El Rayo y Don Quijote: la identidad y el símbolo

28/06/2015
El Rayo y Don Quijote: la identidad y el símbolo

Nacho Pérez nos recuerda lo importante que es en la vida tener tu propia identidad y sobre todo una vez encontrada no perderla. El Rayo Vallecano la ha encontrado, entre todos cuidémosla.

En el recién publicado número 13 de la revista Líbero dice David Trueba, escritor, guionista y director de cine, ganador del Goya a la mejor dirección, guión y película en 2014 con Vivir es fácil con los ojos cerrados, que si hoy tuviera ocho o nueves años se haría del Rayo.

La afirmación de Trueba, aunque halagadora para nuestro querido Matagigantes, no deja de ser quimérica por lo difícil de que un chaval o chavala se haga de un equipo que ni gana trofeos ni tiene grandes estrellas ni galácticos, principales reclamos por los que los más jóvenes suelen elegir un equipo, aparte de las posibles influencias de la familia o el lugar en el que vive.

Sin embargo, al mismo tiempo la revelación de Trueba pone el dedo sobre una cuestión que viene evidenciándose desde hace varias temporadas: este Rayo cautiva. El juego atractivo, de ataque sin miedo, por momentos kamikaze, del equipo de la franja, impulsado por el binomio que forman Paco Jémez desde el banquillo y Felipe Miñambres en los despachos, ha logrado el reconocimiento de muchos aficionados del fútbol español, que valoran la valentía de un equipo que, a pesar de tener uno de los presupuestos más bajo de Primera División y año tras año cambiar 2/3 de su plantilla, se exige jugarle de tú a tú, llevando la iniciativa, a cualquier rival que se le ponga enfrente por muy grande que sea.

La galardonada película de Trueba, basada en hechos reales, cuenta la historia de un profesor de inglés de principios de los 60 que enseña la lengua de Shakespeare y Matt Le Tissier a sus alumnos con letras de los Beatles. Cuando se entera de que John Lennon está en Almería rodando una película, como buen fanático de la banda de Liverpool no duda en emprender un largo viaje en coche para conocerle y hablar unos minutos con él. Durante el viaje conoce a un par de chicos jóvenes que han huido de sus casas. Al final, tras perseguir su sueño, el profesor consigue conocer a su ídolo, pero lo realmente importante de la película es que los personajes se encuentran a sí mismos.

Y eso es lo que ha hecho el Rayo en estos últimos años. Encontrarse a sí mismo y crearse una identidad. Una identidad que ya existía fuera del terreno de juego, en buena parte de su hinchada, pero que ahora está en sintonía con el fútbol que practica. Un Rayo que fue el primero en cinco años en ganarle la posesión del balón al mejor equipo de la última década;  que la pasada temporada le dio un auténtico repaso durante 45 minutos al diez veces campeón de Europa; y que acaba de ver ganar un extraordinario doblete a su equipo juvenil. Pueden parecer consuelos de perdedores, pero son triunfos de un pequeño equipo que, como Don Quijote, símbolo universal, planta cara a gigantes. Los mismos pequeños triunfos que ocurren en el día a día de la gente corriente, lejos de esos grandes triunfadores que el marketing y el sistema se encargan de vendernos.

Porque el Rayo tiene la posibilidad de convertirse en un símbolo a través del relato de un equipo de barrio conocido como Matagigantes por las gestas de antaño, que siendo pobre no renuncia al orgullo ni al honor dentro del terreno de juego ni fuera de él, representando y defendiendo la dignidad de la gente común. Solo falta una mayor iniciativa y compromiso de la directiva con su entorno social para terminar de dar forma a la identidad de una institución que puede, de verdad, ser más que un club de fútbol, un referente para la sociedad cuando más faltos estamos de ellos. Las ayudas de la plantilla y cuerpo técnico a Carmen y la condena de la afición a cuestiones sociales como los desahucios o el racismo indican el camino a seguir.

Un equipo valiente, buen juego, entradas y abonos a precios accesibles y una afición enérgica y con ideales han de ser las claves que nunca deberá perder el Rayo si quiere ir en el buen camino y ser un club reconocible por unas señas de identidad que lo diferencien de los demás. Solo así logrará atraer jugadores de nivel, nuevos aficionados y sobrevivir ante los gigantes con los que pelea. Una receta de futuro a la que hay que añadir el trabajo y cuidado de una cantera que ya empieza a dar frutos. De lo contrario, el Matagigantes volverá a ser un simple equipo de fútbol más, sin gracia ni identidad que lo distingan. Porque el fútbol sin más está bien, pero mejor aún es ser un referente y un ejemplo de valores.

Demos razones a la gente para ser del Rayo.

El Rayo es valentía y dignidad. Es la gente que lucha cada día para alcanzar las pequeñas victorias cotidianas. Es el desafío al orden establecido. El Rayo es más que un club y más que un barrio. El Rayo simboliza, de verdad, una visión de la vida. El Rayo es Quijote.

Rayismo o barbarie.

Nacho Pérez Santos

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