Vuelve a Vallecas nuestra eterna capitana y para la hinchada vallecana es todo un acontecimiento.
Escuchar otra vez su nombre junto al nuestro ha sido una de esas pequeñas alegrías que te endulzan hasta el peor de los tragos. En un club escaso, cada vez más, de buenas noticias, un vergel en el que sentarse un rato a la sombra. Su vuelta significa la posibilidad de la memoria, de deleitarse, otra vez, con un Rayo que atravesó Europa. De rememorar un equipo que reunió a ocho millares de rayistas para ganar 2-0 al Arsenal en Champions en el Nuevo Estadio, en un partido en el que la gran capitana anotó, claro.
Por eso fue una alegría ver su nombre ligado otra vez a la ADRV. Aunque lo cierto sería decir que nunca se desligó de la franja. “Tengo claro que en España nunca jugaré en otro equipo”, aseguraba la delantera cuando se marchaba para probar suerte en el Bristol de la FA Women’s Super League inglesa. Poco después recalaría en ese Arsenal al que no hacía mucho le marcaba goles. Uno de los mejores clubes del mundo, obviamente a su altura. Ahora, tras la experiencia, regresa a España; efectivamente, a su equipo.
La vuelta de Natalia a la disciplina vallecana femenina podría ser una suerte de equivalente del regreso de Michel al masculino en 2006. En ocasiones, cuando las cosas no salen como esperamos, la mejor solución es agitarlas para que se recoloquen. Con el flamante fichaje de la atacante internacional absoluta, la Agrupación vuelve a tener las dos cosas de las que parecía adolecer en este tramo inicial de temporada: experiencia y gol. Y además, rayismo. Una mujer que representa los colores y valores del rayismo a base de esfuerzo, trabajo y sacrificio.
Se cierra el círculo. La línea de ataque y la portería quedan más cerca que nunca. En un extremo del campo, Ali, la actual capitana y un emblema de la franja roja, con más de 300 partidos a su espalda y con la garantía de saber perfectamente qué significa el escudo. En la otra punta del terreno de juego, ella, Natalia, la hija pródiga retornada. Otra voz de la experiencia. La de una jugadora que, junto a un equipo de ensueño, ahora desperdigado por toda la geografía española, fue capaz de obtener los primeros (y únicos) títulos oficiales que atesoran las vitrinas del Rayo Vallecano. Tres Superligas y una Copa de la Reina que, aunque la directiva nunca haya parecido querer escuchar, hablan por sí mismas. Recuerdos, sí; inalcanzables ahora, probablemente. Pero a veces las emociones también juegan. Y en este caso, consiguen meter goles. Bienvenida a casa de nuevo, rayista. A partir de ya, valentía, coraje y Natalia.
Jesús Villaverde Sánchez