Fernando es uno de los tantos padres de nuestros canteranos que vieron como paraba la actividad deportiva de su hijo y como retornó a partir del mes de octubre. Nos cuenta esto y mucho más.
A lo largo de este año de pandemia, hemos charlado con miembros de cuerpo técnicos e incluso con futbolistas del fútbol base del Rayo Vallecano. Pero nos faltaba una figura importante en todo esto engranaje, la de la familia más cercana del jugador o la jugadora. Ellos han sido los que han estado cerca (como siempre) y saben mejor que nadie, lo que ha supuesto tener que cambiar sus hábitos de vida y, en el caso que nos ocupa, futbolísticos.
Es por ello, que he abusado de la confianza que tengo con mi amigo Fernando García, padre del pequeño gran futbolista Rober (o «Chulo» como Fer le llama cariñosamente), miembro de los pequeños gigantes del Alevín A. Para Fernando, ha sido vital que desde el cuerpo técnico del Alevín B del año pasado (Alberto Madrid, Jona, Prieto, Vera,…) siguieran en contacto con los chicos, mandándoles tareas, proponiendo ejercicios, juegos, gymkanas,..
Un año duro en el que ya se va viendo la luz al final de este enorme túnel, en cuanto al fútbol base se refiere. Seguramente, muchos de los que estéis leyendo o vayáis a leer estas líneas, os sintáis totalmente identificados con lo que Fernando nos cuenta.
¿Cómo han sido estos meses sin entrenar ni competir?
Fue un palo muy fuerte para ellos. En lo que a mi me toca, «el Chulo» estaba en uno de los años más bonitos y más importantes de su formación, era el año que empezaba a jugar a fútbol 11. Estaban haciendo un año espectacular y, de repente, todo se paró y los niños pasaron de entrenar y competir a diario, a no poder salir de casa por un largo tiempo.
Todo este tiempo sin competir y sin entrenar ha sido muy duro para ellos, porque es una parte muy importante en sus vidas y, además, había una incertidumbre que no presagiaba que pudieran volver en un corto periodo de tiempo.
¿Cómo lo llevaba Rober?
Imagina que tienes una pasión, que lo que más te gusta en el mundo es jugar al futbol, ir a entrenar con los amigos y pasar unas tardes de fútbol y risas donde disfrutas al máximo. Imagina que estás toda la semana esperando al sábado para competir, porque te encanta salir a defender la Franja con tus compañeros. Bien, pues ahora imagina que, de un día para otro, te lo quitan todo. Ten en cuenta, que hay compañeros como Paulo que no ha podido volver todavía a los entrenamientos o Diego que dejó el club y la última vez que se vieron fue en marzo del año pasado. Son niños que eran muy importantes en el vestuario por su forma de ser y tanto Rober como yo los echamos mucho de menos.
Al principio, Rober no era muy consciente de lo que suponía ese parón, pero poco a poco se le fue notando más decaído y tristón. No dejaba de preguntar: “¿esta semana ya sí podremos jugar?”
Además, ¿tú sabes toda la energía que tiene acumulada un niño de 11 año, acostumbrado a los entrenamientos de la cantera del Rayo? ¡Se subía por las paredes!
Tengo que agradecer al cuerpo técnico del Alevín B de la temporada 19/20 (Alberto Madrid, Jona San Juan, Miguel Prieto, Alex Vera…) lo mucho que se volcaron con los niños haciendo videollamadas, proponiéndoles retos y juegos… En definitiva, tratando de que no desconectaran del fútbol ni de los compañeros.
¿Cómo lo llevabas tú?
Mal, yo disfruto mucho viendo entrenar y jugar a mi hijo, porque le veo feliz y me encanta. Tenemos 30 minutos de coche de ida y 30 de vuelta cada día de entrenamiento o partido, y me encanta ir hablando con él de futbol, de cómo ha ido el partido, de cómo están preparando el siguiente. En definitiva, me encanta compartir su pasión y he echado mucho de menos todos esos momentos.
Esto no va de si a mí me gustan o no, de si me cabrea o no que no me dejen pasar. Esto va de que gracias a esos protocolos, los niños pueden entrenar y jugar.
¿Cómo fue ese primer sábado en el que no sonó el despertador para ir a jugar?
