Jesús Villaverde no quiere olvidarse del jugador revelación de la temporada y le dedica unas líneas a Gaël Kakuta.
Vallekas siempre ha sido un lugar de zurdas. En los últimos equipos que recuerdo, siempre hubo un gran siniestro. Michel, Piti, Michu, Rubén Reyes, Mudo Vázquez… y Kakuta. Ninguno como Gaël. El francés ha derrochado calidad en la banda del Nuevo Estadio.
Desde los primeros minutos en los que lo vi, allá por Agosto en un amistoso en Santo Domingo contra el Alcorcón, apuntó a que sería el jugador de la temporada. Proveniente del todopoderoso Chelsea, en el que había quedado siempre relegado a un segundo plano, en favor de los grandes nombres que apuntalaban cada año a los blues, Kakuta llegaba al Rayo tras ser objeto de deseo de la franja, en general, y de Felipe Miñambres en particular, durante los últimos veranos. Todo apuntaba a que sería la revelación del plantel, el dorsal en el que acabarían por posarse todos los focos. Y así ha sido.
Tener a Gaël Kakuta en Vallekas ha sido un absoluto privilegio. El galo es calidad pura, pero también entrega y coraje. Lo recuerdo varias veces corriendo la banda hacia atrás para terminar robando un balón tras haber hecho una gran jugada en el ataque. Es su trabajo, podríamos decir; sí, pero cuántas veces habremos visto a uno de los nombres llegados a un club con el apelativo de figura no trabajar salvo para su lucimiento. Kakuta no es dudoso, ni mucho menos, sino todo lo contrario: un ejemplo elogiable desde el primer a su último partido, en sus mejores y en sus peores tardes.
El 12. Un jugador total que, seguro, terminará por dar que hablar en alguno de los clubes punteros de cualquier país. Condiciones tiene. Tal vez por eso aceptó venir al Rayo, consciente del escaparate que supone para muchos jugadores, que salen catapultados a un futuro “mejor” (¿dónde vas a estar mejor que aquí, Gaël?). Así lo han vivido jugadores como Diamé, que se asentó en la Premier tras un breve pero intenso paso por Payaso Fofó; Michu, en Swansea y Napolés tras una temporada de explosión con la franja; Chori Domínguez, que tras su resurrección con “su franja” cruzando el pecho se hizo dueño de la medular de Olympiakos; y tantos otros. Seguramente, Kakuta siga el mismo camino; ya se hablaba de la posibilidad de Sevilla, entre otras. Por nuestra parte, sólo queda disfrutarlo un último partido en Vallekas y darle la despedida que merece en el estadio.
Y recordar alguna de sus jugadas con la franjirroja. Yo, desde este breve espacio, propongo una: la espectacular jugada que nos regaló en la banda derecha frente al Getafe en el que, casi con seguridad, será su penúltimo partido en Vallekanfield. Y desearle la poca suerte que necesita para triunfar allí donde recale.
Merci, Gaël.
Jesús Villaverde Sánchez
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