Campaña de abonados y esperpento en Vallecas van íntimamente unidos desde hace años. Al margen de la demora habitual a la hora de comenzar dicha campaña, se vuelven a vivir situaciones dantescas y más propias de los años 80 que del año 2023. Y es que a pesar de ir todo sobre ruedas en cuanto a renovaciones online y presenciales, faltaba el plato fuerte de la campaña de abonados: los nuevos abonos.
612 abonos para cientos de aficionados que quieren abonarse por primera vez a la Franja o hinchas que dejaron de serlo y quieren volver. Gente pasando la noche a la intemperie para asegurarse uno de esos 612 trocitos de plástico, que ni siquiera sabían de qué zona del campo sería, porque el propio Rayo Vallecano no facilitó esa información. De tal modo, te podías encontrar que con tu abono nuevo tuvieras la suerte de poder abrazar a Miguelito en la Albufera tras cada gol de RDT o, por el contrario, te mandasen a un esquinazo de la fría Tribuna Alta de Arroyo del Olivar a compartir pipas con gente que está durante 90 minutos inerte.
La falta de información institucional fue la tónica dominante en un día en el que los compañeros de Pasión por el Rayo emularon a Ferreras en una sesión de control al gobierno, e hicieron una maratoniana jornada al pie del cañón, tratando de hacer llegar a los rayistas la escasa información que pudieran llegar a conseguir desde Payaso Fofó. Una jornada marcada por los cerca de 40 grados que marcaban los termómetros y la cantidad de horas de espera que tuvo que padecer la gente, llegando a ser una espera infructuosa en muchos casos, dado que los pocos abonos disponibles que quedaban cuando por fin les tocaba, no les convencían, no eran de su gusto o no podían permitirse pagar un abono de palco central.
Aún con todo eso, el Rayo Vallecano anunció en sus redes sociales a las 00:05 que ya estaban todos los abonos agotados y que abrían una supuesta lista de espera para intentar ampliar el aforo y el cupo de abonados para esta temporada. Una nueva victoria para Raúl Martín Presa, al que le es totalmente indiferente que haya gente que estuviese 12/14 horas al sol o que hiciese noche en la calle para lograr un abono del Rayo Vallecano. Su objetivo está cumplido y ha logrado vender todos los abonos que ha querido, reservándose un porcentaje de entradas muy rico para cuando vengan ciertas aficiones rivales poder pegarles el estacazo (el primer ejemplo será contra el Atleti).
Y es que Presa en lo que respecta al tema abonos, sabe perfectamente que esta batalla ya la ganó hace años y es consciente de su posición de poder. Concretamente, desde la temporada en la que se llamó al boicot y a no abonarse la gente. Ese es uno de sus mayores momentos de gloria, al salir vencedor de un pulso insostenible en el que tenía todas las papeletas para ganarlo. Desde ese día, va a calzón quitado por Vallecas y sacándose el miembro viril a paseo en lo que a este asunto se refiere. Solo hay que recordar las imágenes de gente rodeando la City durante horas para recoger su abono, las colas de la vergüenza de la temporada anterior o el esperpento de los 612 abonos nuevos vivido en el día de ayer.
Por eso, cuando la gente se indigna y protesta en redes sociales (protestas que no tienen mayor recorrido, por desgracia), supongo que se le tiene que dibujar una enorme sonrisa en la cara mientras lee todos esos comentarios, pensando para sus adentros aquello de «dame pan y llámame tonto». Es plenamente consciente de que la indignación tiene fecha de caducidad (lunes 28 a las 21:30 horas) y que la próxima temporada volverá a sacar los abonos en agosto, se volverán a vivir situaciones dantescas en taquillas, pero volverá a tener el redil lleno pese al aluvión de críticas o insultos que le puedan caer.
En este sentido, hay que quitarse el sombrero ante él y saber asumir la derrota con deportividad, con el consuelo y la esperanza de que algún año el señor del calzón quitado sea solo un mal recuerdo entre la hinchada franjirroja.