El mejor rayista

24/05/2025
El mejor rayista

Hoy el Rayo Vallecano se va a clasificar para jugar en Europa y lo va a hacer por Antonio

Querido, amigo.

Quiero pedirte perdón de antemano, porque soy muy malo para las despedidas y, sobre todo, si son para siempre. He perdido la cuenta de las veces que he empezado a escribir este texto, borrando y añadiendo cosas, cambiando otras y tratando de no olvidar muchas más. Resumir tanto sentimiento en unos cuantos párrafos es casi tan complicado como comprar online una entrada en Vallecas. Hoy te escribo con los ojos llenos de lágrimas, porque detrás de esta fachada de 100 kilos de cabronismo, se esconde un tío que, como ha dicho hoy Ancelotti, llora con bastante facilidad. Llevaba semanas encendiendo el móvil con el temor de recibir la fatal noticia y tratando de mentalizarme y hacerme la idea, pero te confieso que, aun esperándola antes o después, la pena es la misma.

El jueves le preguntaban a Íñigo por las bajas del equipo y la más importante (que me perdone Óscar Valentín) no van a ser las del césped, sino la de la grada. Esa misma grada que te va tributar el homenaje que tanto mereces, amigo. Juré y perjuré que cierto personaje no vería un euro mío jamás, pero en ocasiones toca guardarse el orgullo en el bolsillo y esta noche me van a doler las manos de aplaudir durante el minuto de «silencio» que se va a guardar en tu memoria. Mientras, te recordaré con tus inseparables cascos, tu bufanda al cuello y tan atento a lo que hacía tu Rayo, que ni la presencia de un tío en pelotas a tu lado conseguía distraer tu atención.

Es tu partido, Antonio, y sé que allá dónde te encuentres lo vas a disfrutar con nuestra gente rayista. Dile a Antonio Castilla que seguimos luchando contra su enemigo íntimo, a Paulino que no insulte al árbitro con su famoso «hijo de fruuutaaaaaa», a Varo, Meji y a Javi Ruesga que su gente del Fondo les sigue teniendo muy presentes cada día, a mi Juanpe dile que se tome un cacharro para celebrar que el Rayo va a replicar lo que un día lograron sus niñas, y van a pasear el nombre de Vallecas por toda Europa. Si escuchas un «hola, illo», dale un achuchón gordo a nuestro Poli. Si ves a un tipo con tirantes y audífono, es el Charly, mi tío, dile que su sobrino sigue acordándose de él cada vez que va a ese córner en el que te ponías con tu Loli. Sabes que la dejas en muy buenas manos, amigo. No vamos a saber cuidarla igual de bien que tú, pero vamos a hacer todo lo posible, te lo prometo.

No te imaginas la de gente que, incluso sin conocerte, ha sentido tu marcha como propia. Y es que si hay una dupla conocida y querida en todo el rayismo es la formada por Lola y Antonio o Antonio y Lola. Y si alguien no tenía la enorme suerte o el privilegio de conoceros, solo debía ir al diccionario y buscar palabras como bondad, allí encontrarían una foto vuestra, sin duda.

En todos los años que nos conocemos, creo que jamás te he visto enfadado, ni en las peores derrotas de nuestro Rayo. Te voy a confesar un pecadillo de la Lolilla, alguna vez cuando perdía el Rayo te grababa «a escondidas» y me lo mandaba cuando yo le preguntaba cómo le había sentado la derrota al jefe. Entre risas, me hacía llegar lo que no te había gustado del partido y lo que pensabas. Y es que daba igual que jugásemos contra el Madrid, el Barça o el Bayern de Munich, siempre creías que el Rayo podía ganar por complicado que fuera. Por eso, sé que van a lograrlo, que vamos a ganar al Mallorca y volveremos a jugar en Europa. Hace una semana me decías que estabas seguro, que Íñigo es muy bueno y que el equipo estaba muy bien. Joder, qué bonito sería que tu amigo Balliu se «confundiera» y marcase el gol que nos abra las puertas de Europa.

Nos has dejado el corazón roto, pero tremendamente lleno a la vez. No sabes lo feliz que me hace saber que un detalle tan pequeño como el de tu famoso cojín, sería tan importante para tí. Pera mí, has sido, eres y serás EL MEJOR RAYISTA. Muchas gente me ha preguntado en infinidad de ocasiones si éramos familia y siempre contestaba lo mismo: No, nos queremos y no somos familia de sangre, pero daría cada gota de mi sangre por ellos. En mi retina y en mi memoria guardaré para siempre ese último adiós de los tuyos, a la altura de alguien tan grande como tú.

Gracias por tu amistad, querido Antonio.