Empate sin goles y punto de oro para el Rayo Femenino en su visita al Atlético de Madrid. La portera mantuvo en pie a las Guerreras hasta tener que abandonar el campo en camilla.
De un tiempo a esta parte, que el Rayo Femenino se mantenga cada temporada en Primera jugando contra todo y contra todos, es poco menos que un milagro. Gran parte de culpa la tienen sus guardametas, primero con Ali Gómez, que parecía que lo de «eterna capitana» era en sentido literal, dejando mucha presión en su sucesora. Hoy en Alcalá, una vez más, las Guerreras Franjirrojas han resistido, y sin Patricia Larqué bajo palos no hubiera sido posible.
Arrancaba mayo con un derbi crucial entre los dos equipos más laureados del fútbol femenino madrileño. De un lado, las vallecanas, que por primera vez tras su injusta sanción volvían a ser lideradas a la batalla por su capitana Cristina Auñón. Del otro, las de casa, las colchoneras que están pasando una racha de resultados más que delicada, así que buscaban un punto de inflexión ante un rival de la parte baja de la tabla.
Desde el inicio, el partido siguió un guion que, conociendo ambos equipos y técnicos, era lo más esperable. El Atleti tenía la pelota, la movía a voluntad y buscaba como fuera el huequito por el que colarse y atacar. Si el planteamiento de José Luis Sánchez Vera estaba claro, el de Carlos Santiso lo estaba más todavía: muralla defensiva de todo el once, a proteger el área propia y lo que surja. Esto nos dejó hasta el ecuador de la primera parte un dominio local estéril, sin ocasiones. De hecho, la primera aproximación de peligro fue del Rayo, y casi la única del primer tiempo, en un córner que fabricó y puso Paula Fernández y cabeceó Yasmin Mrabet, no acertando a portería por poco.
Pasado el ecuador del primer tiempo, ya encontraban las colchoneras las costuras a la defensa rival. Los ataques atléticos ganaban presencia en el área, ganaban en peligro. Y eso se tradujo en disparos, lo único que les faltaba para llevarse el partido a su terreno. Dos tiros muy claros, en posiciones similares en la frontal del área. Primero, Leicy Santos aprovechando un mal despeje. Luego, la central Tounkara en una acción de pizarra nacida de una falta. Ambos disparos, 9 de cada 10 veces acaban en gol, pero en esta ocasión tenían bajo palos a Larqué. La portera maña voló para quedarse las dos veces con el balón en su poder, dando aire a los pocos hinchas rayistas que había en la grada del complejo colchonero, abierta al público con protocolos Covid. Se mantuvo en pie el obejtivo de sacar un punto porque las manos de Patricia Larqué así lo quisieron. El 0-0 al descanso ya parecía bastante recompensa para un Rayo pasivo-agresivo, pero quedaban todavía otros 45 minutos.
Nada más arrancar el segundo tiempo, llegó el gran susto. Fue con todo Larqué a por una pelota suelta de un córner, y al agarrar el balón, chocó con una contraria, cayendo de una forma tan preocupante que todas las jugadoras, de rojiblanco o de negro, llamaron inmediatamente a las asistencias. Entró incluso la camilla, porque parecía algo serio. Finalmente, la guardameta se puso en pie, y tras consulta con la fisio Blanca Crespo (lo más parecido a un médico que tiene el Rayo Femenino), continuó en el campo. Eso sí, estaba visiblemente aturdida, y en la banda no paró de calentar Natalia Expósito, portera suplente rayista. porque en cualquier momento tendría que entrar.
Tras el susto, el partido siguió por su cauce. El Atlético tenía casi siempre la pelota, casi siempre cerca del área visitante, encerrando cada vez más y más a un Rayo que renunció completamente a tratar de jugar al ataque y monopolizó sus esfuerzos en no encajar. Muchas pelotas rondaron zona de peligro, pero pocas acababan en disparo, y las que lo hacían, no veían portería. Y si alguna iba entre palos, era floja y fácil para Larqué. Los minutos pasaban, las locales proponían pero no disponían, y las visitantes solo querían que el reloj corriese, que la pelota estuviese lejos de su marco y llevarse un punto a Vallecas.
Ya entrando en el tramo final, de nuevo el susto. Otra vez en un córner. Salió Larqué a despejar de puños, Lo logró, pero chocó en el aire con una delantera y volvió a caer de forma estrepitosa. Y esta vez sí, ya no iba a más. Entró la camilla entre bramidos y abucheos del público por lo que parecía otra pérdida de tiempo de las visitantes (iban unas cuantas). Pero cuando subieron a Patricia para retirarla, se vio que la cosa era seria, tanto como para del campo tener que ir directa al hospital. De la forma más dolorosa ingresaba y debutaba en Primera Iberdrola la joven meta Natalia Expósito, canterana que se veía bajo palos para los minutos finales y un descuento larguísimo (11 minutos) en los que había que aguantar como fuera. Según entró, tuvo el gran susto futbolístico del día, en un disparo que intentó despejar Struck y que, de no ser por el palo, habría acabado en autogol. Fue lo único destacable de un tramo final que redundaba en lo que había sido todo el encuentro.
Acabó, por fin, el partido. No hubo goles, porque un equipo no quiso y el otro no pudo. Logró el Rayo lo que había venido a buscar al Centro Deportivo Wanda, un empate ante un rival de entidad que, por muy mal que esté, lo normal es que te gane. Punto de oro que puede valer la salvación. Y si es así, es en gran parte porque Patricia Larqué, la portera de la Franja, apareció cuando se le necesitaba y se dejó la piel, de una manera más literal de la que quisiéramos escribir, por lograr el objetivo. Por eso no está en la foto de portada de este artículo, porque aun está en observación en el hospital. Le deseamos una pronta recuperación, porque ese partido lo gana sí o sí.
FICHA TÉCNICA
Informó Jorge Morales García. Imagen: Twitter oficial Rayo Femenino.