Manías

Manías

A las 16.00 de la tarde arrancará, en el Estadio de Vallecas, el duelo entre Rayo Vallecano y UD Almería por una plaza en los puestos de playoff.

Una vez desechado el empleo prohibido de la primera persona en esta jerga por mera insistencia desprofesionalizada, no es momento de prescindir del placer que me supone el contacto con mis lectores a través del habla desde el «yo». Hablemos, pues, de mis ritos y manías en esto del fútbol.

Un día de estadio no es tal si uno no pone el primer pie sobre el suelo al son de Como un rayo. Mi móvil, de hecho, parece haber relacionado este particular ritual con los días en que cualquier aplicación le recuerda que juega el Rayo: «Buenos días Jorge. Hora del día: Música». Aún no ha aprendido que después de este clásico rayista es el turno de Rayo Vallecano, Un día cualquiera y Vallekas. Tiempo al tiempo.

Otro de mis rituales es ―no me juzguen por ello― no ponerme la franjirroja para ir al estadio. Está científicamente demostrado que el número de veces que renuncio a esta peculiar manía para demostrar que no es real es directamente proporcional al número de veces que corroboro que sí lo es. No se enojen, lo hago por todos ustedes.

Hoy, a partir de las 16:00, se disputará un nuevo encuentro en el Estadio de Vallecas, lo que me ahorrará ser partícipe de ciertos escenarios en los que cualquier mente en su sano juicio me tacharía de, mínimo, raro. No tendré que recorrer el mismo camino rocambolesco para llegar a la puerta de entrada, ni mirar la alineación en un momento determinado del trayecto, ni cerrar según qué aplicaciones.

Los de Andoni Iraola, quintos en la clasificación, recibirán a una UD Almería que, de ganar, se colocaría en puestos de playoff con un partido menos en su calendario. El cuadro andaluz, de hecho, acumula cinco encuentros consecutivos sin conocer la derrota, con dos victorias en sus últimas dos salidas, ante Castellón y Sabadell, ambas por un gol a dos.

Como viene siendo costumbre, hoy es un partido distinto. El balón volverá a rodar, pero nada se parecerá a lo de antaño. El último peldaño de la cuarta escalera de la tribuna central evitará que salte dos veces sobre él con la misma pierna, los reposabrazos previos a mi querido número 84 se ahorrarán mis caricias durante el camino y el asiento de delante, definitivamente, no echará de menos que ponga mis pies sobre él.

Ante estas ausencias, he buscado otros ritos. Debo comunicarles, no sin pena y perdón, que el primero de ellos, no especular con nadie sobre un hipotético resultado, ya ha sido quebrantado. No obstante, Ska-P aguarda paciente la hora en que sonará mi despertador, las camisetas descansan en los cajones y los escalones del barrio especulan sobre cuál será pisado dos veces. Queridos lectores, no crean en estas cosas. Hoy es día de partido.