Empezamos el 2015 echando mano de la ironía y, sobre todo, al solecito.
Próxima estación Getafe, correspondencia con Oriente.
Estamos en época navideña, de tradiciones, de visitar a familiares y a amigos, y yo, a pesar de que odio el folclore navideño, respeto tremendamente las tradiciones. Fiel a ellas, ayer por la mañana me fui a visitar a mis amigos getafenses, igual que hice el año pasado más o menos por estas fechas. En casa, mi pequeñaja me pregunta que dónde voy, y la resumo un poco diciendo que voy a la Cabalgata de los Reyes Magos, craso error por mi parte porque tras una pregunta de un niño, inmediatamente llegará otra -mi niña no es una excepción-. Dicho y hecho: según respondí volvió a preguntar «pero, ¿no vienen de Oriente?», así que salí del paso respondiendo «sí hija, vienen de Oriente, pero son como el Cercanías de RENFE y hacen escala en Getafe, y si eres del Rayo te dejan un paquetito allí». Parece que esta respuesta ya la dejó más conforme y como lo del «cabronismo» se lleva en los genes, me dijo: «ah, vale, papi, vas a recoger a Sueliton«.
La verdad es que viendo nuestra alineación, supuse que Abdou era el que tenía todas las papeletas para ejercer de Rey Baltasar en el partido. Aunque tuvo unos primeros veinte minutos un poco espesos -no vamos a descubrir su tendencia a tomarse las cosas con calma- no dejó grandes regalos a los azulones más ingeniosos, que le llamaban Ruud Gullit o Manucho II. A estos jóvenes talentos del humor les borró la sonrisa Baena, quien para ellos «no vale nada más que pegar palos».
Los que sí se vistieron de reyes «majos» fueron Valera y Guaita. Por lo visto, nada nuevo por esos lares. De hecho, los locales se encabronaron cuando la parroquia vallecana comenzó a cantar «Valera Selección» y decían que las coñas y las bromas con el chaval tenían copyright. El primero se limitó a mirar como una y otra vez nuestro folletti Álex Moreno le tronchaba la cintura al más puro baile latino -un, dos, tres, Chachachá-. El segundo quiso demostrar a los niños como funciona el muñeco de Buzz Lightyear que alguno le habrá pedido y salió «hasta el infinito y más allá». Bueno, infinito los cojones, él se fue al más allá, dejando un regalito con su cartelito y todo de «espero que te guste» a Jozabed para que el sevillano empatara el partido.
Al final, los pajes azulones de Sus Majestades de Oriente nos tenían preparados los tres puntos y un cartelito con nuestras caras, declarándonos personas non gratas en todo el municipio.
Ciudad Deportiva del ¿Rayo Vallecano?
La pregunta podría venir de los puntos que nos «birlan» los equipos visitantes, que ya son unos cuantos y algunos de manera inmerecida. Pero lo cierto es que la cuestión es mucho más amplia, primero por el destierro que sufren los chavales del filial al tener que jugar sus partidos en el Campo 4. Esto ya ha enfadado al bueno de Mariano Madrid e incluso hizo que en la rueda de prensa perdiera los papeles y dejara titulares altisonantes como «vaya puñetas».
Además de esto, el sábado nos encontramos con un ambientazo en la City tanto de aficionados franjirrojos como de hinchas alcarreños. Para la ocasión, nos prepararon un dispositivo de seguridad jamás visto en dichas instalaciones y que rozaba el esperpento: cuando te acercabas a la grada y un miembro de seguridad te preguntaba «¿del Guadalajara o del Rayo?», si eras del Guadalajara te podías sentar, si eras del Rayo tenías que seguir hasta el final y verlo de pie y como pudieras. Esto es como si llegas a casa y hay visita, y tu mujer saca el jamón del bueno y ese vinito de 30 pavos la botella y a ti te pone mortadela con aceitunas y un brick del Tío de la Pota.
El famoso dispositivo es porque el Guadalajara tiene una peña de ideología de derechas y había que prevenir -no me parece mal-, pero cuando ves que lo más peligroso que tienen los visitantes es a su delantero centro y a la dulzaina que no pararon de tocar durante todo el partido, pienso que sobra tanto exceso de celo. Nos pasamos el partido tan apelotonados y tan juntos los del Rayo que podíamos leernos el pensamiento los unos a los otros de lo apretados que estábamos. De hecho nuestro amigo Luismi -experto en Metro de Madrid– decía que se sentía como pez en el agua entre tanta apretura carnal.
Volviendo a la dulzaina diré que aquello era una mezcla de las fiestas patronales de cualquier pueblecito alcarreño y un capítulo del añorado Grand Prix del verano. Allí nos faltaba la vaquilla Paola, «la vaquilla que más mola» y Ramontxu García con sus azafatas. Que me perdone si me lee algún aficionado del Guadalajara que estuviera presente, pero ¡qué pesados, cojones! Cinco o diez minutos de canción ligera al más puro estilo Gente Joven queda gracioso, pero ya noventa minutos se hace cansino.
Al final le pasó factura a nuestros «cachorros», que estaban más pendientes del «Paquito el Chocolatero» y la «Macarena«,que de los delanteros rivales. Cachorros que deben madurar ya, por cierto. Seguir jugando igual de bien pero empezar a dar hostias como panes. Sí, hostias, sí, como panes, pero no cualquier pan, como hogazas de pueblo. No es normal que no demos una mala patada y encima casi nos desgracien al pobre Álex Alonso en una jugada de oficio y sabiduría del capitan alcarreño. Por eso, y como todos estos polluelos tendrán abuelas a las que les contarán cómo ha ido el partido, que aprovechen y que les cuenten que un mayor les ha pegado, ya verás como esas sabias señoras coincidirán conmigo y les dirán: «ah pues tú no te dejes pegar, si te dan les das tú a ellos dos hostias bien dadas».
Alberto Leva