Este artículo pretende despedir a alguien que ha hecho historia dentro del club del que me enamoré. Cualquier parecido que tenga a estar a la altura de dicha persona es pura casualidad.
Fuente el Saz del Jarama, 1986.
Una niña pequeña se pone de portera en el equipo de su hermano al faltarles un guardameta. Lo hace tan bien que se queda. De esto hace ya 26 años. Hoy, esa niña cuelga los guantes de la única manera que una futbolista como ella no debería hacerlo: tras una dura lesión. Lo que ha pasado en medio es una historia digna de contar.
Del equipo de su pueblo a Alcobendas, de ahí al Pozuelo, ya en Primera, antes de cumplir los 18. Su gran temporada allí, a pesar del descenso, le sirvió para que en la siguiente campaña defendiese esa camiseta que tantas alegrías le ha dado, y con la que tantas alegrías nos ha dado a los rayistas.
Con casi 400 partidos y varios títulos, Alicia Gómez Prada deja el Rayo, deja el fútbol. Pero pongamos en contexto quién es Ali y qué supone su retirada para La Franja (y para el futfem, en general).
Cualquier aficionado de cualquier club de fútbol sueña con que su equipo tenga un capitán en el que reflejarse, con alguien que porte el brazalete luciendo los valores que los hinchas llevan por bandera, con poder decir: “me representa”, pero de verdad. Si pensamos en algún ejemplo de ese tipo de capitán, encontramos varios. El Barcelona tuvo a Puyol, la Roma a Totti, el Inter a Zanetti, Gerard en el Liverpool, nuestro masculino a Míchel y Cota… Pues el Rayo Femenino tiene a Alicia, que, qué queréis que os diga, le da mil millones de vueltas a todos esos.
Más de 15 años defendiendo el arco de Vallekas, una Copa de la Reina, tres Ligas… Hablar de Alicia Gómez es hablar de seguridad bajo palos, de liderazgo, de cercanía. Hablar de ella es hablar de una FUTBOLISTA con todas las letras, en mayúsculas, subrayado y con luces de colores. Hablar de Ali es hablar del Rayo y de todo aquello que representa(ba), de todos esos valores que ha ido transmitiendo a las que iban llegando, ya fuese de fuera o de abajo. No sólo portaba el brazalete, hacía que cualquier aficionado que la viera en el área con la cinta en el brazo se sintiese orgulloso de que ella fuese su guardiana. Alicia Gómez no es, o ha sido, la capitana del Santa Inés, ella es y seguirá siendo el Santa Inés al completo. Alicia es el barco, su timón y su capitana, todo a la vez. Ha conseguido capear los más complicados temporales, saliendo victoriosa de todos ellos, manteniendo el buque vallekano a flote, por imposible que pudiera parecer. Para aquellos ajenos a la actualidad del Rayo Femenino, estas últimas líneas pueden sonar a hazañas de partidos con muchas llegadas del rival, en los que Ali tuvo que intervenir en multitud de veces, desbaratando ocasión tras ocasión. Por un lado, no les falta razón. Son incontables las veces que Ali ha ganado puntos para su equipo o ha evitado sangrías mayores el malos partidos. Pero, por otro lado, esas líneas pretenden destacar todas esa veces en las que Alicia ha portado el brazalete fuera del campo. Si son infinitos los uno contra uno que ha resuelto con facilidad, más aún lo son la cantidad de problemas extradeportivos que ha solucionado. Darían para una saga completa de artículos, pero hoy la intención no es esa. La intención de hoy es destacar la gran carrera que ha tenido nuestra capitana.
Tras una vida bajo los palos de Vallekas, el 17 de marzo de 2019 nuestra capitana disputó su último partido con La Franja. Los paisajes que rodean Zubieta fueron testigos de su última gran actuación. A pesar del resultado (2-0 para el conjunto txuri urdin), la capitana cuajó un encuentro increíble. Aunque ya estaba lesionada en aquellos meses, rotando algunos partidos en la portería con Ana Valles, Alicia paró su último penalti, nada menos que a Nahikari García, en la primera parte. Y no fue sólo el penalti. Si aquel partido acaba con un cinco o seis a cero a favor de las locales, a nadie le hubiese extrañado. Busquen el resumen en YouTube y cuenten el número de ocasiones de las chicas de Arconada, y las que saca la 1. Sin saber que iba a ser su último partido, realizó uno digno de recordar. Al más puro estilo Alicia.
Después de eso no la hemos vuelto a ver lucir ni la elástica franjirroja ni el brazalete de su Santa Inés. Tras alguna que otra operación y muchos meses de gimnasio intentando volver, no le ha sido posible. Ha anunciado que se retira, y lo hace en el club que la ha visto convertirse en la increíble portera que es hoy en día (la mejor portera del panorama nacional, desde mi humilde opinión).
Para los que, por unas cosas u otras, nos hemos enganchado al fútbol femenino hace relativamente poco, se nos hará complicado concebir un Rayo sin ella. Pasear cada domingo por la Ciudad Deportiva y verla allí, ya fuese en el campo ordenando a su equipo, o en la grada, animando, durante esta última temporada. O hablando con cualquier aficionado. O haciéndose fotos con las niñas que sueñan ser algún día como ella (¿y quién no?). O firmando camisetas y autógrafos. Ejerciendo de capitana. Y siempre, siempre, siempre, con una sonrisa en la cara, con una buena palabra. Siempre. Porque por encima de la pedazo de futbolista y capitana que ha sido, está la increíble persona que es. Con eso tiene que quedarse todo el mundo, con la gran leyenda que es, sí, pero sobre todo con su cercanía y sus pies en el suelo.
Ella misma en su carta de despedida ha dicho que lo importante es el camino, así que, GRACIAS. Porque muchos rayistas hemos disfrutado como críos con el camino que has recorrido, con el que nos has hecho recorrer contigo.
Gracias, Ali. Sólo queda darte la enhorabuena por tu carrera. Mereces todos los reconocimientos inventados y por inventar. No tengo duda de que todo lo que te queda por venir, ya sea ligado al fútbol o no, será genial. La Franja pierde hoy sentido sin ti, pero nos quedamos con lo grande que la has hecho estas 15 temporadas. Gracias por haberla defendido con valentía, coraje y nobleza en las buenas, pero sobre todo en las malas. Decía Marta Perarnau aquello de “vamos, tías, joder, que somos el Rayo”, tú sí que eres el Rayo. Hasta siempre, mi capitana. Te echaremos de menos.