El rayismo llora la pérdida de Juan Pedro Navarro, Director de cantera y responsable de la sección femenina. Se van más de 40 años de la historia del Rayo Vallecano
No sé muy bien por dónde empezar. Realmente ni siquiera sé si quiero empezar, y es que no acabo de asimilar que ya no te voy a ver más en la puerta de las oficinas echándote un cigarro o los fines de semana en tu parcelita de valla apoyado, viendo a tus niños.
Ya he dicho en muchas ocasiones que soy muy malo cuando se trata de escribir sobre una despedida. Y si la despedida es tan dura como esta, prácticamente es misión imposible, amigo. Sí, amigo. No me pidan que eche la vista atrás y ponga una fecha que marque el inicio de esta amistad. Da igual, es lo de menos el cuándo, lo que importa es el cómo y el porqué. A los dos nos unía la pasión por la Franja, esa pasión que, de un modo irracional y poco cabal, te hizo regresar a tu casa después de haber demostrado en Fuenlabrada que eras un profesional como la copa de un pino, ya fuese en fútbol base o en el fútbol profesional. Y esta pasión nos unió tanto, hasta el punto de ser cómplices de mil y una charlas a lo largo de los años, ya fuese en la pasarela de la City una vez concluida la temporada, cuando nadie más que tú seguía currando allí en verano o las interminables charlas de WhatsApp. Echaré de menos esos mensajes de «Qué cabrón eres, Alber«. Lo echaré tanto de menos, que el puto lunes me faltó bien poco para escribirte un WhatsApp para ver si habías visto el penúltimo chisme en redes sociales.
El Rayo y su fútbol base ya no serán lo mismo sin ti, amigo. Pero no tengas dudas de que pelearé y lucharé para que todo tu trabajo no caiga en el olvido. Por el momento, esos pichichis a los que me «acusabas» de mimar tanto y su consiguiente trofeo de la temporada, llevarán tu nombre desde ya. Supongo que el día que los entreguemos, notaré ese pellizco en el alma (como canta el maestro Leiva), se me hará un jodido nudo en la garganta, se me humedecerán los ojos y me veré obligado a cederle la palabra a tu amigo Miguelito, pero sé que estarás orgulloso de ver como tu legado sigue muy presente entre todos los que te queremos y apreciamos.
Camarada, si algún día me animo a escribir un libro de memorias franjirrojas, tendrás un capítulo muy especial en él y, tal vez, desvele alguna de esas infinitas conversaciones prohibidas que manteníamos casi a diario. Dejas un vacío grande y una sensación de tremenda soledad entre muchísima gente cercana a ti como Nata o Ali, Miguelito, Cobe, Fani, Jesús, tu Beíta, Álvaro (buena le has preparado, cabronazo), Manu que lleva 5 días con el corazón y la cabeza en Vallecas a pesar de la distancia, tu «hermano» José Luis (a ver ahora con quién discute y se reconcilia acto seguido) y tantos y tantos que firmarían debajo de cada una de estas líneas.
Solo te pido un último favor, disfruta del Centenario de nuestro Rayo junto a todos esos rayistas que nos han ido dejando a lo largo de los años. Ese día, échate un pelotazo a nuestra salud, que nosotros brindaremos alzando la copa al cielo recordando a un gran tipo y a un rayista fuera de serie. Siempre estarás presente entre nosotros, porque solo muere aquel que cae en el olvido, y tú, amigo mío, serás eterno.
¡Recuperaremos la Agrupación!