En el día de ayer finalizó la liga para el Rayo Femenino B y es hora de hacer balance de la gran temporada de nuestras guerreritas.
Ganar al FC Barcelona en el Camp Nou no se hace todos los días, en el caso del Rayo Vallecano sucedió esto mismo hace 22 años (0-2). Es por esto, que si hablamos de sonrisas y de Franja, puedan esperar que le dedique estas líneas al equipo brillantemente dirigido por Andoni Iraola. Además, sería completamente justo y merecido que así fuera. Lamento decir que no va a ser así y dado mi gusto a nadar contracorriente y el overbooking que hoy habrá de artículos en esa línea, lo dejo para otra ocasión (que las habrá).
La salida (forzada) de Marta Perarnau del Rayo Vallecano Femenino dejó bastante huérfano el título/apodo de «Sonrisa de la Franja» y no habíamos encontrado sucesor/a hasta ahora. Obviamente, con la temporada del Rayo Femenino tampoco vamos a encontrarlo, son más las caras largas que las sonrisas que hemos visto hasta ahora, y estas últimas han sido bastante prescindibles por el momento vivido. Pero esto también dará para más capítulos en un futuro no muy lejano.
Por suerte, y sin abandonar la sección femenina, un poquito más abajo de ese primer equipo hay unas grandes desconocidas que defienden el escudo y la camiseta franjirroja con valentía, coraje y nobleza. Si de todos son sabidas las numerosas complicaciones con las que se encuentra el primer equipo femenino, imaginen los equipos filiales o los de la Escuela de Fútbol (contada la desbandada en categorías inferiores a lo largo de la temporada). A pesar de eso, nuestras guerreritas franjirrojas del Rayo Femenino B han completado un campeonato liguero de notable muy alto (el sobresaliente se lo hubiera dado de haber logrado un casi utópico ascenso).
Si a un rayista le preguntas por Pita, Mireya, Moni, Clau Martínez, Clau Cabezas («the Claus«), Adriana, Nerea, Esther, Ana Guti y Ana Almarza (nuestros puñales por banda), Carmen, Lola, etc. te puede decir que son los miembros de una peña femenina del Rayo, el nombre de madres de futbolistas de cantera o aficionadas ilustres de la Franja, pero difícilmente te vayan a decir que forman parte del Rayo Femenino B. Este es un equipo que se ve obligado a reinventarse cada temporada, teniendo que mirar a los equipos que vienen por detrás para reforzarlo y poniendo velas a todos los santos conocidos y por conocer, para que no se nos lesione nadie. Algo que, hasta ahora, no ha terminado de funcionar, pues han sido las numerosas bajas sufridas a lo largo de la temporada. Un grupo de jugadoras que, capitaneadas por Óscar, Luis, Marcos y el resto del cuerpo técnico, se han encontrado bastantes piedras en el camino, pero han sabido usarlas para construir su particular castillo amurallado.
Si alguien tenía dudas (basadas en las bajas o un cuerpo técnico nuevo) del rendimiento que podía dar este equipo, nuestras guerreritas las despejaron de un plumazo, logrando cuatro triunfos consecutivos en las primeras cuatro jornadas de liga, siendo el equipo líder en las cinco primeras fechas del campeonato. Hay que reconocer que ni la persona más optimista del lugar podría imaginar semejante comienzo de temporada. Pero todo el que haya estado relativamente cerca de nuestras guerreritas a lo largo de estos años, saben que el esfuerzo, la pelea y el respeto máximo a este escudo son innegociables. Mucha culpa de esto la tiene Anita Blanco, una auténtica loca (siempre desde el infinito cariño que la tengo) de la Franja que con orgullo capitanea.
Tras esas primeras cinco jornadas, llegaron otras tantas sin conocer la victoria, en las que el equipo mereció mejor suerte en algunos partidos pero no se llevó la victoria o no puntuó. Aun así, no cundió el pánico en el equipo y el siguieron creyendo, tal y como demostraron en los dos partidos ante el Olímpico de Madrid con victorias sobre la bocina e idéntico marcador (2-1). Y es que si algo le ha sobrado a esta plantilla a lo largo de la temporada, ha sido la fe en sus posibilidades y no tenías mas que hablar con ellas para que lo dejaran de manifiesto.
En este final de temporada, el Rayo se convirtió en juez de ascenso y liga, teniendo que medirse primero a CD Getafe Femenino y dos jornadas después a Torrelodones (tercero y segundo en la clasificación final). Ambos equipos tenían que visitar la City y nuestras guerreritas tenían absolutamente claro que iban a vender carísima la derrota y si alguno de los dos equipos querían llevarse los tres puntos , tendrían que tumbarlas y rematarlas. El Getafe cayó 1-0 y la mejor muestra de lo expuesto anteriormente es el partido de ayer, en el que el Torrelodones, ya ascendido, se jugaba el ser campeón de liga y se puso con 0-3 en el marcador, prometiéndose muy felices y acariciando el título (dependían de sí mismos). Lo cierto es que, en un partido con 0-3 ante un rival que no se juega ya nada, lo más normal del mundo es que el resultado no peligre y acabes ganando. Esto sería así, salvo que el rival luzca una Franja en su camiseta. Nuestras guerreritas sacaron la casta y lograron remontar ese 0-3 y finalizar el partido empatando a tres goles (Mireya le cedió a Laura Nieto el testigo de pichichi).
En un año gris para el Rayo Femenino, ellas han sido ese pequeño halo de luz que ha conseguido iluminar una sección bastante tocada. Espero y deseo que la temporada no caiga en saco roto y se tomen decisiones acertadas con el futuro de sus integrantes. El reto del Rayo Femenino la temporada próxima en Reto (valga el juego de palabras) es mayúsculo y ante la ausencia de inversión económica, tocará invertir en talento de la casa. Ahí lo dejo.
Gracias por representar al Rayo y a su gente. ¡Sois grandes, tías!