Lo recuerdo como algo muy extraño. ¿Un sábado por la mañana en casa sin nada que hacer? Recuerdo que hablábamos y le animaba diciendo “veras como en un par de semanas volvéis a entrenar y jugar” y mira, pasaron ocho meses.
Está claro que los chicos se echaban de menos porque son un grupo fenomenal, pero las familias también habéis conectado genial ¿había ese sentimiento de añoranza entre el grupo de padres y madres que conforma el equipo?
«El Chulo» ha echado de menos los entrenamiento, a los compañeros, etc. Pero yo también he echado de menos a mis «compañeros». Cuando pasas tantas horas con los papás de los compañeros de tu hijo, se acaba haciendo también una piña fuera del campo. Esos torneos cantando a viva voz la Vida Pirata, los videos de los partidos que se curraba Andrés (cómo te echamos de menos, amigo), las charlas con Horacio de su Moralo (qué ganas de veros a Paulo y a tí para daros un abrazo, la minipandi no es lo mismo sin tí (risas)), los chismes de cada tarde en el entrenamiento, los paseos al «chino» a por avituallamiento.
¿Pensabas que se reanudaría la competición?
La verdad es que no tenia mucha fe, entre ola y ola de Covid, estábamos siempre con la amenaza de que no iban a empezar, de que si empezaban se pararía todo a los dos días. Incluso cuando empezaron con los entrenamientos, tenía la sensación de que en cualquier momento todo volvería a parar. Al final, lo fácil era dar carpetazo al deporte base y dejar a los niños sin deporte mientras se permitían conciertos y corridas de toros (por ejemplo).
¿Cómo fue la vuelta a los entrenamientos y la competición después de tanto tiempo?
Pues muy emocionante. Los días de antes del primer entrenamiento le costaba hasta dormir, tenia esa sonrisilla nerviosa del que ve cerca algo que quiere mucho. Incluso me hizo ir a la Ciudad Deportiva 30 minutos antes de la hora en la que tenían que estar allí, porque no aguantaba más en casa (risas).
Después de ocho meses sin entrenar y competir, le costó quitarse el óxido, pero dicen que sarna con gusto, no pica (entre risas).
Para mí, la vuelta fue genial por verle tan feliz. El frio, la lluvia y los madrugones me sabían a gloria. (Se ríe a carcajadas).
¿Qué tal han respondido lo chicos?
Los chicos son unos verdaderos héroes de esta pandemia, les dijeron que no podían jugar y no podían salir de casa, y lo hicieron sin rechistar. Les dijeron que no podían ir al cole y tenia que ser todo online, y lo hicieron. Les dijeron que iban a volver a jugar pero con mascarillas, y lo hicieron. Ellos, lo único que quieren es jugar y disfrutar del futbol, no importa cómo. ¡Se merecen un 10!
Cuando pasas tantas horas con los papás de los compañeros de tu hijo, se acaba haciendo también una piña fuera del campo.
¿Cómo valoras los protocolos COVID-19 que se están aplicando?
Los protocolos son un caos, en unos sitios podemos entrar y en otros no. Tenemos que concentrarnos en las vallas de fuera, cuando estaríamos mejor guardando la distancia de seguridad dentro de los recintos, que siendo al aire libre y con las mascarillas, creo que seria lo mas seguro. ¿Pero sabes qué? Que esto no va de si a mí me gustan o no, de si me cabrea o no que no me dejen pasar. Esto va de que gracias a esos protocolos, los niños pueden entrenar y jugar y si tengo que llevarle a la puerta y esperar a que salga fuera o en el coche. A mí me merece la pena para que él siga haciendo lo que tanto le gusta.
¡Eso sí, ojalá pronto podamos entrar para animarlos como se merecen!
¿Qué esperas de la próxima temporada? ¿Llegará la normalidad que hemos conocido siempre o seguiremos un tiempo viendo a los chicos entrenar y competir tal y como lo están haciendo ahora?
Yo creo que la temporada que viene será distinta. A lo mejor, no igual a como era antes, pero bastante parecida. Espero ya poder entrar a entrenamientos y partidos a apoyar a los chicos. De lo que sí tengo ya muchas ganas es de verles jugar sin las mascarillas, no sé si será pronto o tarde, pero ojala sea lo antes posible, porque lo tienen que estar pasando muy mal para respirar y hacer esfuerzos con ella puesta.