Nuestras guerreras franjirrojas vuelven al tajo tras un más que merecido descanso vacacional. Habrán recargado las pilas para lo que se antoja una temporada larga y complicada
Esta tarde vuelve a los entrenamientos el Rayo Vallecano Femenino y lo hace con más sombras que luces y con más dudas que certezas. Lo que debería ser un nuevo proyecto ilusionante y atractivo, a ojos del aficionado es un nuevo reto de supervivencia para el grupo formado por el equipo. Grupo que con total y absoluta seguridad nadie alcanza a conocer al cien por cien, ni siquiera sus propias integrantes.
Opacidad absoluta desde el club a la hora de comunicar las bajas del equipo en cuanto a sus canales oficiales se refiere, casi la misma que han mostrado a la hora de comunicar las bajas a algunas jugadoras, hasta tal punto que alguna no sabía qué iba a pasar con ella, si seguía o no la temporada próxima.
Desde el propio club aún no se ha hecho oficial quién va a ser la persona que dirija al Rayo Femenino B, tras la elección de Irene Ferreras como entrenadora del primer equipo. «Off the record» ya se sabe hace tiempo en los mentideros franjirrojos, pero de cara al aficionado no hay explicación oficial. Este halo de oscurantismo e incertidumbre ha rodeado tanto a primer equipo como a filial, habiendo hora y fecha fijada para la vuelta a los entrenamientos, pero nadie sabe a ciencia cierta qué caras podremos ver en esta primera toma de contacto de las jugadoras con el balón.
Lo que sí es totalmente conocido por la parroquia rayista es que Natalia Pablos está obligada a comparecer en este primer entrenamiento, ya que su situación es exactamente la misma desde que acabó la Liga (mes de mayo). El club o mejor dicho Raúl Martín Presa no da su brazo a torcer y remite a la capitana franjirroja a esa clausula de rescisión kafkiana que en su momento firmó, demostrando una vez más la nula empatía que el mandatario rayista tiene hacia esta sección, denostada y marginada por él año tras año.
Tal vez nos llevemos una sorpresa y las jugadoras en el día de hoy se sometan a los mismos controles médicos a los que se sometieron sus compañeros en su vuelta a los entrenamientos, pero mucho nos tememos que el único control que se encuentren nuestras jugadoras será el de la barrera de acceso al parking (quizás ni ese).
Se pone fin a un verano duro y complicado en el que, un año más, entrenadores y jugadoras se marchan de puntillas, por la puerta de atrás y sin el reconocimiento que se merecen por su labor en el club. Como novedad, este verano nos ha traído la marcha de Laura Torvisco, hasta ahora coordinadora del Rayo Femenino, puesto que a día de hoy no nos consta lo haya cubierto alguien. Podría resultar significativo que la coordinadora salga del club, puesto en el que llevaba ya tres temporadas y en el que se encontraba a gusto, pero puede que no sea más que una nueva muestra de empleados que ven como este barco femenino amenaza con hundirse y deciden saltar antes de hundirse con él.
La penúltima sorpresa desagradable nos la hemos llevado al conocer la salida del club de Claudia Martínez, canterana que llevaba ocho años en el club y que, tal vez, a muchos no les diga nada su nombre. Clau era una de esas niñas a las que un día la Franja le atravesó el corazón y se quedó prendada para siempre del Rayo, de su gente y de lo que este club significa para los que lo viven día a día. Como no podía ser de otra forma, para que este amor llegara a fructificar actuó a modo de Celestina la capitana del filial femenino, la pequeña gran Anita Blanco, la cual ha sido su compañera de aventuras dentro del césped y en su estreno en los banquillos con los más pequeños de la Franja.
Futbolísticamente podríamos hablar de Claudia como una defensa polivalente, con proyección, etc. Pero prefiero centrarme en la Claudia que llegaba a la City a las nueve de la mañana en día de partido, ya estuviese o no convocada con el primer equipo. Era la primera que cargaba con la pesada publicidad de la Liga Iberdrola, la que daba ánimos a sus compañeras, vibraba y sufría en los partidos, a la que veías con su tupper comiendo por la zona de vestuarios junto al resto de guerreritas porque se iban de viaje al frío leonés o zamorano en pleno invierno. Siempre con una sonrisa dibujada en la cara, supongo que en esto su maestra fue una tal Marta Perarnau, que para eso es la sonrisa de la Franja.
Y muchos se preguntarán el motivo por el que sale Claudia, cuya respuesta coincide con el título de este artículo, los dirigentes del club al que ama han hecho que su ilusión esté por los suelos y que decida buscar nuevos retos y nuevos sitios en el que sentirse realmente valorada y querida jugando al fútbol.
El de Claudia es solo un ejemplo más del cariz que está tomando esta sección y que salvo sorpresa mayúscula más pronto que tarde tendrá un final que ningún aficionado deseamos, pero ante una Liga cada vez más profesionalizada, el Rayo Vallecano va dando pasos como los cangrejos, para atrás. Atentos a las jornadas entre semana, cuando nuestras jugadoras no puedan faltar a sus respectivos trabajos y nos veamos en la tesitura de elaborar una convocatoria de 16 jugadoras.
Sea como fuere, le deseamos toda la suerte del mundo a nuestros equipos femeninos, a los que estaremos animando desde hoy mismo y hasta el final de temporada, sea cual sea el resultado final. Ellas serán las encargadas de transmitirnos esa ilusión, que a día de hoy, escasea entre muchos de nosotros.