Las guerreras franjirrojas arrancan un punto (2-2) en su visita al Sevilla FC tras ir por debajo en el marcador por 2-0.
Cuando era pequeño, en los partidos que jugábamos en la calle existía una máxima casi infalible que era la de darle el balón al bueno. Algo parecido sucede en el Rayo Femenino, cuando al equipo se le hace de noche y las ideas no acaban de aflorar, siempre está la opción de buscar a Oriana Altuve que lleva semanas tocada con la mano de los dioses.
El Rayo Vallecano volvió a usar en Sevilla el mismo esquema que tan buenos resultados le ha dado en El Terrer (Levante) o en Zubieta (Real Sociedad). Con una línea de cinco atrás (Carla, Camila, Auñón, Andújar y Sheila), Eva Alonso, Pili y Chule en el centro del campo, con Ángeles y Oriana para batallar en la parcela ofensiva.
En los primeros 45 minutos el partido nos ha dejado dos partes bien diferenciadas, unos primeros 25 minutos en los que los equipos no han inquietado el área rival, con un Sevilla teniendo más la pelota y dominando, y un Rayo Vallecano que parecía sentirse cómodo atrás agazapado sin pasar apuros.
Sin embargo, pudo ser el equipo de Carlos Santiso el que se adelantara en el marcador si el disparo de Sheila con la diestra no se hubiera ido por encima del larguero por poco. Acto seguido, el Sevilla FC dio la réplica al conjunto franjirrojo, pero con más efectividad, logrando Karpova marcar de cabeza el primer gol del partido. Bores desde banda derecha sin oposición pone un balón perfecto para que Karpova prácticamente a placer rematase de cabeza, sin que Larqué pudiera hacer absolutamente nada.
Tres minutos más tarde, sería Payne la que estrellaría un balón en la madera de la portería rayista, avisando de lo que estaba por venir. En el minuto 35, Karpova se iba a llevar un balón en una pugna con Andújar que serviría al área para que Pinel viniendo sola desde atrás y libre de marca, hiciese el segundo gol sevillista.
Si en otras ocasiones la defensa franjirroja se ha mostrado inexpugnable y ha sido pieza clave a la hora de sumar puntos, hay que reconocer que hoy no ha dado esa versión a la que nos tiene acostumbrados.
Nos íbamos al descanso 2-0 por debajo y con la sensación de que mucho tendrían que cambiar las cosas para sacar algo positivo del Jesús Navas de Sevilla. Con Ori y Ángeles en la primera parte prácticamente inéditas, hacía falta crear y elaborar más fútbol para que las ocasiones empezasen a llegar.
En la segunda mitad se vislumbró un cambio en el equipo, tanto de actitud como de juego. Sheila jugó en una posición más adelantada, algo que, al fin y a la postre, hace que el equipo rival esté más pendiente de ella y dé ese pasito atrás necesario para que podamos adelantar las líneas. El Rayo que salió a jugar en los segundos 45 minutos era un Rayo mucho más reconocible para todos los que habitualmente seguimos a este equipo.
Los Héroes del Silencio cantaban que «todo arde si le aplicas la chispa adecuada» y, para un servidor, esa chispa la puso la argentina Yael Oviedo. Da igual que juegue 10 minutos, el partido entero o mediada la segunda parte como hoy, Yael se vacía en el campo y eso es lo mínimo que en Vallecas se le pide a los que defienden esta bendita Franja.
Hoy coincidían masculino y femenino en horario y existían dos opciones: usar dos pantallas y tratar de simultanear ambos partidos o, bien, elegir uno de los dos para seguirlo al 100%. En mi caso, he optado por esta segunda opción y seguir únicamente el partido de las guerreras. Pero es cierto que con 2-0 abajo y con todo en el aire por decidir en Las Palmas, podría resultar tentador hacer zapping (legal todo, nada de pirateo que Tebas acecha) y ver un nuevo partido insulso de los de Jémez. Hacer esto sería no conocer el ADN de este Rayo Femenino, ese que dice que a falta de juego vistoso, florituras o tiqui taca, se van a dejar el alma y van a hacer buena la estrofa del himno que dice que «en todos los partidos da el corazón. y el pecho, ambicionando ser el mejor».
Y entonces surgió ella, silenciosa y tímida fuera del verde, descarada y combatiente dentro del mismo. Cuando cualquier otra jugadora ve la portería lejísimos y pequeña, Oriana es capaz de ver a la propia araña que teje las telarañas que protegen las porterías rivales. Dicho y hecho, balón a Ori que arma la pierna en esa milésima de segundo que dura un simple parpadeo y cuando Cata Coll quiso reaccionar el balón ya estaba en el fondo de las mallas. Como sugerencia a los realizadores de las televisiones, pediría que en la repetición de los goles de Ori añadan los mismos efectos que veíamos en los eternos disparos de la serie Campeones. En primer lugar porque disfrutaríamos y podríamos saborear aún más esos goles y, en segundo lugar, porque la venezolana es una jugadora de dibujos animados.
Tras el gol, transcurrían los minutos y las esperanzas de remontada se iban desvaneciendo poco a poco, hasta que surgió la sociedad Concordia-Caracas en el minuto 89. Yael iba a poner un balón raso al interior del área para que Oriana lo recogiera y batiera por debajo de las piernas a la guardameta hispalense. En ese momento se desataba la locura franjirroja en la grada (allí estaban ell@s, l@s que nunca fallan), banquillo y terreno de juego. Décimo gol de Oriana que lleva seis tantos en las últimas tres jornadas y que es la segunda máxima goleadora del campeonato.
Todos firmábamos las tablas en el marcador y dábamos por bueno el punto rescatado a base de valentía, coraje y nobleza, pero el partido nos tenía preparado un desenlace final tan loco como cruel. En una mala salida de Cata Coll que no lograba atajar un balón aéreo, Ori demostró, una vez más, ser la más lista de la clase y le robó la cartera a la portera, acabando la jugada en un claro penalti de la mallorquina. Corría el minuto 95 y el lanzamiento del penalti era la última jugada del choque. Ori que llevaba una efectividad del 100% en sus anteriores lanzamientos, iba a ver como la joven guardameta detendría el disparo salvando un punto para su equipo.
El futbol es tan bello como cruel y Oriana, a pesar de haber anotado dos goles y haber dado un punto que parecía perdido a su equipo, acabó con su rostro lleno de lágrimas y abrazada por sus compañeras (EQUIPO/FAMILIA) tratando infructuosamente de consolar a la 15 de la Franja.
Escribo esta crónica casi dos horas después de acabar el partido y al rememorar esas lágrimas de orgullo, siento un nudo en la garganta y una increíble sensación de admiración por ella y satisfacción por el hecho de que defienda mi escudo, su escudo, el escudo de las guerreras.
Ahora les toca un más que merecido descanso hasta el 2020, al que le pido seguir teniendo a gente como Oriana en mi equipo.
P.D. Queridos Reyes Magos si leéis esta crónica y, como bueno del todo no he sido, solo os pediré una cosa, ganar al Atleti.