vallecas, tras una buena presión a Paredes, que erró en su cesión a Agirrezabala, quedando el balón en tierra de nadie para que Nteka se anticipara al guardameta bilbaíno y picase el cuero a su salida, suponiendo el 1-0 en el minuto 14.
Enorme efectividad rayista, puesto que podríamos decir que ha sido la ocasión de peligro más clara y prácticamente única de los de Íñigo en los primeros 45 minutos. Misma tónica en ataque que otros partidos, pero diferentes sensaciones en defensa, con una presión alta tratando de incomodar la salida del balón de los de Valverde, con Óscar Valentín y Pathé Ciss siendo dueños del centro del campo y con un Andrei que obligó a Nico Williams a permutar su banda en ocasiones y a probar el disparo lejano ante la imposibilidad de superar en velocidad y dribling al rumano. Las ocasiones del Athletic llegaron tras disparos lejanos de Yuri, Berenguer y Nico, pero se encontraron con la mano salvadora de Batalla, todo un seguro de vida rayista bajo palos. El argentino le da la un toque de aplomo, carácter y tranquilidad tan importante en una posición tan delicada como es la del portero.
La segunda mitad en nada se pareció a la primera y un Athletic, sin un juego brillante, a base de empuje y ambición fue capaz de darle la vuelta al marcador. El Rayo se limitó el primer cuarto de hora a intentar que no sucediera nada en el partido, manteniendo el marcador intacto y el balón alejado de ambas áreas. Mientras tanto, Valverde quería agitar el avispero y realizó un triple cambio, que fue definitivo para cambiar el devenir del encuentro. También es cierto que, con jugadores internacionales en el banquillo, todo es mucho más sencillo. El bueno de Íñigo quiso emular al Txingurri, pero hay banquillos y banquillos y el rayista lleva muchas jornadas sin lograr que suceda nada con los cambios (a excepción del cabreo de los hinchas colombianos cuando comprueban que su ídolo vuelve a quedarse inédito, una jornada más).
A pesar de todo, fue Álvaro García el primero que tuvo en sus botas la oportunidad de hacer gol en la segunda mitad, tras un control en carrera de muchos quilates, pero el defensa del Athletic le fue cerrando de forma que tuviera que disparar algo forzado, mandando a corner Agirrezabala. A día de hoy, el utrerano es ese pequeño oasis en el desierto ofensivo en el que se ha convertido el Rayo Vallecano. Es muy complicado ganar partidos en Primera División si lanzas apenas dos o tres disparos entre los tres palos.
Solo tres minutos más tarde de la ocasión de Álvaro, llegaba el gol del empate. Nico Williams se perfilaba en banda izquierda para su pierna derecha y poner un balón medido a Sancet, que sin dejarla caer remataba un balón imposible para Batalla. Todo un golazo del internacional español, que daba la razón a Valverde cuando se encomendaba a su particular santo: Sancet.
El Athletic no llegaba con claridad al marco rayista, pero se había hecho con el balón y el dominio del partido, dejando la sensación en el ambiente de un peligro que en cualquier momento podria traducirse en la estocada final visitante. Así fue y en el minuto 78 volvió a aparecer Ohian Sancet para marcar otro golazo, con un disparo cruzado durísimo desde fuera del área ajustándolo al palo de la portería rayista.
Una vez más y con el marcador en contra, tocaba irse arriba a buscar el empate, pero con más corazón que cabeza y con una falta evidente de frescura de ideas, que lleva toda la temporada penalizando al equipo en la parcela ofensiva. Algún chispazo de Álvaro por banda y una falta lejana de Lejeune fue ese intento a la desesperada de recuperar al menos un punto.
La derrota deja al Rayo Vallecano a tres puntos del descenso y un partido menos, con un calendario complicado por delante. Y entre este duro calendario llega Unionistas el miércoles en Copa del Rey, que puede ser un pequeño bálsamo o hacer un poco más profunda la herida de un Rayo que acumula tres derrotas consecutivas.
Imagen destacada: @AthleticClub