El ser humano, dicen, es un animal de costumbres. Come a determinadas horas, duerme en la misma posición, tiende a comprar siempre la misma marca de champú y sufre cuando algo a lo que está acostumbrado cambia de forma, lugar, tiempo o, incluso, termina por desaparecer.
Durante el día de ayer, un nombre destacó en Vallecas por encima del resto, uno al que los aficionados franjirrojos estaban muy – y a veces bien – acostumbrados. Adrián Embarba, ese refuerzo del filial que acabó por convertirse en una realidad del primer equipo, saltó al mar de Primera División por la cubierta de nuestro barco de aguas bravas. El capitán, en pleno proceso hacia el naufragio, soltó el timón y tomó los remos del bote que lo separó de su tripulación.
Entretanto, un buque enemigo navega peligrosamente hacia nuestras aguas sabedor de las circunstancias que atraviesa el Santa Inés, con la intención de ampliar su botín. En él, viajarán algunos de los más experimentados grumetes y un antiguo pirata, que abandonó su posición por la comodidad de las flotas estatales.
El Real Betis Balompié, undécimo en su clasificación, amarrará en puerto vallecano tras eliminar la pasada ronda de Copa del Rey al Portugalete, por tres goles a cero. Asimismo, el campeón de la edición de 2005 llega tras doblegar en liga a la todopoderosa Real Sociedad en el Benito Villamarín, por tres tantos a cero.
La Franja, por su parte, regresa a su feudo tras una dura batalla en tierras bercianas, de la que no pudo salir victorioso. Este nuevo combate, además, deberá afrontarlo sin varios de sus marineros: Alberto, Milic, Velázquez, Santi, Dimitrievski y Piovaccari, estos dos últimos por decisión técnica.
Se avecina una nueva tormenta sobre el mar vallecano y el capitán del Santa Inés no está ya para manejar su timón. Sin embargo, este navío tiene la suficiente fuerza para sostenerse indemne independientemente de quien lo dirija, porque no cualquier capitán está a la altura de su historia y sus siete mil tripulantes. Llegan las primeras olas verdiblancas. Levad el ancla.