Apenas quedan restos de aquello que el fútbol fue. Las grandes multinacionales y, concretamente, sus dueños, llevan años apropiándose de la identidad de los diversos clubes que conforman este bello deporte, hasta el punto de haberlo convertido en algo casi irreconocible. Hay que cavar con insistencia en los terrenos de la memoria para hallar en sus profundidades fósiles que mantengan los éxitos del fútbol más humilde. Aquel Deportivo del 2000, ese Lille de 2011 y, cómo no, aquel Leicester de 2016, parecen, lamentablemente, logros irrepetibles. O quizá no…
El aficionado vive de sueños, especialmente aquel que no está habituado a verlos cumplirse. Jugar en el fútbol profesional, en Europa o ganar una competición son sólo ilusiones para la gran masa de clubes del fútbol mundial, pero, en la certidumbre de que no sucederá, siempre se mantiene un rescoldo a la posibilidad de estar equivocado. Esta Copa del Rey, la que tantos años llevamos pidiendo, permite al fútbol más humilde enfrentarse a los gigantes de este deporte, soñar con competir y, quién sabe, eliminar a un equipo de élite.
Resulta doloroso para aquellos que nos amparamos en la esperanza de ver algún día quebrantadas esas imposibilidades ver cómo esta competición, posiblemente la única que nos permite soñar, es continuamente relegada al ámbito del “me da igual” o “es mejor que nos eliminen”, porque, tal vez sí, avanzar rondas dificulta el cumplimiento de los objetivos principales, pero también supone acariciar una ilusión cada vez más inalcanzable. Soñamos algunos en Vallecas y sueñan – y mucho – en Barakaldo.
La situación actual de los de Lasesarre poco tiene que ver con aquel club con la Segunda División como meta. Pese a haber jugado los playoff de ascenso ante el Hércules la pasada temporada, el club vizcaíno, tal y como contó a Matagigantes Hernán Pérez, su técnico, pasa por la viabilidad y la estabilidad económica. Por ello, la Copa del Rey, sus compensaciones monetarias, supone para ellos esa vía para cumplir el mencionado objetivo.
El Barakaldo CF, que alcanzó la segunda ronda de Copa del Rey tras doblegar en los penaltis al Villarrubia, ocupa la 13ª posición del grupo dos de Segunda División B. Es, además, el cuarto equipo más goleado de la categoría, con sólo un tanto menos que los primeros en esta faceta. Es este dato, en cambio, anecdótico, siendo el local un conjunto más estable defensivamente de lo que sus números dictan, tal y como transmite el propio Hernán.
El Rayo Vallecano, por su parte, visitará Euskadi tras volver a la senda de la victoria en liga y haber logrado el triunfo, en la recta final y por la mínima, ante la SD Tarazona en primera ronda. Los franjirrojos, además, contarán con las bajas de Alberto, Velázquez, Bebé, Trejo, Ulloa, Santi, Advíncula, Santamaría, Embarba y el propio Paco Jémez, expulsado en Tarazona.
El próximo domingo, a las 17:00, Lasesarre se vestirá de gala para recibir en sus senos la segunda ronda de Copa del Rey, en un duelo que, tanto en el césped como en la grada, promete ser memorable. El nuevo verde de Barakaldo sostendrá la esencia del fútbol de antes, donde el sentimiento, la competición más pura y, en suma, el fútbol, volverán a ser protagonistas en un deporte arrasado por la comercialización de los sentimientos.